Por Waldemar Iglesias
El mundo rojo no se cansa de celebrar lo logrado el
domingo. Y sueña hasta con el título.
Burlas. La muchedumbre de Independiente, el domingo,
cargando a los hinchas de Racing. / GERMAN GARCIA ADRASTI.
El clásico de Avellaneda sigue latiendo.
Los hinchas de
Independiente ya hicieron recorrer el mundo a los afiches con las cargadas.
Dicen allí que Racing es Súper Hijitus (por los 22 partidos de ventaja) y que
ellos son de Primera División.
Los de Racing, más tímidamente, responden en las
redes sociales diciendo que la edición 199 (contando desde la cita inaugural de
1915) fue el último clásico. Desean que el vecino archirrival descienda.
Pero
el promedio escaso no lastima la fiesta del Rey de Copas.
Fue y es puro festejo, también en el después.
Es una
celebración que continúa.
Que empezó el domingo y que continuará, tal vez,
hasta el próximo clásico... Así lo vivieron. Así lo viven.
Américo Gallego, definitivamente, es el gran
especialista en amargar a Racing.
Once partidos dirigidos con tres clubes, nueve
victorias y dos empates.
Con Independiente: cuatro triunfos y una igualdad.
Estaba exultante. El segundo gol lo gritó como si no le importara quedarse sin
voz en toda la semana.
También ofreció su análisis: dijo que contra Vélez había
sido más complicado. Y miró al futuro con un optimismo que crece: “Dije que
íbamos a pelear el campeonato y lo dije convencido, en serio. Tenemos equipo y
estamos a tres del puntero”.
Parece que la victoria hizo magia: está todo bien...
El presidente Javier Cantero se ríe y cuenta que acertó
el resultado, ese 2 a 0 que tanto se pareció a su domingo más feliz. Lo había
comentado entre sus personas más cercanas y luego lo hizo público en radio La
Red, el viernes. Ahora sigue festejando el triunfo. Y una calma nueva.
Ricardo
Bochini, quien estuvo en el palco y recibió un trato propio de una celebridad,
mostró la más grande de sus sonrisas. Se abrazó con hinchas. Y repitió tres
palabras que eran de él pero eran también de todos los que lo rodeaban: “Estoy
muy contento”.
Por otra puerta cercana salió Daniel Bertoni. Lucía eufórico.
Para Leonel Miranda fue un estreno tal como imaginó. O
muy parecido. Tenía pensado un festejo distinto. Pero en el momento posterior a
su derechazo implacable hizo lo único que le salió: corrió y le dio muchos
besos a la camiseta roja. Esa, con el número 33, ya se la regaló a la mamá. La
otra, la que se puso en el segundo tiempo, cuentan que se la dará al Albion, el
club de barrio en el que se formó. Su gol no fue una casualidad, sino la
continuación de un hábito que tenía en las Inferiores.
Sostienen en la sede de
la Avenida Mitre que le había marcado cinco tantos a Racing y que, con la
Octava, una tarde le convirtió un gol olímpico.
Se le cayeron lágrimas a Hernán Fredes.
Una emoción
enorme y parecida sintió Federico Mancuello.
Ellos también lo vivieron como
hinchas.
En definitiva, todos lo vivieron -de algún modo- como hinchas.
Desde
la semana pasada, todos son socios del club.
Fuente Clarín
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.