El Rojo no tiene un organizador clásico y lo sufre: genera
poco, los de arriba quedan aislados y la pelota sólo les llega mediante
centros.
Por Favio Verona
Es cierto que es necesario partir de una base: Son cada vez
menos los técnicos que tienen la posibilidad de contar con un armador en el
plantel.
Mauricio Pellegrino y todos los jugadores de Independiente coinciden
en que al equipo le está faltando saber administrar la pelota con criterio, leer
el juego para interpretar cuándo es necesario acelerar, hacer la pausa, abrir
la cancha, tocar sin arriesgar para permitir que corra el reloj o profundizar
con una pelota al espacio.
Y todas esas son decisiones que suele tomar un
enganche, aquél futbolista que pone su inteligencia para comprender el juego al
servicio del equipo.
El Rojo carece de un futbolista capaz de asumir ese rol
con garantía de buenas prestaciones. "Por momentos tenés que ser agresivo
y apretar alto, pero debemos tener cuidado porque a veces terminás rodeado por
dos o tres rivales y corrés el riesgo de perder la pelota en lugares
comprometidos. Hay que saber elegir los momentos para hacer parar la pelota,
pensar y buscar los espacios. No siempre se puede ser vertical. Nos falta eso",
le dijo Germán Denis a Olé.
Cebolla Rodríguez puede romper líneas con sus
arranques a pura potencia, hace jugar mejor a sus compañeros integrándolos a su
juego, pero su radar no es tan amplio, no da la talla para ser catalogado bajo
el rótulo de enganche.
Muchos escalones por debajo del uruguayo aparece Claudio
Aquino, quien ocupa la posición de un creador, aunque sus malos partidos le
ganan la pulseada a los buenos por un amplio margen.
Méndez, quien en este
semestre se desplomó, supo darle cierto sentido a la circulación en el medio,
pero su función no es la de un creador ya que su punto de partida es el círculo
central y son varios metros los que lo separan de la zona de ataque.
Independiente, como la mayoría de los equipos, suele correr más de lo que
piensa. Denis lo asumió. Como tantas veces lo ha hecho Riquelme, el goleador
que llegó desde Atalanta reconoció que ése es uno de los males que acecha a un
fútbol argentino en el que los entrenadores suelen estar más preocupados por
presionar al rival que por elaborar juego. El Rojo tuvo mucha contundencia en
los últimos tres partidos, pero los números engañan: generó poco, no tuvo
muchas llegadas y, con Cebolla apagado, los delanteros padecieron el
desabastecimiento.
Ante Patronato, los centros fueron el único recurso que le
posibilitó perforar la defensa rival. Muy poco para un equipo que aspira a
quedarse con el título.
Desde la llegada de Jorge Griffa, todas las Inferiores
juegan con enganche. "Es necesario que todas jueguen de la misma forma,
con un 4-3-1-2", bajó línea el Maestro.
La paradoja es que justamente la
Primera no tiene a ninguno. Y en el fútbol, dos cabezas no siempre piensan
mejor que una.
Un enlace no se reemplaza con revulsivos.
Pensar no se negocia.
Fuente Olé
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