Por Gustavo Yarroch
Se suspendió ayer un partido de la D por un enfrentamiento
entre dos facciones de la barra de Claypole. Hubo 2 heridos y 6 detenidos.
Locura. En ese club de la D, en Claypole, también hay
interna feroz de barras. / MARCELO GENLOTE
Justo el día en que la AFA tenía planeado avanzar sobre la
vuelta de los hinchas visitantes, en principio sólo a las plateas, la
problemática de la violencia en el fútbol argentino tuvo ayer otro episodio
sangriento y paradigmático, cuyas consecuencias podrían haber sido mucho
peores. En medio de una interna generada por intereses económicos derivados de
la interna kirchnerista del municipio de Almirante Brown, un enfrentamiento con
armas blancas y palos entre las dos facciones de la barra de Claypole dejó dos
heridos y seis detenidos. Según la APreViDe, a uno de los heridos “le dieron
dos puntos por un corte cerca de un ojo” y el otro sólo sufrió “una contusión
en un brazo”. En cambio, el secretario de Claypole, Hernán Díaz, aseguró que
hubo “ dos personas apuñaladas ” y denunció que en el organismo de seguridad
“estaban avisados de que podía pasar”.
En cada uno de los grupos de la hinchada del modesto club de
la Primera D habitan barras de Independiente y de Lanús, lo que no hace más que
ratificar que el de la violencia en las canchas y la participación en la vida
política municipal, provincial o nacional es el medio de vida de muchos de
ellos. La barra de Claypole formó parte de Hinchadas Unidas Argentinas, la ya
desintegrada ONG liderada por el dirigente kirchnerista Marcelo Mallo que
aglutinó a 43 barras de equipos de todas las categorías cuyos cabecillas
estuvieron en el Mundial de Sudáfrica 2010.
Las poco menos de mil personas que asistieron al partido
entre Claypole y Deportivo Riestra en la vuelta de los no socios locales
vivieron una tarde de terror en el estadio Rodolfo Capocasa. El árbitro Hernán
Dellacasa debió suspender el encuentro a los 30 minutos (iban 0 a 0) por los
serios disturbios y en medio de la desesperación de los familiares de los
jugadores que estaban en las plateas. La popular local, donde se iniciaron los
enfrentamientos, no está dividida de la platea y muchos de los barras
terminaron peleando en ese sector donde había mujeres y niños. “Era
impresionante cómo se peleaban con palos. Fue terrible. Tuvimos que meternos en
el vestuario por seguridad porque muchos hinchas saltaron al campo de juego”,
relató Adrián Albornoz, defensor de Riestra, en diálogo con TN.
El secretario de Claypole, Hernán Díaz, dijo: “La pelea de
la barra no es por plata del club”. Las dos facciones de la barra quieren los
beneficios derivados de la política kirchnerista, manejados por Mariano
Cascallares, en las últimas elecciones candidato a concejal de Almirante Brown,
cuyo intendente es Darío Giustozzi, un ex K y ahora aliado de Sergio Massa.
El presidente de Claypole, Miguel Santamaría, sufrió una
descompensación y debió recibir atención médica. Al cierre de esta edición, sus
pares de la Comisión Directiva intentaban convencerlo de que no presente la
renuncia, tal como anunció tras lo ocurrido.
Un rato después de este episodio, anoche, los dirigentes de
los clubes llevaron a la reunión de Comité Ejecutivo de la AFA un informe con
la capacidad de hinchas visitantes que podrían albergar en sus plateas. La idea
de Julio Grondona es que los visitantes vuelvan sí o sí antes del Superclásico
que se jugará en la 10ª fecha en Núñez. En estos días, el presidente de la AFA
se reunirá con el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina para tratar de que
se concrete esa idea.
A Grondona tal vez no le resulte sencillo lograr su
propósito: el ministro de Seguridad, Sergio Berni, dijo ayer, antes de los
disturbios en Claypole, que “la decisión de jugar sin público visitante ha dado
buenos resultados”. Evidentemente, la raíz del flagelo de la violencia pasa por
otro lado y ayer quedó claro en un partido de la más chica de las categorías de
AFA.
El 22 de este mes, en Colón-San Lorenzo, se estrenará AFA
Plus, el sistema que obliga a todos los hinchas a estar empadronados e impedirá
el ingreso de quienes registren antecedentes violentos.
“Si el Papa Francisco quiere venir a ver a San Lorenzo, va a
tener que estar empadronado” , exageró el presidente de Colón, Germán Lerche.
Informe: Marcelo Argüelles, Matías Bustos Milla, Daniel
Contreras y Jerónimo Tello.
Fuente Clarín

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