Lucas González y su gran ingreso contra Racing. Foto: Juano Tesone
Por Diego Bogado
Cambió la cara de Independiente. Lucas González entró para jugar el segundo tiempo y ser solución en un mediocampo que no lograba ser eficiente en el clásico ante Racing. Saltita, como lo apodan al volante, que contra toda lógica, no nació en Salta sino que en Jujuy, marcó el gol soñado contra la Acadé, logró empatar parcialmente un partido que venía caliente y fue la imagen de la remontada del funcionamiento del Rojo. Y más allá de la derrota sobre la hora, con la brillante noche el juvenil le puso presión al técnico, Eduardo Domínguez...
Con 21 años, el canterano supo ser un pilar importante en el equipo de Falcioni, pero a causa de problemas en el isquiotibial, comenzó a decir ausente y terminó perdiendo el lugar por quien hoy tuvo que entrar, el uruguayo Carlos Benavídez. Claro está, con su gran ingreso, pudo ser la noche en la que González recuperó definitivamente el lugar en el mediocampo, pero esta vez con el Barba en banco.
Aunque este presente tiene más de una lucha para Saltita. Incluso, tiempo atrás contó que pensó en dejar de jugar cuando era suplente en la Reserva o por ahí bajaba de división. Anoche, estos fantasmas con seguridad terminaron de desaparecer, porque entró para ser el referente del medio, el relojito, y lo hizo a la perfección. Por sus pies comenzó a llegar el peligro al arco de Gómez, logró asociarse con Alan Soñora, su compañero en las Inferiores, y fue el más movedizo.
Para colmo, a los 15 minutos del segundo tiempo usó a sus compañeros para encontrar el espacio y sacar el zapatazo que ponía el 1-1 parcial. Y sí, Saltita González se jugó su partido en paralelo. Y parece que lo ganó...
Fuente Olé
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