Por Gustavo Ronzano; "CLARÍN".
Montenegro celebra el primero de sus goles ante Ferro.
(Télam).
Como pocas veces, un gol lo sintetizó todo. Y no fue un gol,
en realidad. Fueron los tres. Como si se hubiese tratado de un manojo de
confesiones, cada uno de esos tantos, en Avellaneda, se encargó de reflejar las
procesiones que van por dentro de este Independiente último modelo, en su
inédita versión enmarcada en el fútbol de ascenso.
El primero de los gritos ante Ferro en medio de la semana,
aquel de Daniel Montenegro sobre los 12 minutos de juego, nació de un pase
preciso y precioso de Matías Pisano. Como para dejar bien en clara la
influencia cada día más grande del ex Chacarita en el equipo de Omar De
Felippe.
El segundo, otra vez
obra del Rolfi, ahora de tiro libre, mostró -una vez más- el nivel de
compromiso con la causa por parte de quien fue goleador y figura en el duelo
del miércoles ante el conjunto de Caballito. Iban 27 minutos de la segunda
parte. De Felippe ya había decidido el ingreso de Martín Benítez. Pero
Montenegro quiso ejecutar el tiro libro. El cuerpo, claro, podía aguantar un
minuto más. La variante era sólo por precaución, por el desgaste acumulado. Y
vaya si valió la pena. El 2-0 adquirió la silueta de esos remates inatajables
que pasan a los libros bajo el rótulo de golazos.
Y también fue golazo
el tercero, el de Gabiel Vallés, a 11 minutos del final, cuando apuntó, disparó
y estampó un disparo que el pobre Gastón Losa observó en primera fila sin poder
impedirlo. Justo Vallés, acaso un símbolo de los jugadores resistidos en los
últimos tiempos…
Esa confianza que se tuvo Vallés para levantar la cabeza y
probar al arco sintetizó la transformación que viene experimentando
Independiente en los tiempos de De Felippe. El equipo levantó su autoestima; la
pelota, que antes le quemaba en todas sus líneas, ahora es su aliada. Y así sí
se puede creer y crecer. Lleva seis partidos sin perder, cuatro sin recibir
goles, aprendió a ganar por más de un gol de diferencia. Como un aplicado
alumno de artes marciales, Independiente parece haber transformado la presión
que lo abrumaba en una fuerza a favor. Le falta recorrer mucho todavía en el
largo y sinuoso camino de regreso a Primera. Pero, mientras tanto, ofrece
señales saludables. Señales que encima llegaron envueltas en el más valioso de
los papeles: el poder de gol.
Fuente Clarín

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