Por Ramiro Santinelli
¿Cómo querés que juegue tu equipo? ¿De qué manera quisieras
que once futbolistas representen al club de tus amores? ¿Cómo te gustaría que
defiendan tu camiseta? Todas las respuestas a esas preguntas se corresponden
directamente con lo que Independiente mostró en Paraguay. En un partido tan
importante, en una fase de eliminatoria en el certamen al que se apuntan todos
los cañones, de visitante, el Rojo sacó chapa y aplastó a Nacional. Lo jugó
como un serio candidato a pelear el título, lo jugó a lo Rey de Copas.
Desde el minuto cero, el elenco de Avellaneda fue más. Salió
decidido, convencido de lo que quería: lastimar al rival, con buen fútbol y sin
especular. El Rojo apretó el acelerador desde el arranque. Adelantó a su línea
de tres defensores, presionó con intensidad y verticalizó lo justo y necesario
para ponerse en ventaja. Tan solo flaqueó en la pelota parada, área en que
Nacional se destaca notablemente. Por esa vía, el equipo guaraní accedió al
empate.
El segundo tiempo fue un show de fútbol. Lo miraría una y
otra vez. Independiente fue sólido e inteligente. De la mano de Meza, que está
pasando su mejor momento con esta camiseta, encontró los caminos para
empacharse de goles y llegar al partido de vuelta con una diferencia de tres
tantos, habiendo marcado cuatro en condición de visitante. Quienes también
tuvieron una noche especial fueron Fernández y Albertengo. Leandro, en primera
instancia, ingresó muy bien en el complemento y aportó velocidad y profundidad
en los últimos metros. Como premio, tuvo revancha en materia de rebotes de
penales -considerando lo ocurrido ante Atlético Tucumán- y un bello gol de
cabeza. En cuanto al Flaco, fue lo más parecido a aquel delantero movedizo y
peligroso que supo ser antes de lesionarse. Desde el inicio del partido
preocupó a los centrales y en el segundo tiempo logró marcar. Fue tras un
toqueteo típico de un casados contra solteros que generó junto a Fernández. En
su haber, queda esa jugada que desperdició por no asistir a su compañero de
delantera y haber elegido rematar al arco prematuramente. Ya fuera del podio,
quiero destacar a Barco -quien volvió a ser determinante- y a Bustos, que
volvió a romperla -como nos tiene acostumbrados-.
La parte oscura de la jornada tiene que ver con la lesión
que sufrió Amorebieta. El codazo de Caballero, jugador de Nacional, fue sin
duda una de esas actuaciones que uno adjudica al “de mala leche”. Sí, el Vasco
lo golpeó anteriormente, pero quedó en evidencia que fue sin interés de
lastimarlo. En cambio, la agresión del futbolista paraguayo fue violenta,
innecesaria y de alevosa mala intención. Es una pena que el árbitro no lo haya
advertido. Holan tuvo que reemplazar a su hombre, con la nariz rota, y el juez
ni siquiera amonestó al infractor. Es más, cobró falta por parte de Amorebieta.
De no creer.
En definitiva, Independiente brilló. Ganó, gustó y goleó. Y,
si bien no hay que menospreciar a ningún rival, consiguió un resultado que
puede permitirle dar descanso a alguno de sus futbolistas en la vuelta. De
todas formas, antes se enfrentará a Patronato, en Avellaneda, para no perder
pisada en la Superliga.
Fuente De la Cuna al Infierno
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