Por Mauro Erbiti
Diego Rodríguez (3): noche olvidable para el Ruso. Primero,
quedó mal parado en el primer gol rival. Pudo haberse confundido con un jugador
de River que pasó por el primer palo, o por el rebote del remate, pero la
pelota le pasó por al lado y es claramente su responsabilidad. En el de Rojas, poco
para hacer. Luego, casi la pierde por querer salir amagando luego de un mal
pase de Cuesta. En el gol de Teófilo Gutiérrez, el que sepultó al equipo,
también compartió la culpa con Tula. Y en el de Mora, aunque fue un golazo, ya
había salido apurado y estaba a mitad de camino. Sí tuvo un buen cruce y
contuvo bien un cabezazo, pero todo queda eclipsado por sus errores en los
goles.
Sergio Ojeda (2): todo mal. No hizo pie en un posición que
no es la suya. Error del técnico por ponerlo allí, teniendo en cuenta sus
limitaciones para ese puesto.
Cristian Tula (1): desastroso. Nunca dio un pase bien y fue
un peligro en las salidas por abajo. Así fue que se equivocó y le entregó la
pelota a Teo. Pero también rechazó mal, dejándole el esférico a Rojas en el
borde del área. Debió despejar el córner de frente, algo de manual. Sus
complicidades en los goles en contra son alarmantes. Mal.
Víctor Cuesta (3): se cayó constantemente y generó pérdidas
en casi todas sus entregas por abajo. En lo que va del torneo, tuvo pocas
presentaciones en la que demostró solidez. Quedó mal parado en el gol de Mora.
Néstor Breitenbruch (3): sufrió siempre el dos-uno por su
banda. Se vio siempre superado y sin ayuda de Pisano por ese costado. También
demostró problemas físicos, por lo que luego debió salir.
Franco Bellocq (4): poco se parece al buen juvenil que
arrancó en la B Nacional y fue de los más destacados del equipo. Pero no sólo
es algo individual: en todas las fechas, el Rojo perdió tácticamente y
numéricamente en el medio.
Federico Mancuello (5): siempre intentó, con ese amor propio
por el club y entrega. Sin embargo, no tuvo un buen encuentro. En frente, hubo
rivales que demostraron su misma voluntad y despliegue para la recuperación de
pelota. Le costó en la marca y la recuperación. En ataque, pifió una en el
medio del área y tuvo un remate lejano que contuvo Barovero. Obviamente, lo
mejor fue su gol. Buen cabezazo para ponerle un poco de suspenso al clásico.
Lucas Villalba (3): insoportable. No ganó nunca, ni de
arriba ni en los anticipos. Y las pocas veces que ganó fue con faltas. Se quedó
pidiendo mano en la jugada del gol de Gutiérrez, en lugar de intentar
recuperarla. Pésimo.
Daniel Montenegro (4): calentó el duelo en la semana con
declaraciones polémicas, minimizando al puntero y señalando errores ajenos. Sin
embargo, poco aportó el Rolfi para que el Rojo -al que le había “puesto todas
las fichas”- peleara por el triunfo. Sólo un tímido remate de media distancia.
Luego, nada. Siempre perdió, fue presionado por los rivales y no fue la bandera
del equipo. La próxima, mejor callar.
Matías Pisano (3): se dio tal cual había vaticinado el
Enano: nunca corrió a Vangioni, pero éste sí lo corrió a él. Nunca le ganó el
duelo al lateral. Muy flojo
Claudio Riaño (4): aunque intentó salir del área para
pivotear y asociarse, poco pudo hacer. Muy aislado del resto.
Francisco Pizzini (4): aunque intentó darle otra velocidad
al equipo, no tuvo tanto protagonismo. Y poco pudo hacer luego del tercer tanto
del local, que liquidó el trámite.
Jesús Méndez (4): buen centro a Mancuello para el descuento,
pero luego perdió muchas pelotas y abusó de la falta.
Aléxis Zárate (-): nada para destacar
Jorge Almirón (1): luego del dramático triunfo ante Quilmes,
el entrenador salió con todo en conferencia contra River. “A River nunca lo
atacaron como lo vamos a hacer nosotros”, dijo. Luego, fue tapa de los diarios
y marcó que el Millonario ganó porque “Se enfrentó a muchos equipos en
formación”. De ser así, éste fue otro ejemplo: el local pasó por arriba a
Independiente, que sigue demostrando horrores defensivos, conceptuales,
tácticos y de parado. El entrenador sigue regalando un tiempo e intentando
remediar en el entretiempo. Ahora, deberá callarse y buscar que el Rojo sea
protagonista dentro de la cancha y no fuera de ella. La derrota, en la previa,
podía esperarse y hasta es lógica y merecida luego de haberse jugado el partido.
Pero la próxima, en lugar de criticar al rival -más si se trata del puntero y
máximo candidato a ser campeón- hay que mirar para adentro.
Fuente Infierno Rojo
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