(Foto: TyC Sports)
Por Ramiro Santinelli
Con un equipo alternativo, con diez jugadores durante casi
todo el partido, de visitante y con el foco en la Copa. ¡Qué clásico ganó
Independiente!
Humillante para ellos, motivacional para nosotros.
Lo ganó de
guapo, lo peleó, lo mordió. Lo jugó con los colores, con la camiseta, y -como
ya sabemos- eso es más que suficiente.
Gracias, muchachos. Gracias por otra
alegría. El hincha del Rojo es consciente de lo mucho que se lo merece este
grupo. Todos ustedes: los titulares y suplentes, los grandes y pibes, Ariel
Holan y su cuerpo técnico.
Un ladrillo más en esta inmensa pared que separa a
Independiente de Racing. Un paredón enorme que deja en evidencia la abismal
diferencia entre uno y otro. Otro clásico para el recuerdo, para la cargada y
el disfrute del Rojo.
Fuimos guardando lo mejor, apostando poco a este partido,
pensando en la semifinal del martes, y con eso alcanzó. Con eso y la camiseta,
claro. Fue una victoria protagonizada por el compromiso. Correr por el
compañero de al lado, pelear cada pelota como si fuera la última, dejar la vida
en la cancha.
Y si no me creen, mírenlo a Rehak. El pibe aguantó su lesión,
lloraba de bronca y gritaba de dolor, pero la aguantó. Con esa pierna en mal
estado se dio el lujo de tapar una clara chance de Racing y fue importantísimo
para este triunfo colectivo.
Y si de méritos hablamos, le agradezco a usted, profesor.
Ariel Holan construyó un grupo que no le tiene miedo a nada, que va al frente
en cualquier cancha y que tiene entre ceja y ceja el objetivo de volver a poner
a Independiente en los más alto. Un equipo que disfruta del juego que queremos,
que llevamos en las venas y defiende a estos colores con uñas y dientes.
Estoy
muy agradecido con vos, Ariel, porque nos devolviste la ilusión. Creemos en vos
y en tus muchachos para todo lo que se viene.
Lo único que me atrevo a reprocharle al flamante entrenador
de Independiente es la elección del centrodelantero titular. Fernández tiene
que jugar siempre, Ariel. Es el jugador con más potrero que tiene le Rojo. Su
picardía, su rápidez, su obsesión con gol, características fundamentales de las
que no podemos prescindir. Puede tener un mal día, puede estar cruzado con el
arco, pero tiene que estar. Leandro exige siempre, preocupa todo el tiempo, se
mueve. El gol de Independiente en el clásico fue todo de él. Vio que Vittor se
confiaba, puso el cuerpo para recuperarla y, después de esa gran corrida, definió
con solvencia, de zurda, superando la volada de Musso. A eso hay que sumarle el
increíble tiro libre que atajó el joven arquero rival, el hermoso caño que tiró
en el segundo tiempo y la exquisita habilitación para el Burrito Martínez en lo
que casi fue el segundo tanto de la noche.
Sin dudas, la figura de la cancha.
¡Siga el baile, Leandro!
Hablaría de este partido durante toda la semana, pero no hay
tiempo. No nos podemos distraer. Quedan cada vez menos horas para el partido
más trascendental de los últimos 7 años. Se viene una magnífica noche de copa,
con un resultado a revertir, con un Libertadores de América que estará colmado,
con una hinchada enardecida y con un equipo que dejará la piel para que el club
más lindo del mundo vuelva a jugar una final internacional.
Estamos con ustedes
hasta la muerte. Que el martes pase lo que tenga que pasar, pero que pase con
grandeza. Como nos tienen acostumbrados.
Fuente De la Cuna al Infierno
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