Independiente, hasta ahora, se muestra más confiado cuando
juega de visitante. Foto: AFP
Por Román Iucht
Trabaja con demasiada gente. No se entiende porque usa
drones. No es del "riñon" del club. No tiene gran historia como
técnico. Viene de otro "palo" como el hockey.
Todos los comentarios descalificadores y repletos de
prejuicios, propios del insólito conservadurismo que aún reina en el mundo del
fútbol, cayeron sobre Ariel Holan cuando el entrenador comenzó a trabajar en
Independiente.
La hipocresía que determinan los resultados, mutó de las
críticas iniciales a elogios empalagosos, pero como en la leyenda de la rana y
el escorpión, la naturaleza de algunos ya los había hecho "pisar el
palito".
La realidad, es que Holan es un líder que trabaja con su
grupo, con su método, su dinámica y sus formas. Que hasta el momento gana más
de lo que pierde y cuya valoración debería esperar un tiempo prudencial para
establecer conclusiones. Algo difícil, sino imposible, en la ruleta rusa de
cada fin de semana en la que se transformó el fútbol argentino.
Con independencia de plazos y evaluaciones, es innegable su
influencia en el ánimo del hincha del "rojo" y desde un aire
renovado, fresco y optimista, la vida del equipo de Avellaneda cambió
radicalmente en tan solo un cuatrimestre.
El técnico tomo el timón de un barco
que hace tiempo parecía a la deriva y con decisiones que impactaron en el
grupo, el juego y los resultados encontró respuestas positivas casi inmediatas.
Achicó el plantel, depurándolo de nombres que según su
visión habían cumplido su ciclo, tales los casos de Cristian Rodríguez,
Pellerano, Cuesta, Denis, Ortiz y Vera. Recuperó a otros con la confianza
minada y resistidos por la gente como Martín Benítez, Sánchez Miño, Rigoni o
Diego Rodríguez. Catapultó al equipo titular a jóvenes como Bustos y Franco
para dotar al equipo de vitalidad y sangre nueva. Encontró humildad y generosidad
en nombres con trayectoria como Ervitti y Gigliotti, y le otorgó el liderazgo
desde la capitanía y reubicándolo en la zaga central a Nicolás Tagliafico,
En algo más de una decena de partidos, el "rojo"
sigue invicto, pero lo más resaltable es ver como el sentimiento de pertenencia
que tiene a la identidad como eje central volvió a instalarse entre la gente.
Frente a este panorama, la visita al líder parece una
bolilla difícil de aprobar ante la mesa examinadora. Frente a un Boca urgido,
con un estadio que será una olla a presión irrespirable, la prueba para
Independiente parece apuntar más a su temple que a su juego, aunque apartarse
de sus postulados futbolísticos sería traicionarse en su estilo.
Con su estilo directo y vertical por las bandas, pero que
también simpatiza con la cesión de espacios para salir de contraataque si es
conveniente, es posible imaginar que partido va a jugar el "rojo". Lo
impensado es su respuesta anímica, su personalidad ante el desafío tratándose
de un equipo en pleno proceso de construcción.
El domingo tendremos la respuesta, y algunos humores y
posiciones del campeonato tal vez tengan algún cimbronazo.
Eso sí, Holan
seguirá siendo el mismo técnico. Aquél que sigue luchando contra los prejuicios
y que cree en sus convicciones, más allá de los resultados de turno, y de los
drones.
Fuente Cancha Llena


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