Los barras llevándose las banderas.
Por Gustavo Grabia
Bebote reconoció ante la Justicia que se llevó de una casa
las banderas que tenía Loquillo. Pero adujo que no se las robó, porque
"son de la barra".
Cualquier desprevenido que no conozca las caras de los
barras de Independiente, podía pensar cuando veía el video en Olé, que se
trataba de un capítulo de "Los tres chiflados". Un grupo de cuatro
violentos irrumpiendo de madrugada en un edificio, quedando atrapados en un
ascensor por no calcular el peso de lo que transportaban, y que tras romper el
elevador, salían con bolsas llenas de banderas rojas. La tragicomedia tenía,
además, otros ingredientes, porque al toque esos mismos barras hicieron correr
la versión de que los trapos que estaban en poder de la facción disidente de
Loquillo, los había hurtado la barra de Racing. Hasta que aparecieron las
imágenes y el dueño del departamento, Juan Martín Sartini, denunció a Pablo
Bebote Alvarez, Marcelo Zombie Cano, Hernán Marino y el Cebolla Ariel como
quienes asaltaron su hogar y además de las banderas, le sacaron 30.000 pesos.
El fiscal Darío Provisionato comenzó a investigar y allanó
tres propiedades de Bebote. Y ayer llevó a todos a declarar.
Y ahí, el jefe de
la barra brava Roja, se defendió con la ley de la tribuna. El que la domina, es
el dueño de todo.
"Soy el que se ve en las imágenes, pero a mí me llamó
por teléfono la mujer del dueño del departamento para que vaya a buscar las
banderas, que estaban tiradas en bolsas. Fíjese que ella nos abre la puerta,
todo bien, acá nadie roba nada porque además, las banderas no tienen dueño, son
del club y las maneja la barra.Entonces si nosotros se supone que somos la
barra, las banderas son nuestras. Por eso me las llevé. Pero todo en acuerdo
con quien se suponía era la dueña de casa", tiró Bebote.
Y aunque para muchos la defensa mueva a risa, judicialmente
es acertada: no hubo delito contra la propiedad porque la entrada no fue
forzada.
Y para que se considere robo, hay que sacar algo que es propiedad de
otro. Y las banderas, según admitió el mismo propietario de la casa, no eran
suyas.
Y tampoco pudo acreditar el dinero que dijo que le fue hurtado. Por lo
tanto, la causa se cae. Así, los únicos damnificados son los dueños del
consorcio, que no saben a quién reclamar por la rotura del ascensor.
Insólito.
Fuente Olé
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