El delantero uruguayo, una pieza clave, tiene una sobrecarga
en el gemelo derecho y está en duda para visitar el domingo a Sarmiento.
Diego Vera, mano a mano con Olé, en uno de los rincones del
predio de Domínico.
Por Favio Verona
Eran las 10 cuando pisó la cancha en zapatillas, escoltado
por los kinesiólogos del plantel, Javier De Brasi y Julio Zunino. Sus
compañeros ya estaban haciendo algunos trabajos de defensa y ataque cuando
Diego Vera se dirigió hacia un costado del campo de juego de la cancha número 5
de Villa Domínico y empezó a trotar de forma liviana. El diagnóstico no tardó
en llegar. El delantero amaneció con una fatiga muscular en el gemelo derecho y
está en duda para visitar el domingo a Sarmiento, en Junín. El cuerpo técnico
es optimista, pero la noticia encendió la alarma, ya que el uruguayo fue
fundamental en los últimos partidos. Por su despliegue, su entrega y su
capacidad para desenvolverse dentro y fuera del área, la presencia del goleador
es crucial para abastecer a Germán Denis, arrastrar marcas y hacer jugar al
equipo.
El Tanque ya hizo saber que su preferencia es conformar la
dupla con el charrúa. Y ambos lograron convencer a Mauricio Pellegrino de que
son complementarios. “Nuestros mejores partidos fueron con una sola referencia
de área. No es lo ideal tener a dos tipos pegados a los centrales”, había
remarcado el entrenador. Aunque los partidos que jugaron juntos ante Colón
(4-1) y Patronato (2-1) desterraron ese pensamiento. Longaniza debió rendirse
ante lo evidente y hacer lo mismo que en su momento había hecho en Estudiantes,
cuando debió poner a Vera como acompañante de Guido Carrillo. Es que lo mejor
del delantero que llegó desde Atalanta se vio cuando estuvo acompañado por el
charrúa.
La molestia física sorprendió a todos, ya que el plantel
había regresado a los entrenamientos el martes por la tarde, luego de tener dos
días libres. Vera se había entrenado con normalidad y completó una rutina de 90
minutos de ejercicios físicos de alta intensidad. “Todavía me falta en cuanto a
lo futbolístico”, había repetido Viruta en los últimos días, aunque estaba cada
vez mejor. Es que el delantero tardó 90 días en volver a jugar desde el
arranque tras el golpe que sufrió en el tendón de Aquiles izquierdo por un
accidente doméstico en el que se le cayó la cuna de su hijo.
Pellegrino no va a apurar al delantero. En el Rojo creen que
va a llegar, pero si advierten que no está al 100% no van a asumir el riesgo de
ponerlo. La idea es probarlo en la práctica de hoy por la mañana para ver cómo
responde, aunque si siente alguna molestia continuará trabajando de forma
diferenciada para evitar que la sobrecarga muscular derive en un problema
mayor, como una distensión o un desgarro.
En Avellaneda le prenden una Vera.
Fuente Olé
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