Por Nahuel Lanzillotta
El
Independiente de Vaccari chocó sus ilusiones contra Vélez más por falencias
propias que por virtudes ajenas. El DT no ofreció soluciones con los cambios y
quedó recalculando.
En un
fútbol laberíntico y en un club que pone piquetes cada dos por tres en el
camino, el Clio de Julio Vaccari venía bien rumbeado, esquivando los obstáculos
y avanzando, lento pero firme. Sin embargo, en los últimos partidos empezó a
corcovear hasta que perdió el rumbo en la eliminación contra Vélez por la Copa
Argentina. El entrenador, conductor designado del equipo, no tomó las mejores
decisiones con sus cambios y al Rojo le resultó imposible dar vuelta la
historia en la cancha de Lanús. Una derrota dura de las que dejan huella y de
las que no tienen punto medio: o se corrigen las fallas en boxes para meter
quinta a fondo en lo que resta del torneo o se queda en la banquina de algún
lado haciendo dedo para irse.
La derrota
podía darse, claro. Porque el elenco de Gustavo Quinteros es el mejor del año y
está intratable. Sin embargo, lo que más ruido generó esta caída fue la manera.
Independiente supo emparejar su juego en el primer tiempo, es cierto. Hizo uso
de sus aptitudes defensivas, que son lo mejor del ciclo de Vaccari hasta ahora,
para impedirle a Vélez exhibir todo su poderío ofensivo. Tal es así que apenas
hubo una sola llegada de riesgo que salvó en la línea Joaquín Laso en esa etapa
inicial sobre el arco de Rodrigo Rey.
Y el
Diablo, a su vez, también contó con algún remate de Felipe Loyola bien tapado
por Tomás Marchiori. El Rojo había llegado con vida al entretiempo ante un
rival actualmente superior en los papeles. El plan del técnico funcionaba.
Hasta que una desatención hizo que Independiente cayera en un pozo que lo
dejaría en llanta. Rey buscó jugar corto, pero ante la buena presión velezana
se vio forzado a sacar largo. Gabriel Avalos falló al intentar bajar el
pelotazo. E Iván Marcone no pudo recuperar en el mediocampo. A su espalda le
quedó el hueco libre a Claudio Aquino para conducir. Abrió para Francisco Pizzini,
que fue derribado por Laso.
El penal lo
atajó Rey aunque el rebote al medio volvió a Aquino, que esta vez no falló y
puso el gol que descompaginó al Rojo. Vaccari, lejos de ofrecer claridad desde
el banco, generó mayor confusión. Su primera variante para ir a buscar la
igualdad en un duelo de eliminación directa fue hacer un puesto por puesto
entre Avalos y Alexis Canelo… Es una realidad que el Paraguayo no la está
metiendo, pero sacar al ‘9’ cuando se necesita ganar es todo un mensaje para
los propios y para el adversario. Además, Canelo tampoco viene siendo solución
cada vez que le toca.
Unos
minutos después, el DT dispuso de una triple variante que aportó mayor
desorientación. Afuera el capitán Marcone por un Federico Mancuello que no hace
la diferencia (tampoco ya con su pegada), afuera Damián Pérez por Adrián Sporle
(puesto por puesto en el lateral zurdo) y afuera un intrascendente Saltita
González por Santiago Hidalgo. El equipo quedó totalmente partido en un 4-2-4
que no sirvió para meter contra su área a Vélez.
A falta de
7 minutos, Vaccari mandó a la cancha a Santiago Toloza por sobre Alex Luna,
quien se quedó sentado en el banco de los suplentes. Toloza había vuelto a
concentrar para este encuentro después de un largo tiempo de inactividad por
decisión técnica y, de pronto, lo eligió por uno que, si bien no presenta un
buen nivel, siempre puede ofrecer desequilibrio y vértigo en el uno contra uno
como Luna.
Las
imprecisiones le ganaron a los desbordes, el nerviosismo le ganó al ímpetu y el
desorden le ganó a las ideas. Apenas una chance que pifió a la carrera Santiago
Montiel tuvo para poder empatarlo en el final. Independiente chocó sus
ilusiones contra un gran muro de contención y el técnico quedó con el GPS
averiado. Recalculando…
Fuente Infierno Rojo
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