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miércoles, 23 de abril de 2014

De Felippe tiene decidido irse si el lunes el Rojo no gana



  
El técnico está agotado por el clima institucional y la falta de respuestas futbolísticas del plantel. No habló tras la derrota en Misiones y se fue abatido. Siente que ya no le quedan muchas cosas por hacer para revertir la situación.


De Felippe tiene decidido irse si el lunes el Rojo no gana

El DT analiza dar un paso al costado, cansado del clima institucional y de no encontrar la respuesta del equipo. El plazo sería el partido frente a Sportivo Belgrano, clave para sostener las chances de ascenso.

No late, arde. Así está Independiente, haciendo agua por todos lados y con un marco institucional tan convulsionado y turbulento, que toda su gente debería rescatar como positivo, sobre el final del primer torneo del equipo de Avellaneda en la Primera B Nacional, la cantidad de puntos que sumó y que le permiten tener un promedio sólido que lo aleja del peligro de un nuevo descenso que, por consecuencia lógica del caos, hoy debería amenazarlo.

Y detrás de esa buena noticia aparece la figura de su entrenador, Omar De Felippe, que durante un tramo de la travesía en aguas desconocidas, supo afirmarse al timón y enderezar el rumbo, hasta casi encaminar a Independiente a la correntada del que, para todos, era el principal objetivo: el ascenso inmediato.

Pero ahora las coordenadas han cambiado y, con ellas, las proyecciones. Una pésima segunda rueda no sólo desplazó al equipo de la tercera colocación en la tabla (la que entrega el último pasaje a Primera) sino que, además, lo empujó al quinto puesto y con chances de ser superado por varios equipos más. De hecho, su próximo compromiso será otra vez en lunes y podría darse el caso de que arrancara su partido ubicado en el décimo puesto.

Todos esos detalles, si bien no desgastaron la figura del DT, erosionaron su energía.

De Felippe, siempre correcto, ubicado y certero en sus declaraciones, se vio desbordado a la hora de analizar la situación institucional que rodea a su trabajo y calificó de "quilombo" todo lo que rodea al aspecto futbolístico. 

Después, y con ojos humedecidos por el desencanto, vio cómo su Rojo caía con errores infantiles en lo que, para todos, era (o debió ser) una verdadera final en pos del ascenso.

Por segunda vez desde su desembarco en el club, eligió irse sin hablar.

Mala señal.

¿Qué pasa por su mente?

Y peor aún ¿qué pasa por su espíritu?

Hoy se sabrá por qué, De Felippe no se anda con medias tintas: dice lo que siente. Algunos dicen que ya no tiene fuerzas o, al menos, ideas para hacer reaccionar a sus jugadores. Otros, que ya se fijó un límite y que si el lunes, ante Sportivo Belgrano Independiente no gana, dará las hurras y dejará que otro haga el intento en el embalaje final. 

Claro que su corazón le recomienda quedarse en el barco hasta el final, como cualquier capitán que se precie de su honor.


Fuente Diario Popular

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