Hoy, lo legítimo es preguntarse cuándo sejodió la selección.
Por más que se clasifique para Rusia, algo perfectamente posible, por más que
luego se haga un excelente Mundial, también una hipótesis viable
La selección argentina, sumergida en un presente turbulento.
Foto: AP
Por Sebastián Fest
El abismo está ahí, y allí seguirá cada mañana que nos
despertemos hasta el próximo martes, el día de la verdad en Quito. A la noche
sabremos si a ese abismo le mostramos la espalda, con la vista puesta ya en
Rusia, o al menos en Nueva Zelanda, o si dimos el paso al frente y la oscuridad
de seguir un Mundial por TV nos devoró definitivamente.
Viernes, sábado, domingo, lunes y martes completos sufriendo
con una selección que está llevando a un terreno desconocido a la mayoría de
los argentinos. ¿O cuántos son los que vivieron aquella frustración de 1969,
también con Perú de por medio? Pasaron 48 años, por eso hay dos generaciones y
media convencidas de que la selección y el Mundial son pareja inevitable.
Y no, no es así. La clasificación hay que ganársela, y que
la Argentina dependa de sí misma es una excelente noticia. hasta ahí. Viene
siendo así desde el inicio de las eliminatorias, y a la vista está que eso no
fue ventaja. Es un milagro que siga dependiendo de sí misma tras una racha de
cuatro partidos que incluyen una derrota, tres empates y un solo gol a favor,
gentileza de un suizo nacionalizado venezolano que lo embocó en su propio arco.
Impactados aún por Perú, surge el recuerdo de Mario Vargas
Llosa y esa enorme novela que es "Conversación en la Catedral". El
libro escritó en ese mismo 1969 que marcó al fútbol argentino, se abre con una
frase de impacto: "Zavalita, ¿cuándo se jodió el Perú?".
Hoy, lo
legítimo es preguntarse cuándo se jodió la selección. Por más que se clasifique
para Rusia, algo perfectamente posible, por más que luego se haga un excelente
Mundial, también una hipótesis viable.
"Hoy, lo legítimo es preguntarse cuándo se jodió la
selección. Por más que se clasifique para Rusia, algo perfectamente posible,
por más que luego se haga un excelente Mundial, también una hipótesis
viable."
Ganar es la sal del deporte, pero si sólo eso importara, la
selección argentina debería estar hoy relajada, probando jugadores y fórmulas
de cara al Mundial. Tan turbulento es en cambio el presente, que olvidamos que
la selección que hoy tambalea es la actual subcampeona mundial. Se obtuvo un
enorme resultado hace tres años, pero no sirvió para consolidar nada. Todo lo
contrario: el actual ciclo mundialista es el más inestable de la historia. Por
eso es que llegar a Rusia y hacer un gran Mundial no necesariamente arreglará
las cosas: Brasil 2014 lo demuestra.
¿Cuándo se jodió la selección? En tiempos cercanos, cuando
se la entregó a un Diego Maradona que no estaba a la altura del desafío y
desaprovechó a un Lionel Messi en llamas. En la recta final de su vida, Julio
Grondona optó sencillamente por tirar un Mundial. Pero podríamos mirar mucho
más atrás y preguntarnos a qué juega la Argentina, cuál es su estilo. La
sucesión de técnicos y de "libritos" es interminable desde hace
décadas, contradicción presente con fuerza en los dos títulos mundiales. ¿O hay
estilos más en las antípodas que los de César Menotti y Carlos Bilardo?
Tan confundida quedó la Argentina tras años y años de
bandazos, que se nubla notablemente cuando le dejan la cancha y la pelota para
que ataque. Perú lo sabía, todos lo saben. Es una selección que hace mucho
tiempo que se siente más cómoda jugando al contraataque. No está mal, no hay
una única manera de jugar al fútbol, pero la contradicción entre lo que
queremos ser, lo que decimos y lo que hacemos es una tensión que termina
agotando a todos.
Nos gusta pensar que seguimos estando a la altura de
Alemania o España, pero esas selecciones saben ya hace una década a qué juegan.
Analizar los diez últimos años argentinos confirma en cambio que la comparación
es imposible y que ganar Mundiales es una meta noble, pero hoy poco realista.
Primero hay que evitar el abismo. Y si se llega a Rusia, apostar a la
inspiración de Messi y a que sus compañeros sintonicen de una vez con él. Ya se
podrá pensar más adelante qué quiere ser realmente la selección argentina.
Fuente Cancha Llena
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