Lolo Miranda y su mamá Cristina. (Foto Buho)
Por Vicente Muglia
Conocé la historia de Leonel Miranda, Lolo, el pibe que
aún no puede creer todo lo que está viviendo.
Muy familiero, recuerda sus
orígenes el día después de su gol contra Racing.
El celular no para de sonar. Que la tía, que un amigo,
que un periodista...
Se suponía que el día después del clásico era para
descansar. Pero son las cuatro de la tarde y eso ya es una misión imposible
para Leonel Miranda. Héroe ante Racing, Lolo dejó escrito su nombre en la
historia del clásico de Avellaneda con ese gol a los dos minutos de juego.
Por
algo el taxista que ayer lo llevó a un estudio de TV le pidió un autógrafo. Por
algo una fanática del Rojo se tatuó el 33 (su número de camiseta) y le mandó la
foto por Twitter. Por algo su mamá Cristina, su fan N°1, se levantó temprano y
compró “todos los diarios”. El pibe, que cumplió 19 años en enero, aún no cae.
“No puedo creer todo lo que estoy viviendo. Debutar en Primera, ser titular,
jugar mi primer clásico, hacer mi primer gol...”, le enumera a Olé en su
departamento en una de las torres de Avellaneda.
-Imagino que con tantas fotos en las tapas de los
diarios ahora en la calle te reconocen más, ¿no?
-Sí, je... Lo de la gente es
muy lindo. Tengo varias anécdotas también.
-Contame una.
-Uh (piensa y sonríe)... Unos días después de jugar
contra Newell’s, me bajé del colectivo en la Avenida Mitre y había un chico de
la calle que me empezó a mirar. Tendría 9, 10 años... Me miraba y tenía puesto
un pantaloncito de Independiente. Se me acercó y me preguntó: “¿Vos sos
Miranda?”. Y cuando le contesté que sí, se puso a llorar. Le pregunté por qué
lloraba y me dijo que era hincha del Rojo y que no podía creer que estuviera
viéndome. Yo no sabía qué hacer. No tenía nada de Independiente para regalarle
así que agarré y le di 50 pesos.
Esa anécdota define cómo es Miranda fuera de la cancha.
Un pibe simple, familiero y que sabe lo que son las necesidades.
Hasta mayo del
año pasado vivía con su mamá y sus dos hermanas en Villa Tranquila. Luego se
mudó gracias a una gestión del club. Todavía no maneja y se mueve en taxi o
colectivo, pero no es algo que lo desespera.
“En el vestuario algunos me dicen
‘a ver para cuándo el autito’, pero hay cosas más importantes”, dice con los
pies sobre la tierra. El valor del dinero empezó a sentirlo en carne propia
cuando de chiquito se prendía en los picados del barrio.
“Se jugaba por plata,
mucha eh... Y siempre los rivales eran más grandes que yo. A veces terminaba
cortado. No sólo por los vidrios que había en la cancha sino por las patadas
que me daban. Pero me encantaba jugar esos torneos”, recuerda.
-¿En el barrio te animabas a pisarla?
-Sí, siempre me
gustó hacer lujos. Por ahí agarraba e intentaba imitarlo a Riquelme y la
empezaba a pisar...
Dicen que su desfachatez, esa que mostró en el verano
con un caño a Camoranesi y otro a Franco Sosa, la trajo desde la cuna.
Cuando
estaba por cumplir sólo 6 años, un tal Ricardo Enrique Bochini, acompañado por
el Mencho Balbuena, fue al club Albión de Avellaneda, donde Miranda jugaba al
baby-fútbol, para reclutar pibes para las Infantiles del Rojo.
Lolo, que en ese
entonces era Leo para todo el mundo, la rompió y se ganó una citación para ir a
entrenarse a Villa Domínico.
“Ahí arranqué en Independiente. Hace 13 años que
estoy en el club. Y en octubre firmé mi primer contrato por cinco años”,
cuenta.
-¿Siempre jugaste de enganche?
-Sí, siempre. Bah,
algunos partidos en Inferiores jugué de volante por la derecha o por la
izquierda, pero de enganche es donde más me gusta jugar.
-Apareciste justo en esta época donde escasean...
-Sí, pero yo creo que los técnicos tienen que animarse
a jugar con enganche. Nosotros que estamos en una posición complicada por el
promedio jugamos con dos. Yo trato de darle una mano a Rolfi, de acompañarlo
para generar juego...
-Concentrás con él. ¿Qué te dice?
-Ufff, me aconseja
muchísimo. El ayuda mucho a todos los pibes del club. Y antes del partido yo le
decía que él iba a hacer un gol y él me contestó que el gol lo iba a hacer Yo.
La verdad es que a veces no puedo creer estar compartiendo la habitación y el
equipo con él. Pensé que no iba a tener chances cuando él llegó.
-¿Por qué pensaste eso?
-Porque yo en diciembre jugaba
y practicaba en Reserva. Cuando me llevan a la pretemporada y llega Rolfi, que
juega en mi puesto, pensé que empezaba el torneo y volvía otra vez a la
Reserva. Pero Gallego me dio confianza y tuve la chance de jugar en Primera.
-¿El Tolo es de hacerte bromas?
-Sí, aunque también me
reta. A veces se me acerca y me dice “cagón, pateá más al arco”. El domingo
contra Racing le hice caso. Después me miraba y se reía, ja...
-¿Así que al meter el gol te acordaste de tu mamá?
-Siii... Me volví loco cuando vi que entró. El gol y la camiseta son para ella.
Enseguida me acordé de mi mamá y de mis dos hermanas, Lara de 13 y Brisa de 6.
Somos muy familieros los cuatro. Por ellas dos es que en casa hay más muñecas
que pelotas, ja...
-¿Con el triunfo en el clásico van a animarse a mirar
la tabla de arriba?
-Yo nunca fui de mirar la tabla de los promedios. Tenemos
un buen equipo y si andamos bien, te olvidás del descenso. Tenemos que
demostrar que estamos para grandes cosas.
-¿Ya soñás con irte a Europa, la Selección...?
-Son
sueños que tengo, claro. Pero primero hay que dejar a Independiente en Primera.
Y ojalá que antes de irme a otro lado pueda salir campeón con este club y jugar
alguna Copa. Ojalá se me dé.
Fuente Olé
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