Es sano y natural. Desde el fútbol amateur hasta las grandes
ligas del mundo, es normal que cuando un equipo pierde como perdió
Independiente ante Lanús, en el vestuario se escuchen críticas y enojos.
Trascendió que luego del feo debut del Rey de Copas en la
Copa de la Liga, uno de los máximos referentes del plantel entró a las duchas
en llamas, cuestionando la falta de concentración y de eficacia a la hora de
jugar. Recriminándole a sus compañeros mayor conexión y, básicamente, atención
para no caer otra vez de manera estúpida ante el mismo rival. Además,
vociferando que no pueden ‘comerse otro técnico’.
El griterío fue en aumento y los dardos volaron de punta a
punta, típico de un equipo que en la cancha hizo agua y en el que nadie se
salvó del aplazo. Fue Julio Falcioni quien intercedió para apaciguar, poniendo
seriamente en caja a los alterados y así evitar un problema innecesario en la
primera fecha del torneo. Después de eso, el silencio reinó entre las cuatro
paredes.
A la tarde siguiente, ya con los ánimos más calmados, el DT
reunió al equipo en Villa Domínico y sostuvo una extensa charla en la que dio
por cerrada aquella discusión y bajó una línea de tranquilidad. Hay veces que
un cruce a tiempo es para beneficio del plantel. Por supuesto, el técnico
reconoció que el encuentro ante el Granate fue un desastre y que sí o sí deben
mejorar si no quieren pasar otro papelón.
Fuente Infierno Rojo
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