Por Cristian Fernández
Fue una derrota abultada. Sí. Fue una derrota que le pegó
directo a una ilusión. Sí. Fue una derrota en una cancha y ante un rival que
históricamente ha sido un suplicio. Sí, también.
Ahora bien, ¿cuántos equipos regulares hay hasta el momento,
en estas ocho fechas del Torneo Transición? River sin dudas. Algo de Lanus y
Newells, el arranque de Velez y poco más. Bueno, Independiente está dentro de
ese pelotón, inclusive está por encima del Fortín, conjunto que en Avellaneda
nos hizo cuatro.
Para los amantes de las estadísticas, el Rojo es uno de los
más goleados, pero también de los que más metieron. Un equipo que no tiene
término medio porque hace goles y le convierten varios también. El famoso mata
o muere,a todo o nada. Lo que pasa es que para eso hay que ir al frente
indefectiblemente y esa es la tarea más difícil.
¿Por qué gusta River, por los cierres de Funes Mori o por la
elegancia de Krannevitter? ¿Por los goles de Mora y Teo o por la fuerza para
despejar de Maidana? River sabe a lo que juega, tiene los intérpretes justos,
como Vangioni y Sánchez, y asume riesgos constantemente yendo a buscar al rival
de turno a su propio campo de juego. Ideal. Le come la cabeza y lo baila.
Y, sin embargo Independiente lo tuvo un rato en jaque entre
lo que fue el repunte que derivó en el gol de Mancuello y el blooper de la
fecha de Tula. Hay que mencionar que si bien la idea por momentos es hacer algo
similar a River, el Rojo no tiene la jerarquía necesaria en los puestos claves.
Eso atenta contra la idea.
Está claro que habrá muchos que pensarán la moraleja del
huevo y la gallina. ¿Por qué? Harán una analogía con la famosa pregunta: ¿Es
más importante el esquema o los jugadores? ¿Se tienen que adaptar los jugadores
al sistema o el DT debe acomodar su forma según los futbolistas del plantel?
Y hasta acá quería llegar, exactamente a Jorge Almirón.
Nuestro DT. Con sus dudas, sus aciertos, sus palabras y sus formas. Nuestro DT.
Con su capacidad y aptitudes. Sus caprichos y errores. Su trabajo semanal.
Un entrenador que llegó sin chapa. Sin espalda y con una
idea no convencional, pero que ganó adeptos por su forma de ir al frente y
críticas por sus cambios repentinos que pueden dañar la confianza del jugador,
inclusive. En estos momentos de derrota está claramente en el foco de la
tormenta. Cuando ganó lo miraron de reojo, cuando perdió se lo criticó
fuertemente. Incluso en la racha positiva que hizo remontar a los numerólogos varios
años atrás, le negaron las formas. Lo apuntalaron por sus cambios y por el
nivel de los rivales.
En lo que va del Torneo Independiente perdió con Estudiantes
en La Plata, con Velez y con River en el Monumental. Tres partidos complicados,
sobre todo los dos últimos. Y, más aún, recordando lo que vivimos el año
pasado. Lo que nos costó. Lo que criticamos al DT anterior por no ir en
búsqueda del resultado positivo.
En fin, estamos en una etapa de clara formación deportiva.
Con nuevos dirigentes que están transformando al club. Ojalá que para bien. En
ese contexto hay que señalar, además, que Almirón llegó por un no del ídolo de
todos en los últimos años, Gaby Milito. Entonces el entrenador sabe que de
lunes a lunes está a prueba, que su sistema es diferente a lo que estábamos
acostumbrados, que tiene que ganarse a todos y que no cuenta con la jerarquía ideal.
Y a diferencia de otros, en lugar de salir a cuidarse busca la manera de ser
protagonista. De hacer un Independiente ofensivo y distinto. Quizás sea hora de
parar la mano y dejar trabajar. Paciencia.
Fuente Infierno Rojo
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