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viernes, 22 de febrero de 2013

EL VÍA CRUCIS DEL DIABLO



Ilustró rrrojo





El “rey de copas” está desnudo y afronta la batalla de su vida. Su dirigencia emprendió un (intento de) cuerpo a cuerpo contra la barra brava del que no hay antecedentes en el fútbol argentino. Historia de dilapidación y aguas nauseabundas que inundan todo. Un monstruo devorador está al acecho: el descenso. Independiente de Avellaneda se la juega.

Por Alejandro Wall

La carta llegó a la farmacia un viernes por la mañana; la tiraron por debajo de la puerta. Cuando Claudio Keblaitis la agarró, se encontró con un collage de letras, todos recortes de revistas, igual que en las películas. Ahora parece no recordar con nitidez, como si quisiera borrarlo de la cabeza, pero el papel decía, sin vueltas, algo más o menos así: Te vamos a pegar un tiro en la cabeza.

-Un estilo bien mafioso -recuerda Keblaitis, vicepresidente segundo de Independiente.

Un mes antes ya había tenido noticias de ese tipo: en un sobre le habían guardado un papel con datos personales que sólo él podía conocer, o alguien que hubiera accedido a su clave para tenerlos. Eran datos muy precisos. Querían que supiera que lo controlaban, que lo estaban siguiendo de cerca. Querían que viviera con miedo hasta no soportarlo, esa forma tan práctica de la extorsión.

Keblaitis, de 53 años, cambió su rutina diaria. Modificó los recorridos cotidianos, varió los horarios las veces que pudo, comenzó a moverse en taxi y a mirar hacia todos lados. Su familia también cambió los hábitos. Sus dos hijas, que llegaban a la casa cerca de la medianoche después de una jornada de estudio y trabajo, le avisaban cada movimiento desde sus celulares. Y cuando esos celulares estaban apagados, Keblaitis se desesperaba.

Era volverse un poco más loco cada día. Se dio cuenta, ahí mismo, de que las amenazas de la barra brava le habían cambiado la vida. Hasta que se cansó. El viernes en que recibió la carta que le prometía un tiro en la cabeza, presentó la renuncia ante Javier Cantero, el presidente con el que había asumido apenas seis meses antes el compromiso -y el sueño- de gobernar Independiente. Los barras, que también habían amenazado a Cantero, pudieron sentir la alegría de una batalla ganada. Aunque no estaba todo terminado. Sus compañeros de comisión directiva le pidieron que se tomara una licencia y que pensara su situación.

-La pregunta que te hacés es para qué. Todo te shockea al principio. Porque no sabés, porque no estás acostumbrado a esto. Somos gente común, como dijo Javier, no nos manejamos con custodia ni nada. Y la verdad es que dar un paso al costado era reconocer la derrota, avalar en cierta manera su accionar, y no quise dejar a la deriva algo por lo que había luchado tanto.

Así que un día volvió.

Ahora está sentado a una mesa del archivo y museo que comenzó a armar en el quinto piso de la sede. Es su obra. Hay camisetas viejas, camisetas más nuevas, banderines, copas, revistas, fotos, diarios y libros. Keblaitis señala a Viernes dos trofeos que brillan en una repisa pequeña. Hace un par de meses los encontró en un sótano con las bases rotas y llenas de hongo. Uno se ganó en España en 1967 y el otro es de un cuadrangular que se jugó en México. Los pulieron y los colocaron en el nuevo museo.

-Somos el rey de copas, no podemos tener ese capital en el sótano.

Keblaitis dice que también encontró humedecidos tres tomos con recortes de diarios desde 1925 hasta 1934. Un intento de archivo. Pero lo peor es lo que está acá enfrente. Keblaitis muestra la biblioteca del club, fundada en 1933, que la gestión anterior había sacado para reemplazar por un salón de usos múltiples. Ya había construido en el cuarto piso un quincho con parrilla para hacer reuniones de comisión directiva. Ese quincho también lo usaba la barra, indican en la actual conducción del club.

Keblaitis se recibió de farmacéutico en la Universidad de Buenos Aires. Siempre le gustaron el fútbol y el rock. A fines de la década del setenta, incluso, llegó a escribir en la revista Expreso Imaginario. Lo llamaron después de leer un comentario sobre un recital de Luis Alberto Spinetta que había publicado en una revista subterránea que editaba junto con unos amigos. Aquello duró un par de años, hasta que se casó y nació su primera hija. Años más tarde, retomó el oficio de escribir, aunque como un hobby, para investigar sobre la historia de Independiente. Keblaitis se internó en bibliotecas, revisó diarios de época y cruzó información. Descubrió el lugar exacto donde se fundó el club y supo que el primer partido no tuvo el resultado que siempre se dijo. De ahí, entre otros libros, publicó los tres tomos de Alma Roja, con la historia de Independiente.

Sus libros sirvieron como aglutinador de los hinchas y socios que resistían a Julio Comparada, los que se oponían a la demolición del viejo estadio y la construcción de uno nuevo. A partir de ellos se formó Independiente Místico, la agrupación con la que Cantero ganó las elecciones el 18 de diciembre de 2011.

Le ganó nada menos que a Baldomero Cacho Álvarez, un hombre del PJ bonaerense, exintendente de Avellaneda, que contaba con el apoyo de Hugo Moyano y de la barra brava. Sus antecedentes, como los de Keblaitis, también tenían que ver con la historia: Cantero fue quien impulsó que el tramo de la calle Almirante Cordero que bordea el estadio de Independiente pase a llamarse Ricardo Enrique Bochini. Y fue en un acto de Independiente Místico que se mostró en público, por primera vez, el gol que el 28 de noviembre de 1973 Bochini le hizo a la Juventus por la Copa Intercontinental. Un gol que se recuperó recién hace siete años y que para muchos hinchas fue como empezar a recuperar la memoria.

El pasivo de Independiente, según el último balance, roza los 330 millones de pesos. Comparada dejó un club plagado de deudas, concursado desde 2005, tomado por la barra brava, con un estadio sin terminar, y con el promedio del descenso cerrándose en el cuello del equipo. Una semana antes de las elecciones dio cheques por dos millones de dólares con vencimiento al 30 de enero, indican en el entorno de Cantero. Pero en la caja sólo había 84 mil pesos, el dinero de la marca de la camiseta se había cobrado hasta diciembre de 2012, y la televisión se había adelantado hasta abril de este año. Ni siquiera se podía recurrir a la AFA, principal acreedor junto con la AFIP.

Keblaitis cuenta que se encontraron, además, con facturas de cinco mil pesos por el arreglo de un enchufe, con material a nombre de Independiente que se bajaba en casas de dirigentes, con un reclamo del Banco Macro por cerca de cuarenta millones de dólares y otro del Banco Mariva por dieciséis millones de pesos. En ambos casos, la garantía fueron derechos económicos de jugadores. Una aberración -dice-, como volver a la esclavitud. El crédito del Mariva fue desestimado por la Justicia en primera instancia. El mismo destino se espera para el préstamo del Macro, aunque el club ya tuvo un fallo en contra que apeló ante la Cámara.

-La gestión de Comparada hundió al club -dice a Viernes Ricardo Bochini, que estuvo enfrentado al empresario, a quien llegó a calificar como el peor presidente en la historia de Independiente. Por eso me fui, dice. Su nombre era una fija para el estadio, que terminó llamándose Libertadores de América por una encuesta que muchos socios dieron por poco creíble. La nueva cancha es la gran mochila que arrastra el club. Costó tres veces más de lo presupuestado. Según algunos cálculos, ahí se fueron más de 40 millones de dólares, que fueron a engordar la deuda del club. Los números finales se verán en la auditoria que se encargó a la Universidad Tecnológica Nacional. Hasta ahora, más allá de la imaginación de cada uno, es una incógnita saber dónde fueron a parar los 28 millones de dólares que ingresaron por el pase de Sergio Agüero. Tampoco qué se hizo con los 16 millones de dólares de las transferencias de Germán Denis y Oscar Ustari.

-Si hubieran ido al estadio tendríamos dos canchas terminadas -dice Keblaitis.

Construcciones Unión, una de las empresas contratadas, pidió en octubre pasado la quiebra de Independiente ante el Juzgado Civil y Comercial N° 2 de Avellaneda por 942 mil dólares. Todas las empresas constructoras pasaban por la gerencia general del club. Según surge de la auditoría, la relación era directa. Y algunas estaban formadas por apenas cinco albañiles, explica Keblaitis. Todas esas irregularidades, dice, están en manos de la Justicia.

Grape, otra de las constructoras, reclama 395 mil pesos y viene de un conflicto largo con el club. Cuando se inauguró el estadio, el 28 de octubre de 2009, la empresa advirtió que la estructura resultaba un peligro para los espectadores porque aún tenía partes en construcción. Era lo más temido por la actual dirigencia: los problemas de seguridad. Dicen que ya no hay peligros, pero apenas lo inspeccionaron vieron que la dejadez había sido implacable. Algunas partes se parecían a una ciudad bombardeada. Las cloacas se desbordaban en la popular visitante y el líquido inmundo caía en la cabeza de los locales. Ahora tienen que contratar dos tanques atmosféricos para evacuar.

-Como Yacyretá, el estadio también es un monumento a la corrupción -dice Keblaitis-.


Aquello de los líquidos cloacales fue el fin de la metáfora: a los hinchas de Independiente los meaban, pero los dirigentes les decían que llovía. Si algún socio decidía rebelarse, la barra que regenteaba Pablo Bebote Álvarez funcionaba como guardia pretoriana. La última asamblea de Memoria y Balance de la gestión Comparada se hizo bajo la custodia de los dueños de la tribuna. Hasta echaron a un técnico, Antonio Mohamed, tocándole la marcha fúnebre en la puerta del vestuario. La barra manda en el club, dijo el entrenador antes de irse. Pero los hinchas se hartaron de Bebote y sus secuaces y, algo curioso en el fútbol argentino, los enfrentaron con insultos. Fue el germen del triunfo de Cantero.

Varios de los barras aparecían como empleados del club. Bebote, cuentan, tenía la licencia del merchandising oficial Diablos de Avellaneda y era quien organizaba los viajes de la Subcomisión del Hincha, colonizada por sus fuerzas. Hasta tenía un micro propio entre los que se contrataban para llevar gente al interior. Cantero le hizo un torniquete a ese conducto por el que se fugaba dinero del club. En una apretada televisada en vivo por las cámaras de C5N, el presidente de Independiente le dijo a un Bebote encapuchado: Vos te llevabas 42 mil dólares por mes, sos un ladrón.

Este año empezó con novedades inquietantes. Florencia Arietto, una abogada sub-40, vinculada a la defensa de los derechos humanos, era toda una rareza en el esquema del fútbol argentino, misógino y camarillero. Era un azote infranqueable contra la barra. Pero semanas atrás renunció como jefa de Seguridad del club.

Su partida prendió la alarma: ¿Cantero había optado por negociar con las bandas que asolaban al club? Arietto reconoció diferencias con el presidente, que decidió levantarles el derecho de admisión a dos personas (un barra y un palquista). Se dijo, incluso, que le habían falsificado una firma, aunque ambas partes lo desmintieron. Cantero es una persona buena, les digo a los hinchas que al final la batalla la vamos a ganar, que no hay que perder la esperanza. Es lo mejor que le puede pasar a Independiente: que lo acompañen y lo sostengan, dijo Arietto después de su renuncia. Lo que chocó, sostienen en el club, es la posición irreductible de la abogada y el intento de la dirigencia de no hacer de la lucha contra los barras un tema central por sobre todos. Eso no significa, insisten, pactar con los violentos.

Porque el conflicto con la barra brava, según Cantero, no es un asunto prioritario. Mientras se libra esa batalla, Independiente pelea contra el monstruo del descenso. No hay dirigente que no piense que ése es el verdadero nudo que los acecha. Los que vienen serán meses de angustia para los hinchas: el equipo de Américo Gallego está en zona de descenso, sólo por arriba de Unión y de Quilmes. Un cálculo estimativo dice que tendría que acumular treinta puntos durante el torneo Final para no descender. Bochini, el gran ídolo del club, le tiene fe al equipo del Tolo Gallego: El momento es difícil, pero yo creo que va a salvarse del descenso. Después tendrá que armar otro equipo para no volver a pasar por esto.

-Todo nuestro proyecto está supeditado a lo que ocurra con lo futbolístico -dice Keblaitis.

¿No es posible pensar que la reconstrucción de un club también puede incluir un descenso a la segunda categoría? Ricardo Pavoni, hombre de los años dorados de Independiente, actual entrenador de inferiores, dice que hay que entender que no hablamos de un club con fútbol, sino un club de fútbol, por lo que la masa societaria busca que el club ande bien deportivamente. Y ahí sí lo vas cambiando. Porque cuando vas ganando lo ves todo de una manera distinta. Pavoni fue una de las glorias que apoyaron a Cantero en su lucha contra la barra y se descarga ante Viernes: Hace 46 años que estoy ligado al club y voy a estar siempre para dar una mano. Cantero arrancó con la promesa de limpiar el club y lo de la barra ha tomado un auge muy grande. Hay que apoyarlo.

-Y mirá que a mí ningún miembro de la barra me puso un dedo encima, pero los palquistas y los plateístas me dejaron un tajo de cinco centímetros en una de las piernas. ¿Dónde está la violencia? -se pregunta Keblaitis.

Después del partido con Colón, el último del torneo Inicial, Keblaitis bajó a hablar con los hinchas que lo insultaban. Ahora sí, dice, en Independiente se puede agraviar a los dirigentes con libertad. Trató de decirles que estaba dejando la vida, que tuvo que renunciar a la mitad de su salario en la farmacia para atender al club, que llega a su casa a la medianoche, que su salud se deterioró y que perdió a su pareja. Nadie lo escuchó. Tuvieron que rescatarlo entre la turba enfurecida. Recién cuando llegó a su casa vio la herida en la pierna.

-Independiente se está jugando 108 años de historia, 100 años en Primera. Los entiendo, pero no los justifico.

Le digo que se me ocurre que la idea de cambiar un club también tiene que ver con cambiar la cabeza del hincha, ¿o no?

-Sí, pero no lo entienden. Acá podemos hacer manejable la deuda, que sea previsible, dar un vuelco en lo institucional y en lo social, todo lo que quieras. Pero si el resultado deportivo no te acompaña, fracasamos. Si la pelota no entra, lo bueno que hicimos acá no sirve para nada.

Keblaitis recorre las paredes con la mirada, que es como recorrer la historia de Independiente. Es un hombre tranquilo, pero admite que la situación del equipo lo tiene nervioso. En el arranque del torneo, hasta ahora fue una derrota y una victoria. Es bastante para lo que parecía. Le pregunto si puede dormir bien y responde que sí, aunque sólo porque llega a su casa molido después de una jornada agotadora. Sólo por eso. Keblaitis, el dirigente que vivió bajo amenaza, se sacude los fantasmas de encima, respira con confianza y dice que todo saldrá bien, que Gallego va a saber repartir las cartas. Gallego es el mesías del mundo rojo. Keblaitis lo sabe.

-Estamos en sus manos.

@alejwall


Fuente Ambito.com

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