Hace 40 años debutaba como técnico José Omar Pastoriza. Fue
en el Rojo, el club al cual le dio mucha gloria y su vida.
Siempre estará
presente.
El Pato Pastoriza, siempre presente en el corazón de
Independiente.
Por Beto Tisinovich
"Gracias señor Pastoriza, por todo lo que me das...”,
cantaba toda la gente del Rojo cada vez que el Pato enfilaba para el banco de
suplentes. Es que decir José Omar Pastoriza es decir Independiente. Fue ídolo y
referente como jugador y como técnico. Llegó desde Racing en 1966, luego de
estar en Rosario Central y Colón, y en el Diablo se consagró. Metió cuatro
títulos antes de irse en el 72 a Monaco, a codearse con Raniero, si hasta dicen
que le hizo asados en el Palacio Real...
Volvió cuatro años más tarde, pero ya como técnico. Al toque
se hizo cargo de su amado Independiente y hoy se cumplen 40 años del debut como
entrenador, una función en la que llevó al Diablo a tocar el cielo con las
manos. Ese mismo cielo que lo alberga desde el 2 de agosto de 2004 y si bien no
está físicamente, no hay día en el que quien lo conoció no lo recuerda con alguna
anécdota, que incluye esa chispa de un hombre con códigos al 100%. El Pato
asumió la responsabilidad de conducir al Rojo, que venía de perder el reinado
copero con River. Ya con Julio Grondona como presi del Diablo, Pedro Iso y
Carlos Sola de vices, el Pato arrancó ganador: 5-1 al Estudiantes de Bilardo,
que en el Nacional 75 fue sub del gran River de Angel Labruna. Y ese día no
pudo contar con Bochini, Bertoni, Trossero, Galván y Percy Rojas. Era el Metro
76 y a los 35 días, logró su primer título al vencer por penales a Atlético
Español en Venezuela, luego de dos partidos empatados, por la Interamericana.
Su primera vuelta olímpica en el ámbito local fue en el
Nacional 77, que finalizó el 25 de enero del 78. Sí, la noche en la que el Rojo
con tres jugadores menos por las expulsiones de Larrosa, Galván y Trossero,
quienes reclamaron con razón que el 2-1 de Talleres fue con la mano. El Diablo
empató 2-2 con un golazo de Bochini, tras una pared con Bertoni y Biondi, a
quienes el Pato metió para producir la mayor hazaña futbolística que se
recuerda por estos lugares. Al año siguiente, repitió el torneo pasando por
arriba en la final a River, que en su equipo tenía seis campeones mundiales en
1978. Después se marchó y pasó por Talleres, Racing y Millonarios, para
regresar al CAI, que tenía un equipazo pero que no pudo salir campeón con Nito
Veiga. En ese 83, ya con el torneo empezado, tenía a tres baluartes que ya
había dirigido: Bochini, Trossero y Villaverde. Con ellos, más la presencia de
Clausen, Giusti, Burruchaga, Marangoni, Goyén, y los pibes como Carlos Enrique,
Percudani y Carlos Sánchez salió campeón. Ya en la Libertadores, donde repatrió
a Barberón de Colombia, armó ese gran conjunto que logró la séptima conquista y
luego la Intercontinental ganándole al Liverpool en Japón. Se fue enseguida, y
a los meses regresó hasta diciembre del 87. Tuvo dos períodos más: 1990/91 y
2004, y en éste último el Pato no pudo ganarle a la muerte.
YO DIGO
Ricardo Pavoni / Primer capitán del Pato
El gran jefe de Independiente
Con el Pato fuimos construyendo nuestras carreras casi a la
par desde que él llegó al club. Fue un muy buen amigo y siempre compartía la
habitación con él en las concentraciones. Era un hombre inteligente, con una
personalidad avasallante. Y sabía contagiarle su seguridad a los grupos que le
tocó conducir. Porque Pastoriza manejaba todo. Fue el gran jefe de
Independiente. Cada vez que había algún problema, salía a dar la cara por el
grupo. Y se le plantaba a cualquiera con muchísima autoridad. Su presencia
inspiraba respeto. Antes de su asunción como técnico tuve una reunión con él,
ya que quería saber con qué se iba a encontrar. Siempre te decía las cosas de
frente. No dejaba escapar nada. Nadie se enteraba lo que pasaba puertas
adentro. Algunos le cuestionaban los asados que organizaba para el plantel,
pero ahí zanjábamos nuestras diferencias y el diálogo fortalecía al grupo.
YO DIGO
Karina Pastoriza / Hija del Pato
Dejó su salud en el fútbol
Estoy muy orgullosa de ser su hija, pero no sólo por lo que
fue como jugador y técnico, sino porque todos los que lo conocieron siempre me
dijeron que fue una gran persona. Un hombre leal, frontal y con códigos que
jamás rompía. Hay valores que trascienden a lo deportivo, y ésos fueron la base
sobre la que supo construir sus equipos y su propia vida. Tuve la suerte de
conocer a muchas personas del mundo del fútbol y nadie me contó algo malo de
él. Muchos me dijeron que fue el mejor técnico que tuvieron. Jairo Castillo y
Navarro Montoya, entre otros, siempre me han hablado de él con mucho afecto. Y
los hinchas también lo tienen muy presente. Quizá lo teníamos poco tiempo en
casa porque él vivía por y para al fútbol. Le entregó su vida a su pasión. De
hecho, dejó su salud en el fútbol y todos los infartos que tuvo seguramente
tuvieron que ver con la forma en la que lo vivía. Un apasionado.
YO DIGO
Enzo Trossero / Capitán con Pastoriza
Predicamento y personalidad
Se nos fue muy joven el Pato. Tenía apenas 62 años y pasó
más de una década desde su partida, pero lo quise mucho y lo extraño. Tuve una
relación muy especial con él, ambos nacimos un 21 de mayo, aunque él tenía 11
años más. Fue un hombre con mucho predicamento y una gran personalidad, la
misma que supo transferirle a sus equipos. Un tipo muy agradable, que sabía
escuchar y reconocía sus errores. En determinado momento el grupo se había
dividido y él se inclinó para un lado, pero luego supo enderezar la situación.
Siempre trazó objetivos claros y si bien en su Independiente había jugadores
técnicamente muy dotados, todos debían meter. Me tenía aprecio y me dio la
cinta de capitán. Su temperamento se vio reflejado en la final ante Talleres,
cuando evitó que el equipo dejara la cancha. Como DT fue extraordinario. Pero
lo más importante es que fue una persona extraordinaria.
Fuente Olé
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