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miércoles, 4 de septiembre de 2013

Opinión de este blog - Alguien que tuviera un corazón



 Ilustró rrrojo

¡ Que lo parió !



Justo un sábado se me ocurre instalar un portarrollos de papel de cocina.



Si, ese que Vos usas tanto para secarte las manos como para limpiarte la boca cuando le entrás a una costillita de cordero.



Y allí no existen tenedor o cuchillo.



Claro que en tu casa.



Debajo del calefón lo colocás.





Esta historia transcurría allá por los años sesenta.



Todavía no habían nacido a la fama los Beatles.


Y mi tía de Dominico me pidió que lo instalara.




Era necesario, para hacer el trabajo una mecha para agujerear la pared y meter dos tarugos.



Por lo que busqué una ferretería abierta.


La encontré en Sarandí, donde un gordito me atendió y ante mi pedido de una mecha para hacer dos agujeros en una pared, poner dos tarugos y después atornillar, me salió explicando como experto.



-     Ya no se hacen más agujeros, se compran hechos.

-     ¿Cómo? Le repliqué extrañado.

-     Fácil –me dijo – Usted no puede tener tantas medidas de mechas como las que necesitará en su vida. Por eso Nosotros le vendemos el agujero que necesita. A su medida.


Y pretendió venderme dos agujeros, los que no compré.



Y mi Tía se quedaba sin su porta rollos de papel si no es que Yo encontrara un ferretero decente .



El primer ferretero era Grondona, o cualquiera de sus hijos.



Vendedores de agujeros hechos, sembradores de hectáreas de nailon. Y de otras utopías. Que jamás los perjudican en sus negocios. Pero a los Rojos nos enterraron. Y nos vendieron todo lo que quisieron.

Gracias a sus cómplices, como Compi.

Para que destruyeramos la doble visera.

Con su verso.

Y se los compramos. Para que hiciera su Arsenal.

 
Para tratar de entender un poco el instinto de supervivencia de Julio Humberto Grondona hay que repetir la siguiente lista de nombres: Videla, Viola, Galtieri, Bignone, Alfonsín, Menem (por dos), De la Rúa, Puerta, Rodríguez Saá, Caamaño, Duhalde, Kirchner y Fernández de Kirchner (por dos).



Mientras todos esos presidentes pasaron por el Sillón de Rivadavia, Don Julio no se movió de su despacho de la AFA. Estuvo en la época de la dictadura, aplaudió la primavera alfonsinista, le sonrió a Menem, elogió a la Alianza y se alió con los K.



Un animal político, un camaleón, un ferretero de Sarandí que llegó a ser –como le gusta jactarse– el vicepresidente del mundo.



Grondona, sin más: el mejor político de este país.



Grondona llegó a ser presidente de Arsenal y formar parte de la Comisión Directiva de Independiente.



Y hasta ganó las elecciones presidenciales del Rojo en el 76. Venció al oficialismo, que venía con la chapa de haber levantado las Libertadores del 72, 73, 74 y 75.

Increíble. Desde joven, mostraba toda su capacidad de animal político.



A Mi no me cagó pretendiendo venderme agujeros hechos a la medida.


Y nunca volví a esa ferreteria.

Aunque el gordo Todo pasa nunca se olvidó tal vez de los agujeros que no vendió.

Y ahora busca venganza.

Pero le pasaremos la mecha más grande que encontremos.

Para perforarle tal vez lo que no tiene.

Un corazón Rojo.


Fuente este blog.


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