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lunes, 18 de febrero de 2013

Gallego y sus jugadores intercambiaron actitudes.



    

La primera victoria de Independiente en casi cuatro meses llegó tras una reunión entre el DT y los referentes del plantel; el Tolo estuvo calmo, y el equipo, enchufado.

Por Alejandro Panfil 


 Gallego da instrucciones a Morel, uno de los cuatro jugadores con quienes se reunió. Foto: LA NACION / Emiliano Lasalvia.


Cuánto pueden cambiar las cosas de una semana a la siguiente. Cuánto puede modificar el panorama una charla profunda y apacible en un momento incandescente...

El debut de Independiente en el torneo Final, la noche de la bofetada del 1-3 a manos de Newell's, había expuesto un entrenador enloquecido y un equipo diezmado, planchado, lánguido. Américo Gallego había pasado 16 minutos en el banco de suplentes, antes de ser expulsado por protestas; sus dirigidos habían errado por la cancha, sin respuestas tras un penal errado y goles ajenos.

Anteanoche, los referentes del plantel pidieron al director técnico un encuentro. Lo notaban irascible, demasiado nervioso, sobreacelerado. Nada que ayudara en un momento en que lo que necesita Independiente es confianza y templanza. Y Gallego se reunió en la concentración con los futbolistas más representativos: Daniel Montenegro, Claudio Morel Rodríguez, Cristian Tula y Ernesto Farías. Ellos le aconsejaron que bajara las revoluciones, que tuviera una mejor comunicación con el plantel. El ambiente del cónclave fue muy positivo, distendido; un pedido por Víctor Zapata, marginado del grupo por el entrenador, habría sido inoportuno en ese contexto. No lo hubo.

La reunión tuvo su correlato anoche. Hubo otro Independiente y otro Gallego en actitud. El DT pasó bastante tiempo sentado y se contuvo en sus reclamos al referí, Pablo Lunati; apenas dijo algo al oído, como al pasar, a Gastón Meineri, el cuarto árbitro, por un tiro libre para Vélez, a los 12 minutos. Incluso, en el segundo tiempo, ya con el resultado 1-0, se permitió intercambiar sonrisas con Fabián Cubero, al pedir una amonestación al defensor local por una infracción contra Federico Mancuello. Y se repartió las indicaciones a los suyos con su ayudante de campo, Enrique Borrelli.

Y así como el Tolo se calmó, su conjunto se encendió. Independiente corrió, mordió, buscó, quiso. No se dejó domesticar en rodeo ajeno, en la casa del defensor del título. Incluso, a veces se pasó de los 220 voltios. Con pocos minutos de diferencia, Julián Velázquez estuvo al borde de ceder un penal con una violenta falta (ver aparte), Hernán Fredes y Morel Rodríguez no se quedaron atrás en brusquedades, y Velázquez obligó a Lunati a echarlo de la cancha apenas a los 21 minutos. ¿Qué hizo Gallego? No perdió la tranquilidad y reestructuró la defensa con tres hombres, sin miedos excesivos. ¿Qué hizo el capitán, en cambio? Montenegro no dejó pasar la ocasión para reprochar ostensiblemente a Velázquez por su falta de inteligencia.

Mientras, Farías, el mismo del penal groseramente errado frente a Newell's, continuó impreciso, pero estuvo muy enchufado, sin dejarse caer anímicamente tras aquel error que había costado puntos de oro en Avellaneda. Tan dorados como los que, con diez futbolistas la gran mayoría del tiempo, el conjunto rojo cosechó anoche en Liniers contra el campeón, cuando pocos lo esperaban.

Tal vez el propio Tolo entre ellos. Su procesión, al menos anoche, pareció ir por dentro. Pero el DT explotó de liberación con el pitazo final: abrazó a cada uno de sus hombres, con énfasis en Ferreyra y Farías, y hasta saludó muy sonriente a la terna arbitral. Nada que ver con el Gallego de seis días atrás...

Independiente no ganaba desde el 19 de octubre (1-0 a Argentinos en La Paternal). Quebró la serie. Quedan 17 fechas de sufrimiento, pero el panorama es otro. Con la lección oportunísima del enorme poder del diálogo...

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El sexto expulsado rojo: Julián Velázquez vio la tarjeta roja a los 21 minutos del partido, como resultado de la segunda amarilla. Pero la primera amonestación, por un codazo a Ezequiel Rescaldani al borde del área y su posterior protesta vehemente al árbitro, ya merecía la expulsión. Fue la segunda roja al defensor en la temporada, y la sexta para Independiente; los otros cuatro sancionados fueron Martín Benítez, Samuel Cáceres, Claudio Morel Rodríguez y Fabián Vargas.

Una pausa entre tanto calor: Por los 30,3° de temperatura en Liniers, Pablo Lunati interrumpió el juego a los 30 minutos del período inicial para que ambos equipos se refrescaran, algo inusual en un encuentro nocturno. Ricardo Gareca aprovechó el corte para recriminar a sus dirigidos no haber plasmado en el marcador la supremacía de Vélez.

Fuente La Nación

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