Por Claudio Avruj – Columnista Invitado
Pena, enojo, dolor, vergüenza, estupor, impotencia. Se hace
difícil elegir una sola de estas palabras para definir el sentimiento del
hincha y socio de Independiente hoy.
Las redes sociales en estos días dan cuenta de ellas. Están
los que se manifiestan genuina y espontáneamente pero también los que especulan
políticamente profundizando el descrédito institucional. Parte de nuestra
cotidianeidad en un fútbol Argentino que no se caracteriza por sus luces y
aciertos.
Lo cierto es que Independiente escribe así un nuevo capítulo
en sus casi 20 años de debacle ininterrumpida, en los cuales algunos logros
deportivos obtenidos solo lograron disfrazar la realidad pero no la
corrigieron. No le podemos pedir tanto a un campeonato alcanzado.
No hay sorpresa, son resultados finales anunciados.
Consecuencias alertadas.
En pocos meses más, de no mediar obstáculos externos o
internos habrá elecciones y allí el socio deberá aceptar el desafío que se le
presenta.
Ser socio otorga una responsabilidad que va mucho más allá
de ser usuario de los servicios que el club ofrece. Nos obliga a ser custodios
y garantes de un patrimonio real y simbólico que nos trasciende.
Es tiempo de nuevos nombres.
La experiencia negativa de las últimas dos décadas debe dar
lugar a una dirigencia de tiempo completo, de presencia visible, dotada de
conocimiento, sin compromisos con los errores del pasado y con fuerte respeto
por el rol profesional.
Como socios deberemos exigir tener una conducción que ordene
el presente y pueda proyectar un futuro basado en pilares sólidos.
La historia, a la que acudimos para hablar de nuestra
grandeza, es para que la cuidemos y aprendamos de ella, no para contarla una y
otra vez como muletilla para esconder nuestras debilidades.
Y la primera lección que nos da el pasado glorioso hoy es
que si una vez se pudo, claro que se puede nuevamente.
No hay milagros, no hay atajos, no hay superhombres y no los
habrá.
Es el momento de generar un espacio de encuentro y acuerdos
que le permita a los socios elegir a los mejores nombres, con la debida
experiencia y las mejores intenciones con los pies en la realidad.
Es el desafío que los socios tienen que aceptar.
Fuente Soy del Rojo
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