Por Lucas Campos
Me tocó ser acompañante en la primera vez de Martincito en
la cancha de Independiente por la última fecha de la Superliga. Junto a su
padre, Toto, tratamos de estar a la altura de las expectativas del pequeño
Diablo.
Ya casi cuando llegábamos al estadio, la cara de Martincito
se dibuja en dos ceños fruncidos, aburrido y enojado por escuchar la charla de
dos adultos, aburridos también que no pueden dejar de dialogar sobre trabajo y
lo que cuesta llegar a fin de mes.
-No te metas, son cosas de grandes- lo retó Toto a su nene
cuando quiso aunque sea meter un bocado para acordarse que aún respiraba.
Durante el partido, fui testigo de lo más maravilloso que se
puede ver sobre la tierra.
Primero, obvio, los goles de Independiente.
Y
segundo, un abrazo entre dos seres humanos, esta vez, entre Toto y Martincito,
su hijo.
Cuando nos retirábamos del estadio, Toto afirmó que él
rodearía a los juveniles del Rojo con un par de grandes. Y ahí fue la venganza
de Martincito.
¿Qué le dijo?
-No papá. Que esos no jueguen más. No te metas, este
Independiente es cosa de chicos.
Fuente De la Cuna al Infierno


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