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lunes, 28 de octubre de 2019

Vengo a alentar de corazón



Por Sofía Franzoia

Puede fallar el equipo, el DT o los dirigentes, el árbitro... O todos a la vez. Pero, ¿Saben lo que nunca falla? La hinchada, la gente que en cada partido renueva esa promesa de amor que un día juró con el Rojo.

Cuando el hincha dice

"La que te sigue en las buenas y en las malas" sabe que hay que estar, y estar es estar.

Tal vez el equipo no lo merecía, pero sin dudas lo necesitaba. Y la gente va a estar ahí, no importa si es día de semana, si tienen que poner una excusa en el laburo, faltar a un compromiso, dormir poco o incluso viajar los kilómetros que sean necesarios para estar acompañando al querido Independiente.

¿Vender el sentimiento? Nunca.

El Rojo tenía un partido decisivo y los hinchas, como siempre, estuvieron presentes. Pero para ello primero debieron enfrentar un raid  de condiciones desfavorables, sea AFA o Conmebol, la que más les guste.

A primeras horas de la mañana, la marea roja que copó Rosario, comenzaba a esperar a un costado del Coloso, para sacar su entrada. Bonaerenses, santafesinos, mendocinos, cordobeses e incluso rosarinos velaron un considerable tiempo de espera.

Llegando las 12:30, horario en que se abrían las boleterías, el calor se hacía sentir acompañado del humo de las parrillas que colocaron justo al lado de los simpatizantes. Dos ventanillas para populares y sólo una para platea. Los plateistas para llegar a sacar su entrada, antes tenían que atravesar un terraplén de arena.

Nuevamente el mantenimiento de los estadios y organización por parte de la Superliga dejó en claro cuánto le importa la seguridad y el bienestar del público de Independiente.

El horario del partido se acercaba y el Parque Independencia se llenaba de casacas rojas.

Al dirigirse a la cancha, los que habían sacado platea, se llevaron la peor parte. La policía modificó el ingreso y los plateístas, algo molestos, debían rodear el parque y hacer la misma fila que la popular.

La novela no termina ahí, ya que luego de pasar los cacheos y llegar a la tan ansiada tribuna, nuevamente se hizo presente la falta de respeto por el estado de las instalaciones. Recordemos que el jueves había llovido, dejando las butacas llenas de agua con sus drenajes tapados. Los hinchas con lo que tenían al alcance incluso con las manos comenzaban a sacar el líquido para poder sentarse. Si esto pareciera poco, la odisea continuaba con el inminente y caluroso sol que estuvo presente toda la jornada.

El juez no desentonó con fallos totalmente parciales y lejanos a los reglamentos.

El niño mimado por la Conmebol, adicto al VAR, olvidó impartir justicia en cada jugada. Sus errores y el mal momento del equipo dejaron al público con lo único que no le pueden quitar.... Alentar de corazón.


Fuente La Visera

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