Holan mencionó a Napoleón antes de Racing y ya conquistó
media Avellaneda: ahora va por América.
Foto Carroll
Por Martín Eula
Pide la hora. Con sus manos, hace el inequívoco gesto de
basta ya. Casi no puede hablar de la emoción en medio de un Libertadores de
América que brama. Ya habló y adoctrinó demasiado. Ya cambió cabezas. Ya
transmitió calma. Ya devolvió a Independiente al lugar que su historia se lo
exige.
Ariel Holan, el bicho raro llegado del hockey, el de los
drones, el mirado de reojo por varios conspicuos del paladar negro... Ariel
Holan, el atrevido, el que dogmatiza, el que desde la salida al campo de juego
le impuso a sus jugadores el respeto por tanta gloria... Como pocas veces en
los últimos años en el fútbol argentino, un hombre cambió a un club como lo
hizo Ariel Holan (Gallardo es el otro). Tanto lo cambió, que los hinchas exigen
silencio (“ssshhh”) cuando se repiten los pases atrás con el partido 0-0. El
adoctrinamiento excede el verde césped: desde ahí nace y se traslada a esas
tribunas cubiertas de un orgulloso rojo como en los viejos y dorados tiempos.
Es cierto que las imágenes finales no son las que pregona,
pero para disfrutar muchas veces se necesita sufrir y hasta armar esa línea de
cinco defensores con el Vasco Amorebieta como intento de bloqueo de la fuerza
aérea paraguaya. Y el tiro libre de Salcedo y la pirueta de un tal Wilson
Leiva, ambas situaciones en el descuento que paralizaron corazones, no deben
tapar un bosque frondoso.
El segundo gol de Independiente fue un canto al fútbol y a
la doctrina Holan. Desde la recuperación de un nuevo Sánchez Miño, los movimientos
para generar espacios y atacar esos espacios de Meza y Bustos y la aparición de
Gigliotti en la noche de su redención, en la que puede haberse recibido de 9 de
Independiente por los goles, por lo que transmitió, por lo que defendió y por
lo que hizo con y sin la pelota. Ese 2-0 como el 3-1 que cerró la parte inicial
fueron el premio a un señor primer tiempo del equipo, que jugó con autoridad,
desarticuló el catenaccio de Libertad y tuvo máxima eficacia.
Pudo cerrarlo antes Independiente con esa jugada messiánica
del atrevido Barco. Se sostuvo en la solidaridad de todos y un par de cierres
del gran capitán que es Tagliafico. Lo festeja como se debe por el regreso a
una final continental después de siete años.
Holan mencionó a Napoleón antes de Racing y ya conquistó
media Avellaneda: ahora va por América.
Fuente Olé
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