Alan entusiasma a los hinchas con su gambeta.
Alan Velasco, la joyita que con 17 años ilusiona a
Independiente, dijo que anhela ganar un título en el club. Su historia de vida,
los consejos de Pusineri y una frase que lo describe:
“Juego a la pelota, no siento presión”.
Ilusiona con su gambeta indescifrable, sus arranques
electrizantes y su cambio de ritmo. Alan Velasco es la joyita de la cantera que
entusiasma a todo Independiente. Con apenas 17 años ya mostró algunos destellos
de su talento. En el club hace rato que se habla de él. Y es por eso que Ariel
Holan decidió promoverlo a Primera en 2019. El año pasado, la prestigiosa
publicación inglesa The Guardian lo incluyó en una nómina entre las 60 promesas
más importantes del fútbol mundial.
“Todavía no puedo creer todo lo que estoy viviendo. Es
increíble entrar al vestuario y encontrarte con caras a las que antes veía por
televisión”, cuenta el juvenil con una timidez incompatible con la desfachatez
que muestra cuando rueda la pelota.
-¿Cómo fue la primera vez que entraste a ese vestuario?
-No me salía una palabra. No me animaba a hablar con nadie.
-¿Quién fue el primero que se te acercó para insertarte al
grupo?
-Nico Domingo, quien ya no está. Me preguntó cuántos años
tenía y se sorprendió porque él tiene casi el doble. Después se me acercaron
Campaña y Silvio Romero. De a poco me voy soltando un poco más. Me hice muy
amigo de Fabri Bustos.
-Con él armaste la jugada del 1-2 agónico ante Fortaleza en
la Sudamericana...
-Sí, con él nos entendemos bárbaro por el sector derecho.
Conformamos una buena sociedad cuando él pasa al ataque.
-Sos muy gambeteador. ¿Qué le agregarías a tu juego?
-La gambeta es una habilidad innata. Eso no se adquiere. En
los últimos tiempos fui aprendiendo a pasar más la pelota, a asistir. Ahora
quiero trabajar para mejorar en la ejecución de la pelota parada.
-En Inferiores jugabas de 10. ¿Por que dejaste esa posición?
-Sí, jugaba de enganche, me ponían en esa función. Pero no
tenía las cualidades para esa posición y me tiraba a los costados.
-¿Y ahora dónde te sentís más cómodo?
-Puedo jugar en las tres posiciones del frente de ataque.
Por la derecha, la izquierda y atrás del 9. Soy un jugador rápido, que trata de
buscar el mano a mano y ganarlo. A eso le he agregado actitud y retroceso. Mi referente
en el puesto es Barco. Lo conocí cuando él jugaba y yo era alcanzapelotas.
-¿Te ves parecido a él?
-En algunos movimientos sí. Pero él es un grandísimo
jugador. Trato de copiarlo, pero todavía me falta para ser como él.
-Pusineri te está muy encima. ¿Qué te aconseja?
-Lucas me da muchos consejos. Me dice que sea más cuidadoso
afuera de la cancha que adentro.
-¿Y en lo futbolístico qué te pide?
-Que cuando recibo de espaldas no pierda la pelota para
evitar riesgos. Y que de tres cuartos de cancha hacia adelante haga lo que sé
hacer. Me pide que me anime a encarar.
-Te tocó debutar en un contexto complicado. ¿Sentiste
presión?
-No, yo disfruto. Trato de vivirlo al máximo. Es algo muy
hermoso. Juego a la pelota, no siento presión. El disfrutar te hace tener más
soltura y frescura a la hora de tomar decisiones.
-¿Te empezó a reconocer la gente en la calle?
-Sí. La primera vez que se acercaron a pedirme una foto
pensé que se estaban confundiendo. De a poco empieza a ser más habitual. Muchos
me dicen que les gusta como juego. Yo les agradezco y les digo que voy a dejar
todo en la cancha porque quiero salir campeón en Independiente.
-¿Cómo tomás los elogios y las críticas siendo tan joven?
-Es difícil. Bustos me dice que no mire las redes. Sé que el
que te elogia cuando andás bien es el primero que te insulta cuando andás mal.
-¿El elogio te puede llevar a creértela?
-Eso depende de cómo lo tome cada uno. Yo sé que hasta el
día de hoy no hice nada y tengo que mantener los pies sobre la tierra. Mi papá,
Juan, me lo recuerda siempre. Él fue el que me llevó a jugar al fútbol en el
club Malvinas de Solano cuando tenía apenas seis años. Y me enseñó mucho.
También aprendo de mis hermanos más chicos, Sebastián y Jonathan.
-¿Tu papá te reprocha si jugás mal?
-Sí, pero sabe cómo decírmelo porque yo tengo carácter
fuerte. Cuando vuelvo después de los partidos, si tiene algo para decirme, se
lo guarda para el día siguiente. Estoy muy agradecido a él por todo el esfuerzo
que hizo para que hoy esté acá.
-¿Te costó llegar?
-Mucho. Cada vez que salgo a la cancha me acuerdo de cuando
me tocaba ir a entrenar caminando por calles de barro. También me acuerdo de mi
mamá, que quería que me dedicase a la pintura, pero fui a un par de clases y me
di cuenta de que eso no era para mi. Pero a quien más recuerdo es a mi abuela
Pola.
-¿Por qué?
-Porque cuando no tenía nada ella hacía el esfuerzo para
comprarme lo que necesitaba para ir a entrenar. Lamentablemente ella no pudo
ver todo lo que estoy haciendo. Pero fue fundamental en esto. Cuando algo salía
muy caro estaba ahí para darme una mano. Me gustaría poder agradecerle, pero ya
no está. ¿Sabés qué es lo que más quiero? Sueño con dedicarle un gol a mi
abuela, que está en el cielo. Con eso sería feliz.
Fuente Olé
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