Por Cristian Fernández
Independiente sigue en alza, le ganó muy bien 2 a 0 a
Instituto en el Libertadores de América y quedó a 1 punto del ascenso. Martín
Zapata metió el primero con una excelente definición y luego Parra amplió al
empujarla tras una sesión del Rolfi Montenegro que volvió a ser figura. Tras
ganarle a La Gloria, sumó su 4 triunfo consecutivo de local. ¡Vamos Rojo!
Independiente entró a la cancha con la obligación de ganar
de siempre y para aprovechar los empates de Crucero del Norte y de Banfield.
Enfrente, Instituto de Córdoba se presentaba como un equipo que invitaba a
atacarlo, desbordarlo y presionarlo. Y así, el equipo de Omar De Felippe lo
entendió.
Ni bien movió en el inicio el conjunto visitante sintió la
presión de Independiente. Sin embargo, la primera llegada a fondo de gran
peligro fue a los 12 minutos. Pisano, de gran partido, se metió en el área y
con un taco precioso le dejó el gol servido al Rolfi, pero el derechazo del
Diez se iba apenas ancho. Sí, la lluvia y el torrencial parecieron mojarle la
pólvora al goleador del Rojo.
Al toque de esa jugada, Montenegro le metió un pase gol
apenas largo que sobrepasó la mala salida del arquero rival. Mancuello, el
receptor, no pudo darle con justeza y el Rojo se perdía la segunda. Chiarini
tenía trabajo y el Ruso Rodríguez (666 minutos sin recibir goles) era un
espectador de lujo.
El Rolfi probó al uno desde afuera. Más tarde lo hizo
Mancuello y un rato antes Parra había ensayado un taco que no pudo ver la red.
Independiente era más que su rival, sabía cómo dañarlo, pero no podía plasmarlo
en la red. Lo bueno del cierre del primer tiempo fue que la lluvia torrencial
que amenazaba se fue y el terreno siguió apto y no se convirtió en una pista de
patinaje. Esto, sin dudas, favoreció a los de Omar De Felippe.
En el inicio del complemento, como ha pasado en varios
encuentros, Independiente entró dormido y le regaló un poco, apenas, la
iniciativa al rival. Claro que Instituto no supo qué hacer y ahí volvió a
aparecer el Rojo. Esta vez para definirlo.
Antes de nada, hay que destacar que los dos goles del Rojo
nacieron en los pies de Julián Velázquez. Sí, la Avispa fue quien le dio la
pelota a Martín Zapata, que casi a los 7 minutos arrancó en la mitad de la
cancha, encaró y ante la inacción de la defensa rival se metió por el medio de
los centrales y ante la salida de Chiarini definió con firmeza y calidad al
palo derecho del uno. El gol hizo explotar la cancha y le permitió al volante
sacarse la mufa.
Con la diferencia a su favor, el Rojo manejó todo. Se hizo
amo y señor del encuentro. No pasó zozobras en su última línea y cuando fue a
fondo desbordó a su rival. Es más, en una de esas arremetidas Velázquez
descargó en Mancuello, que pensó con la pelota en sus pies y lo habilitó al
Rolfi, que quedó mano a mano. Ante la salida de Chiarini, el Diez le regaló el
gol a Facundo Parra, quien sólo tuvo que empujarla para definir todo.
Iban 21 minutos del complemento y la diferencia era enorme
por lo que hacían ambos equipos dentro del terreno de juego. Esto llevó a que
por momentos se sobrara el partido. El Rolfi Montenegro a los 27 metió un
derechazo que rebotó en el ángulo y salió. Podría haber sido el tercero y uno
de los goles más lindos del torneo.
También hubo tiempo para un remate de Miranda, para otro taco
de Parra, para la ovación para los tres mosqueteros del ataque (Pisano, Parra y
Montenegro) y para que el equipo disfrutara tal como la gente de un nuevo
triunfo en casa y de la confirmación de un rendimiento que claramente está en
alza y logra marcar la diferencia en la divisional. La tarea será seguir en
este camino, marcando detalles a mejorar y sin desviarse del objetivo, que
parece un premio pero no deja de ser una obligación.
Fuente Infierno Rojo
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