El gol de Fabricio Bustos resucitó a cualquier muerto. ¡Que
sirva para salir del pozo!
Lo escribo con el corazón. Soy periodista, pero antes soy
hincha de Independiente y en InfiernoRojo también encuentro el espacio para
escribir como tal. ¡Anoche grité el gol agónico como pocas veces! Enloquecido,
enfurecido, sacándome de adentro toda la angustia de las últimas semanas. Como
ese bebé recién nacido que recibe la palmada justa para lanzar el primer chillido y respirar.
Desperté a todos en el barrio y posiblemente hoy me coma algún reproche.
¡Perdón vecinos, pero no me pude contener! Entiendo a
quienes lo desmerecen, por tratarse de un tiro aislado, ante un rival
secundario en la historia del fútbol brasileño y por las enormes falencias de
Independiente durante la serie. Los entiendo, pero a mí me salió el rugido
desde el pecho.
Independiente avanzó en la Copa Sudamericana por ese gol,
pero lo más importante fue el desahogo, como titulamos post partido. La
posibilidad de dejar atrás toda la mufa generada luego del Clásico de
Avellaneda. En tres semanas pasamos momentos de bronca, de peleas internas, de
críticas en la cancha, en las calles y en las redes; y el centro desviado del
Tractor se llevó todos esos fantasmas.
¿Eso significa que volvió el Independiente de los 80? ¡Para
nada! El equipo volvió a tener muchísimas falencias en cada una de las líneas,
el DT nuevamente luchó con sus propias resoluciones y la dirigencia sigue
siendo tan responsable de esta actualidad como siempre. Lo que sí creo es que,
bien administrado, este golpe anímico podría ser muy útil en cada área del
club. Este shock podría despertar a los futbolistas, al cuerpo técnico y a la
comisión directiva que no viajó a Brasil y dejó sola a la delegación. Incluso a
los hinchas, que seguramente hoy se hayan despertado más liberados.
Quedarse simplemente con un arañado resultado favorable,
conseguido de milagro, sería otro grave error. Que la clasificación sirva para
ganar confianza, para ser autocríticos, para tomar mejores decisiones, para
vincularse más con el día a día del club, para traer paz a un vestuario
cacheteado, para recibir algo de dinero y tapar pocos baches (tiemblo al pensar
la cantidad de deudas que hay), para hacer una mirada introspectiva, para
dilucidar quiénes realmente quieren vestir la gloriosa camiseta roja y seguir
avanzando en un torneo internacional que llave a llave brinde una luz de
esperanza.
Como decía mi abuela Gloria, que el árbol no tape el bosque.
Hay mucho por podar y arreglar, por embellecer y cuidar. ¡Independiente se
merece mucho más que un grito de agonía!
Fuente Infierno Rojo
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