FOTO NA: MARIANO SANCHEZ
El talón de Aquiles del equipo fue dejar escapar puntos
valiosos en casa, principalmente ante rivales que luchaban en la zona del
fondo: San Martín de San Juan, Vélez, Rafaela y Olimpo.
Muchas veces se preguntó el hincha de Independiente a lo
largo del torneo si los puntos que venía dejando en el camino en el mismísimo
Libertadores de América iban a pesar en el final. Cuando se convencía de que la
respuesta era afirmativa llegaba una victoria de visitante tras otra que
equilibraba la balanza. Pero el destino quiso que en la última jornada tuviera
que volver a definir su ingreso a la Libertadores en su casa con la necesidad
de ganar. Lamentablemente Lanús le sacó un empate y por el momento frustró su
posibilidad de regresar a la Copa.
Holan no le pudo encontrar la vuelta a los partidos de
local. Por más que en todos ellos Independiente superó a su rival le fue
prácticamente imposible traducir en el resultado esa supremacía. Está claro que
hubo algún detalle que influyó para que la mayoría de los equipos que vinieran
al Libertadores de América pudieran llevarse un punto.
Cuando el hincha mira el fixture, no lo puede creer. En el
inicio de la era Holan el equipo recibió a San Martín de San Juan, rival que
estaba sumido en las posiciones complicadas, que había cambiado de entrenador y
estaba para ser abofeteado. Pero el Rojo no pasó del cero a cero y las primeras
dudas se plantearon. Incluso en la próxima fecha quedó sin jugar ante Talleres
y en la continuidad recibió a Vélez, otro que estaba de capa caída. Una vez más
se frustró el triunfo pese a haber comenzado ganando y el 1 a 1 arrancó
murmullos. Para colmo en el inicio de la Sudamericana igualó cero a cero con
Alianza Lima. La alarma estaba encendida, Holan preocupado por esta seguidilla
de empates y muchos lo miraban de reojo. Pero los triunfos de visitante
comenzaron a llegar y las aguas se aquietaron.
Seguramente el técnico analizó una y otra vez los motivos
intentando hallar la solución pero ante Rafaela y Estudiantes volvió a sumar
paridades que le quitaron impulso a la escalada que había evidenciado.
La mufa se la sacó precisamente en el clásico ante Racing
donde el equipo tuvo una actitud tremenda, lo fue a buscar con convicción y
terminó festejando un triunfazo ante los vecinos. Ratificó todo con el agónico
triunfo ante Huracán y cuando parecía que ese síndrome era historia Olimpo le
“afanó” un puntito. Hoy la historia es conocida y se sabía que había que ganar
de local para entrar entre los cinco primeros para meterse en la Libertadores.
Pero una vez más el Rojo tuvo su talón de Aquiles.
Fuente Diario Popular
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