En el fútbol hay una frase hecha que arroja una gran verdad:
«Goles son amores«.
Es más que obvio que para que a un club le vaya bien en su
vida deportiva debe ganar; y para ganar hay que hacer goles. ¿Qué pasa cuando
en un puesto fundamental para marcar, como lo es el de delantero, un equipo
cuenta con escasos jugadores? En este caso puntual se reduce a dos factores,
una mala coincidencia e impericias propias a la hora de decidir en el mercado
de pases.
Lucas Pusineri, quien respira tranquilo de saber que seguirá
en el club, se lamenta de saber que Silvio Romero no podrá jugar, a priori, las
próximas tres semanas por un desgarro. Para colmo, el entrenador sufre la baja
de Marcos Landaburu, quien dio positivo de coronavirus y permanecerá aislado
hasta su recuperación. Con este panorama Nicolás Messiniti queda como el único
delantero del equipo, después solo la inclusión de un falso nueve podría
sacarlo del paso.
Al arrancar el mes de junio del corriente año, Pusi contaba
con 5 delanteros: Lucas Albertengo, Cristián Chavez, Silvio Romero, Nicolás
Messiniti y Mauro Molina. A su vez, el equipo venía de sufrir la dura salida de
Leandro Fernández, quien no quiso renovar con el club para seguir su carrera en
Brasil. En el caso de Albertengo, se fue libre a Arsenal.. En cuanto a Chávez,
se fue en condición de prestado a Defensor Sporting de Uruguay.
Ante este panorama se fue en la búsqueda de un delantero que
refuerce el plantel. Sonaron cientas de posibilidades, como Isidro Pitta. Pero
quien llegó fue Federico Martínez, un extremo que a lo sumo puede jugar como
segunda punta y era un pedido expreso de Jorge Burruchaga.
La realidad marca que Independiente dependerá estos próximos
partidos de Nicolás Messiniti, un delantero que en los seis partidos oficiales
que jugó marcó un gol frente a Huracán. Y sino, todo se reducirá a jugar con
falso 9.
Fuente Infierno Rojo
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