Por Nelson Laffitte
La llegada de Jorge Almirón acarreó nuevos interrogantes en
el planteo y en el esquema planificado para el actual plantel de Independiente.
Sólo dos o tres jugadores tiene el lugar asegurado y la
rotación es constante, siempre en busca de un mejor rendimiento colectivo, por
sobre las individualidades. En su exploración, el director técnico no ha
encontrado dueños para los puestos de “laterales-volantes”, que tan importantes
son para la táctica que ya consiguió 15 puntos.
Por bajos rendimientos, por no sentir el puesto, por
inexperiencia o por no tener el nivel para vestir la roja, ningún futbolista
logró hacerse cargo definitivamente de las zonas laterales. Debiendo cumplir la
función de marca, ataque y salida, seis jugadores han sido probados pero sin
éxito continuo, dentro de un esquema que los considera vitales.
En la primera fecha del actual campeonato, Almirón probó con
Alexis Zárate por la derecha y con Lucas
Villalba por izquierda, para enfrentar a Atl. Rafaela. Dupla repetida contra
Belgrano por Copa Argentina, pero con un esquema táctico diferente. En este
caso, Zárate comenzó con errores en la marca y en la entrega, además dejando
espacios libres cuando subía. Si bien levantó el nivel, fue modificado y en su
lugar ingresó Rafael Barrios, que cumplió muy bien, pero con el resultado ya
decretado. Por el lado de Villalba, alternó buenas y malas, mejor en ataque que
en defensa.
Ya en el encuentro contra Estudiantes de La Plata, el
técnico decidió cederle el lateral derecho a Rodrigo Gómez y mantener a
Villalba, quien repitió el nivel anterior y posteriormente fue sustituido por
Penco. Al Droopy se lo vio indeciso, con ganas de desnivelar en ataque,
enganchando hacia el centro y sin oficio para defender o desbordar.
Esta dupla volvió a repetirse contra Vélez, pero ninguno de
los dos mejoró, por el contrario, quizás haya sido el peor partido para ambos,
como para el resto del equipo. Sin marca, sin vuelta ni relevos, sin ataques ni
desbordes, sin centros al área, ni Gómez ni Villalba aprovecharon una nueva
oportunidad.
Es por esto que ya en el cuarto partido, en Bahía Blanca,
Gómez se mantuvo y se concretó el re-debut de Sergio Escudero en Independiente.
Ocupó el lateral izquierdo y se encargó más de pegar que de jugar, más de
correr de atrás que de anticipar. No cumplió y estuvo dos veces al borde de la
expulsión. Los dos futbolistas fueron reemplazados para dar vuelta el
resultado, que luego se concretó.
En el clásico de Avellaneda, Almirón insistió con el tándem
Gómez-Escudero, pero tampoco encontraron el nivel que justifique su
titularidad. El experimentado defensor se lesionó de manera insólita en el
primer tiempo y tuvo que salir, mientras que Droopy volvió a mostrar una
actuación magra, sin sentir el puesto.
Por el traumatismo de Escudero, Lucas Villalba retornó al 11
titular, para disputar los últimos dos partidos, contra Banfield y contra
Quilmes. Nuevamente se lo vio perdido entre tantas necesidades que se le
requieren, sin poder llevar a cabo ninguna. Rodrigo Gómez jugó contra el
Taladro, pero otra vez fue el primer cambio, cuando el equipo necesitó más
dinámica ofensiva. Ya contra Quilmes fue el momento de Gabriel Vallés, que como
nos tiene acostumbrados, no mostró nada bueno como para adueñarse de ese lateral.
El entrenador buscó variantes, dio posibilidades y
experimentó. Pero la responsabilidad con la pelota en los pies y dentro del
campo de juego, la tienen los jugadores.
Dos puestos, muchos nombres, ninguna certeza. Se han traído
jugadores, se ha buscado en la cantera, se ha improvisado. ¿Acaso no hay
futbolistas de Independiente aptos para suplir estas carencias?, ¿es un
problema del club o de todo el fútbol argentino? El equipo gana y gana, pero
estos son los exhibidos “daños laterales”.
Fuente Infierno Rojo
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