Los jugadores del Rojo en actividad.
Por Vicente Muglia
Los jugadores salieron a desactivar cualquier intento de
relacionar el mal arranque del torneo con un miedo escénico. Desde afuera y
adentro ven un equipo “presionado”.
La manga blanca del Libertadores hoy yace desinflada y
enrrollada. Pero el domingo, en el entretiempo, casi estalla con la voz de
Walter García, capitán de Independiente Rivadavia de Mendoza. “Vamos a pasarlos
por arriba que están todos cagados”, tiró para arengar a su tropa en alusión a
los jugadores del Rojo. La frase se propagó rápidamente por los medios gracias
a una cámara que captó la escena. Y la mecha encendida llegó al seno del
plantel de Independiente. Ahí, en el predio de Villa Domínico, los
protagonistas salieron sin dudar a desactivar cualquier intento de reflexión
profunda sobre el contenido de esas palabras. “No estamos cagados”, fue la
respuesta, contundente y sin buscar términos más diplomáticos, que dieron
varios de los futbolistas consultados por Olé .
La arenga del lateral, quien al día siguiente aclaró que lo
había hecho para motivar aunque también admitió ver enfrente a un equipo
presionado, no quedó en una anécdota. Porque en realidad, el funcionamiento de
Independiente, lo que hoy demuestra en este preocupante arranque en la B
Nacional con tres puntos en cinco partidos, deja tanto que desear que se buscan
las causas en cuestiones que exceden lo futbolístico. De hecho, el propio De
Felippe, en su conferencia de prensa inaugural, fue al grano: “Seguramente
vamos a trabajar muchísimo en el aspecto anímico. Lo mental es importante en
cualquier equipo”.
Ese análisis del nuevo DT, desde afuera porque en ese
momento aún no había tenido contacto con el grupo, coincide con la mirada que
tenía el cuerpo técnico saliente encabezado por Miguel Brindisi. Que el
problema principal del Rojo, más que por los pies, pasa por la cabeza. Sin
embargo, en el plantel se apuran en aclarar que no hay miedo escénico. “No
entramos cagados a jugar. Si no salen las cosas no es por eso. Tratamos de ser
el mejor equipo posible y estamos trabajando para encontrar el mejor
funcionamiento”, aseguró Martín Zapata, uno de los refuerzos para la B
Nacional.
El hervidero que es Independiente desde que descendió sumado
a la exigencia lógica de la gente generan un microclima que pareciera no
ayudar. “Puteando a los jugadores no van a mejorar”, avisó De Felippe por si
había algún hincha desprevenido. “Es lógico que nos insulten si perdemos, pero
las cosas ya cambiarán cuando empecemos a ganar. Necesitamos un triunfo”, fue
el diagnóstico del Ruso Rodríguez. La cuestión es que en estas cinco fechas,
salvo pequeños lapsos en algunos partidos, se vio a un Independiente atado,
sintiendo la presión externa. Alguien que viajó de regreso con el plantel desde
Tucumán, tras la caída ante Atlético, le comentó a Olé que vio a un plantel
“destruido en lo anímico”.
“No somos un equipo que está asustado”, negó Federico
Mancuello. Y atribuyó esa declaración sólo a una arenga lógica del rival. Como
dice una vieja frase, valiente no es aquel que no tiene miedo sino el que lo
enfrenta y lo vence.
Fuente Olé

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