El enganche sólo se perdió los dos primeros partidos del
ciclo de Almirón.
Por Favio Verona
Montenegro sale incluso cuando juega bien: Almirón lo sacó
en cinco de los últimos seis partidos y no precisamente por cuestiones físicas.
¿Qué pasa?
Hay mensajes e intenciones solapadas que dependen de la
capacidad de reflexión e interpretación del destinatario. Hay maniobras
subrepticias que encierran lecturas asimétricas. Hay acciones que permiten
prescindir de la palabra. Ni siquiera los militantes más fervorosos de la
candidez registran niveles tan altos de inocencia como para no percatarse de
que a Daniel Montenegro le están preparando el terreno para que logre asimilar
un desenlace que se aventura inexorable.
A los 34 años transita el ocaso de su carrera y le aporta a
Independiente la indispensable cuota de experiencia, inteligencia y comprensión
del juego que le falta a un equipo plagado de jóvenes. Es cierto que el Rolfi
no está teniendo actuaciones descollantes, pero no se puede omitir que su
presencia es garantía de un rendimiento con un piso más alto que el de sus
posibles reemplazantes. Su nivel nunca descendió al subsuelo. Y en ese contexto
resulta sugestivo que en ocho de los 12 partidos que disputó en el semestre
siempre haya sido uno de los primeros cambios. La tendencia incluso se
profundizó: fue reemplazado en cinco de los últimos seis encuentros, incluido
el duelo frente a San Lorenzo (2-1), en el que convirtió de tiro libre y se
erigió como la figura. “No se debe a una cuestión física. Mis cambios son según
lo que demanda el partido”, justificó Jorge Almirón después de la victoria ante
el Ciclón. Descartado ese factor, una pregunta se instala casi por decantación:
¿Los partidos, ante cualquier contexto y resultado provisorio, siempre demandan
la salida de Montenegro como solución a los problemas emergentes? La única
certeza es que los argumentos que esgrimió el técnico resultan insuficientes,
banales, escasos para disipar la creciente incertidumbre.
Almirón, quien pretende que su equipo no se detenga en la
elaboración y que tenga una transición rápida entre defensa y ataque, sabe que
por sus características, a Montenegro no le puede exigir esa dinámica. Sería
demandarle algo que va en contra de su naturaleza. Es por eso que la presencia
del Rolfi conspira contra el juego que el DT pretende desarrollar. Es titular
sólo porque en el balance se impone el margen de utilidades y porque el costo
que implicaría su salida sería muy alto: podría precipitarse una fractura en la
relación con el plantel.
En el seno de la CD no todos están convencidos de prolongar
la estadía del enganche. “Me gustaría retirarme acá, pero por ahora sólo una de
las posibilidades. No depende de mi”, reconoció el jugador que tiene contrato
hasta fines de 2015. Los directivos están sopesando la relación costo beneficio
que implica su presencia. En el rubro costo se consigna su salario en un
contexto en el que ya se aplica la política del ajuste presupuestario.
Los señales parecen anticipar un lento proceso de
desplazamiento. Almirón ya despojó al Rolfi de la capitanía. Y le asignó el rol
de variable de ajuste.
Fuente Olé
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