Hallar un 9 goleador, depredador del área, sería la frutilla
que le falta a este equipo. Pero no es fácil.
Por Andres Morando
Te imaginás, amigo Diablo, a este equipo con el Cuqui
Silvera del 2002? ¿Y con el Chipi Gandín de la 09/10? ¿Tal vez con el Parrita
de la Sudamericana 2010? ¿O el Denis del Apertura 2007? El sentido común no
autoriza a que mi memoria viaje con impunidad para establecer comparaciones
altamente odiosas con nuestros iluminados artilleros del siglo XX. Hablemos de
esta centuria. Y de ayer. De un partido en el que, como mínimo, se debió ganar
sin sobresaltos y se transformó en un parto. No podemos contar siempre con un
killer serial. A veces ese disfraz se lo calza Leandro Fernández, cada tanto
Albertengo y casi nunca Gigliotti. Pero no debemos descuidar que veníamos de
contemplar, quizás, la versión más elevada de la criatura del señor Ariel Holan
en la goleada ante Nacional en Paraguay. Sí, de meterla por cuatro que pudieron
ser seis. Entonces, ¿es justo criticar sin piedad a los que ayer se perdieron
una y mil ocasiones? ¿Es razonable que se dude de un plantel que apuesta al
buen juego y se brinda con entrega hasta el silbato final? El no les cabe a las
dos preguntas; lo cual no quita que la falta de un nueve contundente/constante
sería la cura. ¿Hacia ese puesto deberemos apuntar nuevamente en el próximo mercado?
Mientras tanto, este jueves tendremos que sellar la clasificación a la semi de
la Copa (esta vez sin sobresaltos) y prepararnos para volver a ganar en
Córdoba. Párrafo aparte: si bien vos ya lo sabías, amigo Diablo, es importante
recordar que la FIFA nos legitimó como bicampeones mundiales. Y que el escudo
más hermoso del planeta aparezca en cada sitio web, en las redes sociales y que
se multiplique hoy por las hazañas de 1973/1984, no deja de ser un caricia.
¿Todos lo sabían?
Fuente Olé
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