Por Nicolás Berardo
Miguel Angel Brindisi caminaba para calmar tensiones. El
vestuario local ardía. Pintaba bravo el panorama en la 18ª fecha del Final 2013
para Independiente, ese club que había alzado siete Libertadores,
Intercontinentales y demás. La victoria era necesaria para evitar intoxicar un
paladar negro que supo degustar los pases del Bocha o las corridas de Burru,
bajo la mirada sagrada de Pastoriza. El Diablo necesitaba un milagro, de esos
que ocurren muy de vez en cuando...
Pero es difícil pretender una ayuda del Barba cuando
enfrente tenés a un Angel como Correa. Independiente, con hidalguía saltó al
campo peleándole el partido a San Lorenzo, defendiendo el honor de lo que fue,
evitando que un salpicón de mugre manchara la historia. Las piernas de los de
rojo pesaban, y Boedo se movía por la cancha como un profesor que se pasea
entre alumnos dubitativos que en pleno marzo tratan de no repetir.
Independiente estaba por reprobar un examen fiero: se le venía el descenso. Y
la fe se desmoronó cuando Angelito metió el gol que desterró de Primera al
Diablo. Hoy volverán a enfrentarse. Será distinto, aunque el recuerdo resultará
indeleble. Un flashback de Angeles y Demonios...
Fuente Olé
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