El festejo de Mancu tras su golazo olímpico.
Independiente ratificó su excelente momento, superó a Tigre
con claridad por 3 a 1 y se puso, momentáneamente, a dos de River. Lucero, en
dos oportundiades, y Mancuello, con gol olímpico, marcaron para el local. Vitti
había anotado el empate parcial. Delirio en Avellaneda.
Independiente derrotó con claridad a Tigre por 3 a 1 y
ratificó su excelente presente. Sumó su quinto partido sin perder (tercera
victoria) y se puso, momentáneamente, a dos puntos del líder River. Pero lo
mejor de todo es que, por momentos, mostró pasajes de gran fútbol.
El equipo de Almirón arrancó en llamas y rápidamente se puso
en ventaja con tanto de Lucero al minuto de juego (centro de Pizzini). A partir
de ahí se adueñó del trámite. Para siempre. Y a pesar de que en un momento se
le puso negra (gol mal anulado a Luna y empate parcial de Vitti a los 39'),
jamás perdió ni la paciencia ni la convicción ofensiva. Siempre tuvo el trámite
bajo su control. De hecho, parte de sus mejores ráfagas se vieron justo cuando
recibió el tanto en contra. Tal vez por eso no sorprendió mucho que se haya ido
al entretiempo nuevamente arriba, tras otro tanto de Lucero (47'): su
superioridad era irrefutable.
Tras el descanso, el Rojo no aflojó. Siguió apostando a su
estilo vertical, con Montenegro como eje y el circuito ofensivo bien aceitado
en cuanto a velocidad y solidaridad. Era una fiesta. Pero faltaba la frutilla
del postre. Y la frutilla del postre no podía colocarla otro que no fuera
Mancuello, el alma de este equipo. El volante finalmente pudo lograr su tan
ansiado gol olímpico (lo buscaba hace partidos), con la complicidad de los
rivales, y cerró la persiana. Quedaban 35 minutos, aunque, en realidad, ya
estaba todo resuelto. Sólo quedó tiempo para ver un par de toqueteos más del
local y para que los hinchas deliraran. Independiente está de fiesta. Lo
merece.
Está en un brillante momento.
Fuente Olé
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