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Por Favio Verona
Garnero, quien dirige Olimpia y ganó cinco torneos en
Paraguay, charló a fondo con Olé y dejó perlitas: el día en el que quiso largar
todo, el dirigente que le puso banderas insultándolo, anécdotas imperdibles con
Messi, Menotti, Pastoriza, Grondona y mucho más.
Un día sintió que se tenía que ir. Daniel Garnero advirtió
que nunca iba a lograr despegar si seguía en el fútbol argentino y cruzó la
frontera para empezar a trabajar en Paraguay. En ese país vive desde 2015. Y vaya
si le ha ido bien: dirigió a Sol de América, Guaraní y Olimpia. En ese lapso ya
ganó cinco torneos paraguayos. Recluido en su casa de Asunción por el
coronavirus, el entrenador de 50 años se sumergió en una larga y reflexiva
charla con Olé.
-¿Cómo estás viviendo esta situación inédita?
-La sensación es extraña. Uno no está acostumbrado a vivir
una cosa así. Soy optimista y creo que se va a solucionar rápido para volver a
la competencia. Nosotros habíamos hecho un protocolo para entrenar fraccionando
bastante al plantel, donde no se usaban los vestuarios. Ahora estamos
preocupados y con incertidumbre. No sabemos cuándo arranca el fútbol. Ojalá
arranque rápido. Sería algo muy bueno para todos.
-¿Se vive como cuando te toca estar lesionado y tenés que
pasar mucho tiempo encerrado?
-Sí, pero ahí vos ya estás preparado porque vos sabes lo que
te pasó. Esto es rarísimo. El hecho de tener que pedirles a los jugadores que
se entrenen desde sus casas con elementos que no tienen es insólito. Vos no
sabes si se van a hacer los boludos y no van a entrenar.
-Ganaste cinco torneos en Paraguay. ¿Es producto de tu
crecimiento como entrenador?
-Lo que pasa es que los últimos equipos que me tocó dirigir
en Argentina fueron equipos del interior con muchos problemas económicos e
institucionales. Yo veía que estábamos logrando que los equipos tengan un buen
funcionamiento. Estaba consolidando un cuerpo técnico. En un momento se me
ocurrió que teníamos que salir del país. Buscar un país lo más cercano posible
porque todos tenemos familia. Se dio la posibilidad de Paraguay y todo eso que
yo vislumbraba que se nos podía dar se nos terminó dando acá. Si yo me quedaba
en Argentina iba a tener que ir a otro equipo del interior con problemas y no
iba a poder poner en práctica una idea de juego. Hoy estoy contento y tranquilo
de que hago lo que me gusta y sale bien.
-A lo largo de tu carrera como jugador te dirigieron
Pastoriza, Menotti, Brindisi y Pellegrini. No podía salir otra cosa que un
técnico ofensivo.
-Ni hablar. El hecho de haber estado desde los ocho años
hasta los 32 en Independiente también me marcó mucho. Fue el único equipo en el
que jugué en la Argentina. Independiente siempre fue una escuela de un futbol
agresivo, ofensivo. En Inferiores se jugaba sólo con un volante de contención.
Y después todos eran de características ofensivas. Independiente tiene mucho
que ver en mi forma de ver el juego. Mi idea la tengo muy clara: tiene que ver
con la tenencia del balón y con tratar de buscar siempre el arco rival.
-¿Cómo era el Pellegrini que te dirigió de joven en la
Católica? ¿Se notaba que era un técnico con mucha proyección?
-Ya desde ese momento te dabas cuenta de que era un
adelantado, todos los entrenamientos eran con pelota. Todo muy planificado,
organizado. Y Católica era un club que tenía todos los elementos necesarios
para desarrollar un buen trabajo. Me sorprendió el hecho de que hasta lo físico
se hacía con pelota. Eso también lo aprendí mucho de Miguel Brindisi. Yo hoy
trato de hacer lo mismo. Es la mejor manera de darle un mensaje al futbolista.
Obviamente que hay que correr, hay que hacer esfuerzo. Pero siempre en función
de movimientos de equipo, de buen trato con el balón. Eso te va a hacer marcar
la diferencia, es algo que hoy implementamos mucho.
-¿En el fútbol es más difícil construir un equipo que
apueste a la posesión que un equipo conservador?
-Tienen mucho que ver los contextos, a dónde llegas y después
de quién. Te pongo un ejemplo: cuando me ofrecen Guaraní contaba con
futbolistas que sabían tener la pelota, que tenían en la mira el arco rival.
Entonces no dudé ni un segundo. Y no fue casualidad que 16 partidos después
salimos campeones. En el futbol tienen que ver los contextos.
-Burruchaga asumió como manager de Independiente. ¿Cuánto
influyo el para que vos hoy seas entrenador?
-Cuando dejé el fútbol no tenía la idea de ser entrenador.
En ese momento te firmaba que no iba a ser técnico. Al poco tiempo un amigo
empezó a hacer el curso de técnico y yo fui para salir un poco de mi casa. Es
duro venir de un ritmo de entrenamientos y de repente estar todo el día en tu
casa. Te produce un choque. Justo en ese momento Jorge ascendió a Arsenal.
Precisaba un técnico para el Selectivo. Siempre le dije que no, pero un día me
agarró con mucho champagne encima y le dije que sí. Y así fue que arranque.
Después fue cambiando totalmente la visión que yo tenía en un principio de la
profesión. Me empezó a apasionar. Y aprendí a disfrutar. Es una profesión muy
ingrata, pasás por momentos muy difíciles.
-¿Por qué Burru insistió tanto para que seas técnico? ¿Te vió
pasta?
-No sé si vió un entrenador o una persona de confianza. O
quizá muchos le dijeron que no. Habría que preguntárselo a Jorge, jaja.
-Mencionaste que aprendiste a disfrutar de la profesión.
¿Cuál es la clave para poder hacerlo en un ambiente tan vertiginoso?
-Si me preguntabas hace un tiempo te hubiese dicho que es
imposible disfrutar. ¿Te digo la verdad? Después de estos años en Paraguay lo
he logrado. Las exigencias de los equipos grandes se multiplican. Y Olimpia es
el más grande, el que tiene más logros internacionales, el más popular. En estos
últimos dos años haber logrado tantos campeonatos me hace disfrutar de esta
profesión que es muy ingrata.
-¿Cuándo murió el jugador y pasaste a sentirte técnico?
-El jugador no muere nunca. Recuerdo que cuando jugaba en
Independiente el Flaco Menotti nos hablaba como jugador. ¿Vos conocés a un ex
médico o ex abogado? No, son médicos y abogados. El Flaco a los 60 años decía “Yo
no juego porque no me contratan, pero sigo siendo futbolista”. Yo pienso lo
mismo. Tengo empatía con el jugador. Me pongo en su lugar en las buenas, en las
malas, cuando se manda una cagada, cuando está en la cresta de la ola. Eso me
ayuda a tomar decisiones. Por convicción sigo pensando como futbolista a pesar
de saber que tengo otro rol.
-¿Y esa cercanía la puede tener un técnico que no fue
jugador?
-Es antipático decirlo y separar al que jugó del que no lo
hizo. Pero en el fútbol hay muchas sensaciones. Vivís el vestuario, el errar un
penal, el sentir las puteadas, el ganar y perder partidos importantes la
euforia… Eso marca una diferencia en la relación con el plantel. Vos sabes
cuándo te tenés que callar la boca, cuándo es mejor no decir nada. Vos sabes si
el que te acaricia la espalda en el éxito no es muy sincero. Las vivencias no
se aprenden en los libros y, como todo en la vida, te llevan a tomar decisiones
desde otro lugar.
-Cómo fue la primera vez que te toco pararte y hablar
adelante de un grupo?
-Recuerdo que le dije a Jorge Burruchaga: “Mirá que si no me
gusta me tomo el palo”. Me tocó darles una charla a chicos de Arsenal que
tenían 15 o 16 años, todos pibitos. Fue el momento en el que estuve más
nervioso en mi vida. Veía que los pibes me miraban con temor también y eso me
hizo tranquilizar un poco. Yo todavía me veía como jugador. Después me fui
soltando. Trato de ser sencillo y claro con los mensajes. Me gusta tener un ida
y vuelta. En esa camada estaban Papu Gómez, Cuesta, Benedetto, Marcone, Nervo,
Damián Pérez, Jara. Me acuerdo que Julito Grondona venía a vernos porque le
habíamos ganado a los grandes. Se armó un grupo de chicos de distintas edades y
procedencias. No sé si Arsenal va a volver a sacar jugadores de ese roce
internacional.
-¿Cómo era convivir con Julio Grondona?
-Don Julio sabía mucho de fútbol. Pensaba mucho el fútbol.
De inmediato te dabas cuenta de que era un hombre que respiraba futbol. Muchos
lo critican, pero ya no quedan dirigentes como él, de esa talla.
-¿En qué sentido?
- Los futbolistas para llegar a la Selección tienen que
empezar en las Inferiores, jugar en un club, sostenerse, salir campeones. Los
dirigentes deberían vivir el mismo proceso. Grondona es el dirigente más
importante de la historia del futbol argentino y fue quemando etapas, escalando
de a poco. Hoy en la AFA no sucede lo mismo. Los dirigentes también tienen que
hacer las Inferiores. Con el sistema actual los resultados no son los mejores.
Hay que empezar a buscar dirigentes que hayan pasado por vocales, subcomisiones
de fútbol, secretarios generales y que después accedan a los cargos más altos.
-¿Te arrepentiste de haber dirigido a Independiente sin
tener la trayectoria que tenés hoy?
-El problema de independiente en ese momento no fue sólo mi
falta de experiencia. El contexto era complicado. Antes de mi llegada la gente
no quería que se vaya el Tolo Gallego. Yo quedé en el medio de esa situación.
La gente nunca se la agarró conmigo. Se hizo un buen mercado de pases. Esos
mismos futbolistas con tiempo de adaptación ganaron la Sudamericana con el
Turco Mohamed en 2010.
-¿Fue duro levantarte de ese golpe?
-Sí, fue terrible. Creo que fue de lo peor que me pasó
deportivamente desde que empecé a jugar hasta hoy. En un momento pensé en no
seguir en el fútbol. Me había costado arrancar, esta es una profesión muy
ingrata. En ese momento dije “esto no es para mí”. Después dejé pasar el tiempo
y me surgió la posibilidad de dirigir a San Martín de San Juan. Fue la primera
vez que tuve que bajar de categoría. Ahí logre el ascenso y fue un desahogo muy
grande. Eso me dio mucha más seguridad y tranquilidad para seguir creciendo.
-¿Que le aconsejarías a un técnico que recién comienza?
-Lo más complicado al principio es convencerte de lo que
querés ver en cancha. Yo no hice cosas por respetar la tradición de algunos
clubes. Y con el tiempo aprendés que después te terminan echando igual.
Entonces cuando ya te echan varias veces decís “acá voy a hacer lo que yo
quiero”. Apenas llegás al club y estás firmando el contrato sabés que esa es la
misma persona que te va a echar. Entonces te liberás y decís “acá voy a hacer
lo que quiero yo”. Pero no imponiendo. También te tenés que adaptar el plantel.
A veces vas con una idea y las características de los jugadores te hacen
cambiar.
-¿Cómo se convence al jugador?
-Tenés que explicarle todo de la forma más sencilla posible.
Yo el resultado no se lo aseguro a nadie. Sí te aseguro que si estamos bien, si
tenemos el control del balón y sabemos cuándo ser agresivos vamos a tener más
posibilidades de ganar. La mejor forma de convencer al futbolista es que te vea
convencido a vos.
-Hay una línea de entrenadores a los que les gusta apelar a
un léxico enrevesado. ¿Así se le puede llegar al jugador?
-Acá hay que centrarse en lo más importante de todo, que es
el futbolista. Obviamente nosotros desde afuera buscamos alternativas. Pero los
jugadores tienen que estar bien. Y desde mi punto de vista para eso tener que
ser simple.
-¿Qué porcentaje tiene un técnico en un buen equipo?
-Hoy en el fútbol todo se hace en base a estadísticas. Yo no
tengo dudas de que lo más importante es el futbolista. El jugador es el que
define, el que ataja, el que hace el gol. Obviamente tiene que haber una
planificación. Tenés que promover la competencia interna. Vos podes tener una
idea muy clara, pero si no tenés los elementos, no va a salir. Yo en mis
inicios tenía la idea clara, pero si no tenés los elementos y el club no está
bien es muy difícil. Decirlo es complicado porque quedás muy mal con el protagonista.
En Independiente de Rivadavia, con jugadores de Argentino B estábamos en zona
de ascenso, pero nadie valoraba la campaña. Teníamos un presidente que de
futbol no entendía nada. Ni me acuerdo cómo se llamaba. Pero decía cualquier
cosa. Me ponía banderas que decían “Garnero hijo de puta, renunciá ya”.
-¿Un buen técnico puede mejorar a un futbolista?
-Te pongo un ejemplo. En el 94 Brindisi me hacía jugar de
local y no de visitante. Un día le voy a hablar enojado, no fue la charla más
agradable. Me dijo que estaba buscando una reacción en mí. Hay entrenadores que
te pueden hacer reaccionar. Ellos te pueden hacer reaccionar si ven que te
falta el esfuerzo.
-Te dirigió Pastoriza. ¿Aplicás algo de su forma de trabajo?
-El Pato era un crack. A mí me marcó muchísimo. Sacaba lo
mejor de cada uno. Si yo hoy priorizo tratar de estar mejor con el que no juega
que con el que juega, mucho tiene que ver Pastoriza. Él me enseñó que para
tener un buen plantel hay que tener dos por puesto.
-¿Cuál era el secreto del éxito del Pato?
-Que tenía mucha calle y la ponía a disposición del grupo. A
mí siempre me protegía, me daba consejos, me hablaba. Me acuerdo de cada una de
sus palabras. “Date cuenta pendejo. ¿Vos sos boludo? No te das cuenta de lo que
te están haciendo? ¡Despertate, carajo!”, decía. El vestuario de Independiente
se tiene que llamar José Omar Pastoriza.
-¿Si te estuviese mirando ahora qué te diría?
-Se pondría contento, porque me quería. Me quería mucho, no
sé por qué. Llegaba al vestuario y decía “¿Qué hacés Garnacha?”. Era un genio.
De él aprendí que a un buen técnico hay algo que no le puede faltar…
-¿Y qué es?
-La llegada al futbolista es fundamental.
-¿La llegada es más importante que la táctica?
-Sí, en un plantel inteligente no tengo ninguna duda. Hoy el
futbol es muy dinámico. Yo no tuve entrenadores que hagan movimientos como los
que hacemos nosotros ahora. En otra época todo pasaba por juntar buenos
futbolistas y salían cosas buenas. Hoy se reducen muchos más los espacios,
jugás contra diez locomotoras. Tenés que sacar hasta las mínimas ventajas.
-Cuando vos jugabas si un técnico usaba demasiado la
tecnología lo miraban con desconfianza. ¿Hoy los jugadores demandan esos
elementos?
-Sí, la realidad de hoy es esa. Yo me quedo más con el
entrenamiento que veo. Tengo en cuenta la tecnología, no soy un negado. Pero le
doy la importancia que tiene que tener. A mí lo que me hace tomar
determinaciones con tranquilidad es el ida y vuelta con el jugador y no los
números que me arroja una computadora.
-¿Por qué desde afuera buscan tanto a técnicos argentinos?
-Los técnicos argentinos somos mejores de lo que creen
algunos argentinos. Estamos acostumbrados a la exigencia. A nosotros no nos
quieren por ser arrogantes, pero en un punto elogian esa arrogancia del que va
al frente, el que se cree mejor. Eso que nos cuestionan es al mismo tiempo lo
que nos valoran. Afuera buscan argentinos porque saben que no nos cagamos, no
nos achicamos y vamos a reaccionar ante situaciones difíciles. Ése es nuestro
ADN. Y no en todos los lugares son así.
-Vos fuiste el primer enganche posterior a Bochini en
Independiente. ¿Por qué el 10 está en extinción?
-Tiene que ver con la fabricación. Si vos tenés una fábrica
de ladrillos y querés sacar copas de cristal, va a ser difícil. En la Argentina
se busca cualquier cosa menos darles seguridad, importancia y tranquilidad a
los volantes creativos. Hoy el enganche tiene que correr 10 millones de
kilómetros. Entonces termina jugando uno que es menos creativo sólo porque le
dan los números. A veces hay jugadores que pierden muchas pelotas y los
ovacionan cuando las recuperan. Los números les dan bárbaro, recuperan 20
pelotas por partido. Hay jugadores que corren 20 kilómetros y no saben darle un
pase a nadie. A los enganches hay que darles las herramientas y ponerlos en su
lugar para explotar sus cualidades.
-¿Cuánto costaría hoy un Daniel Garnero?
-No vale ni 50.000 dólares. Con todos estos números y con lo
que hay que correr ahora no valdría nada. Cuando un equipo no tiene
funcionamiento, urge un creativo. Pero cuando el equipo tiene un enganche y le
cuesta generar espacios parece que el primero que tiene que salir es el
creativo. Al que crea no hay que exigirle que corra, pedile que meta pelotas de
gol. Y si no mete ninguna sacalo a la mierda. Ahora si te mete tres pases de
gol y no volvió, bancátela.
-Messi es el más creativo. ¿Si te tocase dirigirlo que le
dirías? ¿Se le puede decir algo?
-Sólo le preguntaría a dónde le gustaría jugar. Eso es lo
único que le podría decir. Después me encargaría de que todas las pelotas se
las den a él. A esta edad va a ser más asistidor que aquél que hace una década
sacaba tantas ventajas en el mano a mano.
-¿Pudiste cruzar alguna palabra con él alguna vez?
-Tengo una anécdota tremenda. Yo dirigía al Selectivo de
Arsenal y jugamos contra la selección juvenil de Pancho Ferraro que ganó el
Mundial de 2005. Íbamos a jugar el segundo tiempo y entran dos pibitos de 15 o
14 años y nosotros teníamos muchachos de 21 o 22. Iban 15 minutos y habían
hecho dos goles cada uno. Eran Messi y Agüero. Esa fue la única vez que lo vi
tan cerca. Sus arranques eran terribles. La diferencia en la velocidad de los
controles y la rapidez física eran increíbles. En 20 minutos suspendimos todo
porque tenía miedo que alguno de los pibes que dirigía yo les metiera un
patadón y quebrase a alguno.
-Ahora se lo ve en una faceta más de líder a Messi...
-Antes se le pedían cosas que no sentía. Ya se notaba que no
era un chico que iba a ser líder natural y cuando no se dan los resultados la
gente busca cuestionamientos idiotas. Pero cuando se va dando el recambio
generacional ese rol surge por sí mismo. Cuando yo debuté en Independiente
estaban el Gringo Giusti, que venía de ser campeón con la Selección. Claro,
después se fue el Gringo y su camada y yo empecé a ganar más lugar. A Messi le
pasó eso. Se fue Mascherano y hoy le toca a él porque se van vaciando los
espacios alguien tiene que ocuparlos.
-¿Te duele ver a Independiente así?
-Es una lástima que no haya una tranquilidad institucional.
Los resultados deportivos son consecuencia de un montón de cosas que se viven
en el club. Si hay orden institucional, si a nivel de Comisión Directiva está
todo tranquilo, hay un cuerpo técnico consolidado y los rendimientos no son lo
que tienen que ser, ahí sí hay que caerles al técnico y los jugadores. Pero es
muy difícil que salga algo bueno de un quilombo terrible.
-¿Te gustaría tener una revancha en Independiente?
-No soy de mirar tan hacia adelante. Lo único que planifiqué
fue cuando dije “me tengo que ir del país”. Ahí vislumbre un futuro en el
extranjero. Y hoy lo estoy viviendo y la verdad es que el futbol argentino es
muy desorganizado, es un quilombo. ¿Qué vas a planificar si quizá durás dos
meses? Boca salió campeón y a los dos o tres días jugó por Copa Libertadores.
Veo tanto quilombo a nivel país desde lo social y lo económico que no me tienta
volver. Argentina es un despelote. Los entrenadores no duran nada. La verdad
que no te seduce demasiado la idea de regresar. Ahora, si en algún momento
pienso en hacerlo, Independiente será mi prioridad.
-Varios jugadores que se van remarcan lo que decís vos. ¿Qué
ven los que están afuera?
-Hace unos días lo hablaba con Alfaro Moreno, que está en
Barcelona de Ecuador. No se puede vivir más en Argentina. Lo digo con un dolor
y una tristeza muy grande porque toda mi familia está ahí. Es una bronca que
coincidamos todos en lo mismo. Por lo económico, por lo inseguro. Desde lo
laboral tenemos una profesión de alto riesgo. Igualmente el hecho de ser
argentino te tira, yo miro futbol argentino, me entero de todo, me interesa.
Tengo a mis viejos, mis hermanas, mis hijos, mi señora, mis amigos. Estoy
pendiente de todo lo que pasa. Pero si vos me hablás de mi futuro laboral, la
verdad que no pienso en Argentina.
-¿Les crees a los dirigentes cuando hablan de proyecto o el
proyecto en general es ganar el domingo?
-Todavía hay 70 dirigentes que siguen trabajando desde el 38
a 38 en AFA. Esas cosas me hacen descreer de los proyectos, de las palabras.
Estando en el exterior la vergüenza más grande que pasó fue tener que
explicarle a un extranjero el 38 a 38.
-¿Y por qué muchos vuelven al país? ¿Por masoquismo?
-Somos pasionales. La pasión que se vive en Argentina no se
vive en otro lado. No es que tengo mucha experiencia en el exterior, pero hablo
con gente, conozco amigos. Y todos te dicen que el argentino es el más
apasionado.
-¿Será esa pasión lo que buscan desde afuera?
-Exactamente. Pero eso lo querés vivir cuando sos
futbolista, te la bancás cuando sos joven. Ya cuando tenés 50 años y viviste
todo lo que viviste, buscás estar más tranquilo. Prefiero que sean un poquito
menos pasionales y tengan dos dedos de frente.
Fuente Olé
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