Los campeones hablaron con Olé.
Por Beto Tisinovich, Carlos Rodríguez Duval y Favio Verona
A 40 años de la primera Intercontinental del Rojo, Olé
festejó con cinco jugadores de ese equipo que venció a la Juventus con la
eterna pared de Bochini y Bertoni.
Fue una gesta que marcó a fuego el corazón de los hinchas de
Independiente, que alimentó el orgullo de toda la cofradía roja y rubricó esa
mística que había comenzado a forjarse algunos años atrás, con las Libertadores
de 1964 y 1965. Existen acontecimientos que trascienden a las personas, que van
más allá de las instituciones, que hacen añicos las barreras del tiempo, que
perduran por siempre en la memoria colectiva. Hace 40 años Independiente
derrotó 1-0 a la Juventus y se consagró campeón Intercontinental por primera
vez.
Aquella pared que inmortalizaron Bochini y Bertoni en el
estadio Olímpico de Roma y que catapultó a Independiente a la cima del mundo
fue un suceso que traspasó fronteras. Aquel 28 de noviembre de 1973 la victoria
no sólo fue del Rojo. En Roma triunfó la resistencia en un fútbol que comenzaba
a padecer ausencia de audacias. La consagración marcó un antes y un después en
la historia del club y en las vidas de Bochini, Rubén Galván, Agustín Balbuena,
Eduardo Maglioni y Miguel Angel Santoro. La vida los condujo por distintos
caminos, pero ese pasado signado por la gloria se encargó de sellar lazos
inquebrantables.
Olé los juntó para desempolvar recuerdos y repasar una de
las páginas doradas de la historia del fútbol argentino. Ni siquiera comienza
la entrevista y todos se largan a hablar.
“En 40 años no cambió nada porque Bochini sigue llegando
tarde”, bromea Santoro. Y mientras el resto celebra su ocurrencia y comienzan a
mirar de reojo el reloj, el Bocha entra a la redacción apresurado para abrir un
baúl que rebasa de recuerdos que el tiempo jamás podrá mancillar.
“En ese momento
no fuimos conscientes de lo que habíamos logrado. Parece mentira, pero hoy el
reconocimiento es mucho mayor de lo que fue cinco o diez años después de haber
conseguido la Copa. Los malos resultados llevaron a la gente a valorar el
título cada vez más, a darse cuenta de lo difícil que es llegar a lo más alto
del mundo”, cuenta Rubén Galván.
“Ya se nos había escapado tres veces la
Intercontinental y había que ganarla. Todos saben que teníamos un equipo
impresionante de mitad de cancha hacia adelante, pero abajo había una defensa
tremenda, el entendimiento era total. Para llegar a esas instancias no sólo hay
que tener buen pie, también se precisa mucha garra. Y ese equipo la tenía”,
rememora Pepé Santoro.
“La Juventus era un gran equipo con muchos jugadores de
selección como Zoff, Spinosi, Causio, Bettega, Gentile. Pipo nos pidió que
tratemos de tener la pelota, de apretarlos, de achicarles los espacios”, cuenta
Bochini.
“¡Noooo!. A mí me mataron. Me la tiraban para adelante y tenía que
chocar con Marchetti que era un paredón”, interrumpe el Mencho Balbuena.
“Todo
venía bien hasta que el Negro (Galván) nos complicó todo cuando hizo el penal.
Decí que yo me quedé parado, Cuccureddu se perfiló para patear al medio y lo
desconcerté porque la tiró arriba, si no, no estaríamos acá, je “, bromea
Santoro.
Y la respuesta no tarda en llegar. “No fue penal, se tiró”, se
defiende Galván mientras estallan las risas de fondo.
“En el primer tiempo la
pasamos mal”, explica Bochini.
“Ligamos de una forma ...”, reconoce Santoro
como si el arco todavía temblase después de los dos remates que sacudieron el
travesaño y paralizaron los corazones de todos.
“Había que aprovechar los
espacios. En el entretiempo los defensores nos decían que si metíamos una ellos
se iban a encargar de aguantar el partido. Y salió la jugada del gol”, expresó.
“En esa jugada yo venía picando por izquierda y estaba mejor perfilado para
patear, todavía no sé por qué no me la pasaste”, lo carga Maglioni a Bochini. Y
el máximo ídolo de la historia del Rojo asegura que “unos días después jugamos
contra Ferro y con Bertoni hicimos una pared casi igual. Todo nos salía con
naturalidad”.
No fue un título más del aluvión que cosechó Independiente
en los 70. Porque la Intercontinental ya se había esfumado dos veces ante el
Inter de Helenio Herrera y una frente al Ajax de Cruyff. Porque los italianos
impusieron la condición de jugar un solo partido en Roma. Porque el Rojo no
sólo derrotó a la Juventus, lidió contra un árbitro localista que incluso cobró
un penal inexistente.
“Los festejos fueron bastante mesurados”, afirma Santoro.
“Antes del partido compramos algunas botellas de vino y las llevamos al hotel
con Semenewicz. Tiramos hielo en el inodoro y pusimos las botellas. Los tanos
no podían creer lo que hacíamos, je. Si perdíamos, el vino lo íbamos a tomar
igual”, dice entre risas Maglioni, quien continúa con su relato: “Cuando
llegamos al aeropuerto para pegar la vuelta los tanos nos vieron con la Copa y
se estrellaban las cabezas contra las columnas. Fue algo increíble que nunca
voy a poder olvidar”.
Y Bochini agregó: “Nosotros cobramos sólo u$s 200 cada
uno por haber conseguido ese título y nadie se quejó. En esa época no se
manejaban las cifras de hoy y las copas eran mucho más difíciles porque te
enfrentabas a equipos que eran selecciones”.
El domingo posterior al partido con la Juventus,
Independiente visitó a Racing y dio la vuelta con la copa en el Cilindro.
Bochini rememoró ese partido: “La gente de Racing nos reconoció y nos aplaudió
cuando salimos al campo. Les ganamos 3 a 1. Hoy ni siquiera hubiésemos entrado
a la cancha”.
Fuente Olé
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