Rolfi mostró que excede la categoría.
Después de un gran partido de Montenegro y de dos golazos, a
Independiente se le escapó el triunfo por un error a la salida de un lateral de
Talleres.
El equipo de De Felippe dejó pasar la oportunidad de quedar en zona
de ascenso.
Hace un gol desde más de 25 metros. Corre como en su
postadolescencia. Vuela como en los jueguitos electrónicos para conectar un
córner. Empata. Gana. Transpira. Se hace cargo de su liderazgo. ¡Qué más puede
hacer Montenegro! Posiblemente, avisarles a sus compañeros del fondo que se
despierten y que defiendan el resultados que él mismo dio vuelta.
Pero no. La
historia termina con un 2-2 con olor a poco... Es que el equipo de De Felippe
pudo haber quedado por primera vez en la zona de ascenso. Pudo.
Apenas Sánchez Sotelo encontró la pelota y la soledad
absoluta en el área del Ruso Rodríguez, el castigo para Montenegro empezó a
crecer como un gigante.
En esta noche cordobesa de sábado, él merecía llevarse
los tres puntos. El Rolfi solo, nomás.
Bastaron un par de minutos para advertir que el resto de
Independiente no había salido a la cancha con todos los reflejos. Un tiro libre
de Fredrich se fue cerrando hasta meterse en el arco de Rodríguez, quien
reclamó el offside de cuatro jugadores de Talleres por supuesta interferencia
en su campo de visión. No hubo posición adelantada. Si alguien tapó al uno fue
el propio Razzotti.
Con el 1-0 y la desesperación de Independiente, Talleres se
acomodó bien para atacar los espacios de contraataque. A esa altura ya empezaba
a pesar el desequilibrio de Sánchez Sotelo. Si no, preguntarle a Morel
Rodríguez.
Sí es evidente que el equipo de De Felippe está mejor parado
que al comienzo del torneo. Se advierte en su capacidad de recuperación. Tras
ir perdiendo, poco a poco, empezó a quedarse con la pelota, pero le faltaba
cambio de ritmo y profundidad. Todas esas carencias quedaron a un costado
cuando el Rolfi se fabricó ese tremendo bombazo. Llegó en el momento exacto,
antes del entretiempo. Luego del descanso se vio lo mejor de Independiente, ya
como patrón del partido, moviendo con más velocidad la bola, buscando llegar
por los costados.
Y al cabo de una de esas búsquedas hubo un córner. Y tras el
córner, una volea de aire de Montenegro. Pero luego, otra siesta del Rojo.
Cuando debía administrar el pulso del juego, entró en el vértigo que le propuso
Talleres. Y enseguida pagó el 2-2. El punto sirve para extender la racha en la
era de De Felippe: tres empates y tres triunfos.
Pero al revisar la actuación
de Montenegro, es un poroto que resta...
Fuente Olé
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