Por Pablo Olivieri
(Ex integrante de la Revista "El Gráfico";
actualmente periodista de programas que se emiten por "El Garage TV"
y "América Sports", en "Cablevisión" y "Directv")
Ganar un clásico no es una novedad para Independiente,
podríamos decir incluso que se trata de una costumbre.
Desde el primer partido
de la historia hasta el último lo ha demostrado.
Nuestros equipos supieron
imponerse a los de Racing en diferentes escenarios, en inferioridad numérica,
en simples amistosos, en partidos decisivos, en Copas internacionales. Pero
todos sabemos que éste no era un partido más.
La situación histórica obligaba a ganar más allá de
honrar la historia. Se necesitaba un triunfo para reafirmar la recuperación
anímica de Liniers y encarar las 16 finales que quedan con fe y argumentos. Y
el Rojo no nos falló, como en sus más de cien años de vida, poniendo la cara,
los huevos y el fútbol cuando la adversidad nos toca la puerta.
Fue un triunfo que trasciende la validez de los tres
puntos, que va más allá de extender una paternidad que hasta produce vergüenza
ajena.
Independiente demostró que está a la altura de los acontecimientos, que
va a pelear por la tabla de abajo siendo protagonista de la tabla de arriba.
¿Cómo lo ganó? En realidad lo empezó a ganar en la semana
previa. Mientras los rivales lloraban por los medios, todo el plantel se hacía
socio del club, los hinchas asistían al entrenamiento y reventaban las
boleterías. En la cancha, y desde el minuto cero, se vio a un equipo decidido a
imponerse, con el peso de la historia pero con el juego bien presente.
Mi primer maestro en el periodismo, Julio César
Pasquato (Juvenal), me decía que en el fútbol eran fundamentales las
sociedades. El admiraba mucho la que formaron Bertoni-Bochini. Ayer recordé
mucho a ese gran periodista porque Morel y Tula fueron socios perfectos en la
marca, porque Vargas y Fredes se unieron para quitar y jugar, porque Montenegro
y Miranda se juntaron para generar las mejores opciones del equipo.
Así se
forma un equipo, así se sostiene un juego colectivo que también tuvo actores de
reparto que actuaron como grandes protagonistas como Mancuello y Ferreyra.
Un párrafo aparte para Gallego, hombre que piensa como
director técnico y siente como hincha. Hay decisiones en este momento crítico
que marcan su buen criterio y valentía.
Promovió a Rodríguez y a Miranda,
recuperó físicamente a los que no podían moverse y empezó a manejar mejor su
ansiedad y locura. De esta manera volvió a ser líder que todos conocemos y
queremos. Además, aprendió a decidir cuáles son los momentos para atacar y
cuándo hay que cuidar la pelota y el
resultado.
La gente también está jugando su propio torneo. Desde
el partido con Tigre se evidenció un cambio de actitud positivo.
Esa frase
hecha de que “todos juntos salimos de ésta” cobra cada vez más fuerza. Con Racing también se ganó desde las tribunas
y en Liniers el aliento fue conmovedor.
Cuando un cuerpo técnico está firme, los jugadores
están convencidos y el hincha apoya, todo puede ser posible. Y cómo no va a ser
posible en un club que fue capaz de ganar una final con 8 hombres, que dio
cátedra ante Juventus, que le ganó al Santos de Pelé y tantas veces dejó muda a
la Bombonera.
Hoy recuperamos la fe pero lo más importante es que no
se trata de una simple expresión de deseo, hay sólidos argumentos para soñar en
grande y dejar de pensar en los problemas que jamás imaginamos tener.
Fuente El Gran Campeón
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