De Felippe con la pelota en la práctica en Domínico.
El técnico sigue machacando con su objetivo de que el equipo
juegue a ras del piso.
En un táctico, De Felippe colocó cintas a 40 centímetros del
césped y estaba prohibido pasar la pelota por arriba.
Omar De Felippe seguramente es de los que creen que la
repetición es una buena fórmula para que sus jugadores adquieran los conceptos
futbolísticos que pregona. Desde que asumió en Independiente, se preocupó por
insistir en cada entrenamiento con una premisa básica pero innegociable: el
toque por abajo.
Nada de pelotazos a dividir buscando al 9. Es más, sólo les
permite el bochazo a los defensores cuando están presionados y es la única
manera de despejar el peligro del área defendida por el Ruso Rodríguez. Pero al
resto, nada de buscar por arriba.
Tanto machacó con esa idea que el lunes tuvo
su recompensa: hubo 12 toques seguidos por abajo antes del segundo gol de Parra
a Sarmiento.
Como para dejar en claro una vez más lo que pretende de sus
dirigidos, armó una práctica especial. En un trabajo táctico en espacios
reducidos, el entrenador mandó a colocar unas cintas a lo largo de las
dimensiones del campo a utilizar. Las mismas estaban a unos 40 centímetros del
césped. ¿El objetivo? Los jugadores debían pasarse la pelota pero por debajo de
las cintas. Cada vez que alguno de ellos la tocaba por encima, De Felippe
detenía la práctica y volvían a arrancar.
Este ejercicio, con el ingrediente de tocar la pelota por
abajo, se suma a otros que ya puso en práctica el entrenador y que buscan el
mismo objetivo: que los jugadores se amiguen con el balón a través de la
circulación a ras del suelo. El objetivo es que ganen en precisión y también en
confianza. Uno de los métodos que empleó en anteriores oportunidades fue cortar
la práctica de fútbol cada vez que un jugador daba un pase por encima de la
cintura de un compañero. Incluso, hasta llegó a darle un gol al otro equipo
como sanción.
“Tenemos que hacernos fuertes a través de la tenencia de la
pelota”, fue uno de los mensajes que lanzó hacia afuera pero que también bajó
hacia adentro. Las cintas son una prueba más de que, para Omar, la clave pasa
por subir por abajo.
Fuente Olé
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