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martes, 22 de febrero de 2022

Sin ideas no hay paraíso


Por Nahuel Lanzillotta

 

Ante la falta de individualidades de peso, Independiente debe hacerse fuerte desde la creatividad del juego colectivo.

 

Esa es la intención de Domínguez, que todavía está verde de ideas y con intérpretes en muy bajo nivel.

 

En este equipo no existen individualidades que puedan sacar un conejo de la galera para ganar un partido.

Y, como se dijo en la publicación anterior de esta columna y luego también lo expresó Ricardo Bochini, Independiente tiene -a priori- en nombres y en jerarquía menos plantel que el año pasado. Para suplir esas falencias, hace falta juego colectivo. Y para eso, a su vez, hacen falta ideas, que por el momento tampoco aparecen en un elenco aún demasiado verde. Así, el arranque del Rojo está siendo muy cuesta arriba.

 

Lo mejor que tiene Independiente sin dudas es su entrenador, al que nadie discute y en el que se depositan las esperanzas en este año que lo encuentra al club de Avellaneda con triple competencia. Apenas comenzó una de las tres Copas que disputará el conjunto de Eduardo Domínguez y los problemas de funcionamiento quedaron al desnudo.

 

Ojo, era previsible este panorama ante un mercado de pases discreto al que le faltaron jugadores de peso, sobre todo arriba.

 

Leandro Benegas, el último refuerzo en llegar, no está a punto por ahora y adelante con Leandro Fernández solo no alcanza. De falso 9, Lean Love se mueve todo el tiempo, abandona el área para bajar y tratar de armar juego con los volantes y los extremos. Pero en la zona de fuego nadie llena el vacío.

 

Independiente está verde. Le falta bastante para madurar.

 

Se vislumbra la idea de Domínguez, sí.

Juego ofensivo, soltando a sus laterales -sobre todo Alex Vigo-, y buscando que los medios interiores pisen el área. No obstante, los intérpretes todavía no cuajan del todo. Hay errores puntuales y conceptuales. El cero a cero en Liniers de este sábado es el claro ejemplo de ello.

 

Con un jugador de más, el Diablo jamás supo sacar provecho. No usufructuó la superioridad numérica que tuvo durante más de 20 minutos. Y, para colmo, sabiendo que la expulsión del hombre de Vélez fue protestadísima, Joaquín Laso comete una imprudencia con sus brazos adelante de un Germán Delfino agazapado para compensar y apaciguar la furia local. Inmaduro por donde se lo mire. Desde el fútbol y desde la picardía.

 

Si con uno más no supo cómo sacar ventaja en el juego, once contra once fue superado por los de Mauricio Pellegrino, que sin hacer demasiado contaron con las más claras situaciones de gol (dos tiros en los palos). Carece de creatividad en la zona media Independiente. Los responsables de la elaboración artesanal para que la pelota llegue al área de enfrente no se están ganando el pan de cada día. Ni Alan Soñora (el heredero de la pesada “10”) ni Andrés Roa se conectan entre sí. Tampoco logran tener éxito en sus intentos personales. Las ganas de Damián Batallini no encuentran compañía.

 

No se ven pases filtrados. No se ven gambetas. Mucho menos triangulaciones. Sí se ve a un Alex Vigo en permanente postura ofensiva, tal como hacía Fabricio Bustos. Y eso, justamente, era lo que hacía previsible al Independiente de Julio Falcioni: su arma de ataque era siempre la misma y por el mismo lado. Por ahora, lo que cambió con el cambio de entrenador es la postura más agresiva y de asumir el protagonismo. No es poco, claro. Pero falta mucho. Demasiado. Sobre todo, faltan ideas. Y sin ideas, no hay paraíso.

 

 

Fuente infierno Rojo


 

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