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Por Ramiro Santinelli
Es difícil hacer una crítica negativa cuando unos días atrás
me mostré cuasi enamorado de este Independiente. Es por ese dilema que
considero que el empate en Córdoba fue un tropezón, un mal día, en el medio de
tantos buenos. Un día flojísimo.
Se jugó mal, decididamente mal. Independiente no dominó y de
hecho fue superado en gran parte del partido. Nunca tuvo un volumen de juego
considerable, ni se acercó a parecerse a un equipo que quiere cuidar la pelota.
Estuvo inconexo, lento y abusó de los pelotazos. No le encontró la vuelta al
partido. Lo curioso es que pudo haberlo ganado de todas formas. Como es
habitual en este semestre, generó varias chances claras de gol, algunas
clarísimas. Y, también hábito de este equipo, no las aprovechó. La ineficacia
volvió a decir presente, fundamentalmente en sus delanteros, que tuvieron una
tarde para el olvido.
A esta altura, pensar en un Independiente peleando la
Superliga parece utópico. Boca lo duplicó en puntos y no para de ganar. Ya
lleva ocho triunfos consecutivos mientras que todos los demás equipos dejaron
puntos en el camino.
En ese grupo entra Independiente que, con la cabeza puesta
en la copa, dejó unidades ante equipos notablemente inferiores. Si bien esto es
largo, de mantenerse las cosas como están en el torneo local, el Rojo no podrá
aspirar más que a una posible clasificación a las copas.
Fuente De la Cuna al Infierno

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