Pusineri con sus hijos, Ciro y Roque.
Por Favio Verona
El técnico del Rojo aprovecha para dedicarles tiempo a sus
hijos, pero no se desconecta del trabajo: monitorea los entrenamientos de cada
integrante del plantel, habla mucho con los jugadores y planifica el futuro con
Burruchaga.
La casa que Lucas Pusineri tiene en Cardales se ha
convertido prácticamente en un centro de cómputos. Recluido en su hogar por la
cuarentena, el entrenador no se desconecta de su trabajo y monitorea todos los
días los entrenamientos individuales de sus futbolistas.
El técnico del Rojo creó algunos grupos de WhatsApp mediante
los que se mantiene en contacto permanente con los jugadores y también con cada
integrante de su cuerpo técnico. Para evitar que el plantel pierda la línea, el
preparador físico, Ariel Pericarari, les envía a los futbolistas rutinas de
entrenamiento para que las lleven a cabo en sus casas. El entrenador de
arqueros, Leo Díaz, dispuso ejercicios de reacción mediante modernos juegos de
luces. El neurocientífico colombiano Carlos Gutiérrez, a quien Pusineri trajo
desde Cúcuta, también planifica rutinas para mejorar la percepción sensorial.
Todo eso es supervisado por el entrenador. Antes de la cuarentena, algunos
futbolistas fueron provistos de elementos de gimnasio acercados por la
institución.
¿Cómo se cerciora el cuerpo técnico de que los jugadores
están cumpliendo con los entrenamientos? Los jugadores envían todos los días
videos de los ejercicios que realizan. Además, los datos de cada entrenamiento
son controlados a través de sistemas de GPS que miden desde el gasto calórico
hasta las pulsaciones. De esa forma, Pusineri constata que todos realicen los
trabajos aeróbicos y anaeróbicos necesarios para mantener activas las fibras
musculares de contracción rápida y lenta. Más allá de los esfuerzos por no
perder el estado físico, los profesionales saben que para recuperar el ritmo de
competencia lo ideal es disponer de al menos un día de entrenamiento por cada
jornada de cuarentena con el fin de reacondicionarse.
En sus ratos libres, Pusineri juega a la pelota en el jardín
de su hogar con sus hijos, Ciro, de cinco años y Roque, de dos. Allí también
realiza algunos entrenamientos de mantenimiento físico junto a su esposa,
Romina Bergdolt, quien además es gourmet. Por las tardes, el entrenador suele
sentarse a revisar la información sobre los entrenamientos de sus dirigidos y
también aprovecha para ver videos y analizar con detenimiento cada uno de los
partidos de su ciclo junto a sus ayudantes, Rubén Tanucci y Matías
Villavicencio, con quienes se mantiene en contacto gracias a la tecnología. El
DT también ha mantenido conversaciones con el nuevo manager, Jorge Burruchaga,
para ponerlo al tanto de todo y comenzar a planificar el futuro. Ambos se
conocieron en 2005, cuando Burru dirigió al Rojo.
En cuarentena, Pusineri igual aprovecha el tiempo. Y trabaja
para seguir esculpiendo el Independiente que quiere ver.
Fuente Olé
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