Pisano festejando uno de los goles convertidos en
Independiente.
Por Favio Verona - Beto Tisinovich
Cantero cumple dos años en su cargo y las incorporaciones
fueron de lo peor de su gestión. De Felippe tomó medidas preventivas: sólo
aceptará jugadores de calidad.
Antes de comenzar sus vacaciones, Omar De Felippe decidió
tomar una medida preventiva. El técnico tuvo una extensa reunión con Javier
Cantero en la que planteó los términos y condiciones para llevar adelante la
búsqueda de refuerzos. No tuvo dudas para definir las posiciones: solicitó un
delantero para acompañar a Facundo Parra y otro que se desenvuelva en las
periferias del área. Aunque puso límites y fijó pautas contundentes: el
entrenador no contempla la posibilidad de que se incorporen jugadores de
relleno. Les exigió a los dirigentes que le acerquen atacantes con potencial
para modificar el resultado de la ecuación y no para aumentar el caudal del
plantel. El mismo lo expuso en una frase sucinta que refleja proverbial
agudeza:
“Quiero refuerzos, no incorporaciones”.
El mensaje que retumbó en los oídos de los dirigentes
implica una sola lectura. Si no llegan refuerzos volverá a quedar explícita la
impericia de la dirigencia. El ataque preventivo de De Felippe tiene sustento.
Desde que Cantero desembarcó en Independiente (hoy se cumplen dos años desde
que ganó las elecciones), la política de refuerzos estuvo signada por los
reiterados dislates. Y basta con hacer un breve repaso para corroborarlo.
Si bien para el Clausura 2012 Ramón Díaz le pidió que use
los dos cupos de refuerzos disponibles, el presidente hizo caso omiso y sólo
llegó Farías. “Es cierto que traje a uno sólo, pero por su jerarquía, el Tecla
vale por dos”, se ufanó. Para el Inicial 2013 el descenso dejó de ser una
simple amenaza y comenzó a asomar como una posibilidad concreta. La consigna
fue traer “hombres de experiencia”. Y hubo un daño colateral. No se evaluó el
presente de los futbolistas y la mayoría de los nueve jugadores incorporados en
ese mercado de pases fueron víctimas de lesiones sistemáticas.
Quizás el mayor acierto fue el retorno de Montenegro, aunque
el mérito se le atribuye a Américo Gallego, quien tiene una buena relación con
el Rolfi. Para ese torneo crucial, el Tolo también pidió un delantero de
jerarquía y los directivos trajeron a Caicedo. Una vez consumado el descenso,
la consigna pasó a ser otra.
“Traer jugadores con conocimiento de la categoría”.
El fracaso fue estruendoso. No arribó ninguno de los
jugadores pedidos por Miguel Brindisi y sólo Parra, Pisano (sugerido por
Bochini) y Zapata lograron tener continuidad. De Felippe lo sabe y no quiere
ser la próxima víctima.
Fuente Olé
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