Este martes sale a la venta en España una publicación con
imperdibles secretos del crack argentino; un SMS que le mandó a Pep Guardiola y
cómo se mueve dentro del vestuario
Barcelona 2009: entra Ibra y sale Messi. Foto: Archivo
Este martes sale a la venta en España "El Misterio
Messi", un libro de 320 páginas realizado por los periodistas Sebastián
Fest y Alexandre Julliard.
"Los autores descubren que la vida de Messi no es tan
chata como su entorno admite. Técnica y tácticas de juego, batallas políticas
en el seno del Barça, rivalidades, omnipresencia de la familia en su vida diaria
o la gestión del negocio Messi están narrados aquí", resume la información
de prensa.
Aquí, un extracto del primer capítulo, titulado " El
Shock ", donde los autores revelan el malestar que sintió la Pulga en la
temporada 2009/2010, cuando Barcelona contrató, por pedido del entrenador Pep
Guardiola , al sueco Zlatan Ibrahimovic:
" Lionel Messi estaba molesto, quisquilloso. Y el que
lo sufría, como siempre, era Josep Guardiola. De un momento a otro, el
entrenador del Barcelona había entrado en tensión, incómodo en el primer
asiento del autobús. El teléfono móvil acababa de vibrar y Guardiola escrutaba
la pequeña pantalla con algo de desconcierto. "Mira esto", le dijo a
su íntimo amigo Manel Estiarte.
La lectura del breve SMS le produjo a Estiarte el mismo
efecto que al ex 4 del Barcelona: sacudida, desconcierto y una breve risa
incrédula. Sin decirse nada, los dos amigos se dieron cuenta del peligro de ese
mensaje de texto que acababa de enviar el mejor futbolista del mundo.
España vivía el otoño de 2009 y el autobús encaraba el
camino de regreso tras un partido de la Liga. Los que relatan el momento
difieren en cuanto a las palabras exactas, pero coinciden en el espíritu del
mensaje de texto que el argentino le envió a su entrenador: "Bueno, veo
que ya no soy importante para el equipo, así que...".
Bueno, veo que ya no soy importante para el equipo, así
que...
Una vez más, Messi se escudaba tras un teléfono móvil.
Aunque en los últimos tiempos fue evolucionando, para él seguirá siendo más
fácil enviar mensajes de texto que decir las cosas. La pelota y el teclado de
su móvil son, en cierta forma, los dos universos más messiánicos. No importaba
que estuviera en el mismo autobús y sólo unos pocos asientos más atrás de
Guardiola y Estiarte. Que sea tímido, que le cueste comunicarse, no quiere
decir que Messi no sea ambicioso, e incluso inconscientemente despótico a la
hora de imponer su categoría.
En el vestuario del Barcelona hay una frase que define el
modo en que se mueve el mejor futbolista del mundo: "No es dictador, pero
sí se hace notar a su manera". Messi sabe que no hay nadie mejor que él,
sabe que influye en el equipo como ningún otro jugador. Y aquel día en el
autobús volvió a hacerlo.
La irrupción de Ibra
La aparición del sueco Zlatan Ibrahimovic, un fichaje en el
que Guardiola se había empecinado, había sido una mala noticia para él. Messi
lo intuyó primero y lo confirmó después. Tenía una deuda de gratitud con
Guardiola, un hombre al que en 2008 no conocía tanto, pero que se lo había
ganado con una de las primeras decisiones que tomó como técnico: torcerle el
brazo al club para que le permitiera al argentino jugar con la albiceleste los
Juegos Olímpicos de Pekín, en los que se llevaría el oro. Sí, Messi le debía
una a Guardiola, pero la sutil presión (¿amenaza?) viajó desde su móvil hacia
el del técnico porque esta vez había peligro. Era claro. Messi venía de un par
de partidos sin brillo e Ibrahimovic estaba jugando bien. Se complicaba el
proyecto del argentino, esa vida plácida en el Barcelona en la que no debía
luchar por ser el líder, y el centro de todas las cosas, porque todos se lo
reconocían sin que lo tuviera que pedir. Con Ibra no, con el sueco era
diferente.
El argentino se las arreglaría en la era Guardiola para
imponerse como referencia del ataque ante depredadores del área como el
camerunés Samuel Eto'o, un hombre con el que no tenía mala relación, y se
fagocitaría amablemente a Bojan, que terminaría en la Roma muy enojado con el
entrenador del Barcelona. Lo mismo que a Eto'o le sucedería al chileno Alexis y
al español Villa un par de temporadas después.
Aquel SMS de Messi en el inicio de la temporada 2009-10 le
hizo ver al entrenador las luces rojas de peligro, aunque también le ayudara el
hecho de que el sueco perdiera rápidamente la paciencia y se convirtiera en el
rebelde del grupo, aseguran aquellos con acceso al vestuario del club. "Yo
sé jugar así, voy a jugar así, de delantero centro", le dijo al
entrenador, abriendo una distancia que ya nunca se achicaría.
Messi quería jugar en el medio, no de extremo, por lo que el
sistema cambió de un 4-3-3 a un 4-5-1. Yo fui el jugador sacrificado y ya no
dispuse de la libertad en el campo que necesito para tener éxito
A la siguiente temporada, Ibra estaba fuera del Barça.
¿Había vuelto Messi a ganar desde el silencio? El sueco cree que no: "Todo
empezó bien, pero después él comenzó a hablar", explicaría años más tarde
el delantero, durante una entrevista con la CNN. "Messi quería jugar en el
medio, no de extremo, por lo que el sistema cambió de un 4-3-3 a un 4-5-1. Yo
fui el jugador sacrificado y ya no dispuse de la libertad en el campo que
necesito para tener éxito", reveló.
Ibrahimovic siempre podrá decir que durante un año formó
parte del Barcelona de Messi, pero la experiencia fue para él más amarga de lo
que hubiera imaginado. Guardiola, que insistió para que el Barça fichara al
sueco, debió tragarse su orgullo, pero salió ganando. Ibra también se lo tragó,
pero perdió. Por eso tuvo especial valor lo que dijo horas antes de medirse en
abril de 2013 al Barça de Messi y Tito Vilanova por la ida de los cuartos de
final de la Liga de Campeones: "Messi es el mejor jugador del mundo. Al
Balón de Oro le deberían dar su nombre".
Los grandes futbolistas saben cuándo hay otro aún más grande
que ellos. Por eso también hay que darle crédito al gigante sueco: quizá sea
cierto lo que dice, quizá Messi le ganó la partida con algo más que gestos y
mensajes de texto, quizás habló claramente con Pep del tema. No se puede
descartar, porque los años en los que Messi sólo hablaba a través de la pelota
estaban llegando a su fin."
Fuente Cancha Llena
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