El DT manoteó el
bolsillo izquierdo de su pantalón y tomó con su mano el retrato de su abuela,
ese que siempre lo acompaña. Lo miró, cerró los ojos y le dio un beso. Y la
historia, créase o no, cambió.
Fortaleza dejó de crear peligro e Independiente, sobre la
hora, se encontró con el gol de Fabricio Bustos que vale mucho más que una
clasificación. Vale también para respirar con un poco más de calma pensando en
lo que viene.
Cuando el resultado de Independiente era desfavorable y todo
se encaminaba para lo peor, Lucas Pusineri empezó a besar la foto de su abuela.
Faltaba poco para que se cumplieran los 90 minutos reglamentarios.
Y vaya si dio resultados: con el último aliento y a punto de
vivir una nueva frustración apareció el gol de Fabricio Bustos, que a los 93
sentenció el 1-2 definitivo en Fortaleza y, gracias al valor doble del gol como
visitante, le dio una sonrisa al Rey de
Copas.
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