El delantero disfruta de este presente del Rojo, afirma que
le "aburre" que le pregunten por el penal errado ante River y ya
palpita el partido del domingo en La Bombonera ante Boca
Por Jonathan Wiktor
Foto: LA NACION
Emmanuel Gigliotti (Buenos Aires, 1987) tuvo que irse a la
ciudad de Chongqing, la capital de la niebla, para poder ver con más claridad.
Solo, en una cultura distante, sin redes sociales que lo acercaran a occidente,
el delantero de Independiente, entre el veneno del smog y a 1500 kilómetros de
Beijing, observó lo que nunca antes. Fue la perspectiva lo que lo hizo
evolucionar.
"Fue una experiencia, he aprendido un montón. Y aunque en el
último tiempo ya tenía ganas de volverme, estoy contento de haber jugado en
China. Puedo decir que he crecido. No desde el lado de jugador de fútbol, sino
desde el aspecto humano, como persona. Estar ahí te abre la cabeza. Gracias a
China me di cuenta de que estaba eligiendo cosas equivocadas", dice.
-¿Cómo es eso?
-Uno, con la distancia, se da cuenta de cuán cercana es la
gente que tiene al lado y si esa misma gente está preparada para acompañarte en
situaciones extremas. Estar mucho tiempo solo te ayuda a reflexionar, pero
también te come la cabeza. Te genera ansiedad, extrañás mucho a tus viejos, a
tus amigos, tu comida.
-¿Hubo algún momento en el que armaste el equipaje y dijiste
'listo, me voy'?
-El problema era que no me podía ir así como así porque iba
a tener problemas con la FIFA. Pero te aseguro que hay momentos en los que
llegás a pensar cualquier cosa. Por dentro te decís: 'Ya fue, me subo a un
helicóptero y me tiro cuando cruce la frontera' (se ríe). No lo digo en contra
de China como país, que quede claro, estoy muy agradecido, pero me sentía súper
solo en una cultura muy distinta.
-¿Hay una relación de amor-odio entre los jugadores y el
fútbol argentino? Cuando están afuera quieren volver.
-Pasa que confundimos pasión, que es alentar a un equipo,
con putear al rival. A mí dame la pasión desde el lado del 'voy y aliento a
Independiente' y no desde el 'voy y puteo al de Racing'. Yo soy jugador y
quiero que estén alentando a mi equipo. Desde afuera extrañamos eso, no que se
caguen a trompadas en la calle dos hinchas sólo porque son de clubes distintos.
-¿Te molesta cuando el periodismo se ensaña con alguien?
-No sé si me molesta, pero no estoy de acuerdo. Si las
críticas son con conceptos, con fundamentos, puedo coincidir. Incluso pueden
ser súper positivas para quien sepa leerlas. Ahora, cuando ponen en duda el
profesionalismo de gente, ahí ya no lo comparto. La crítica sin fundamentos es
malintencionada y no es constructiva.
-¿Estás atento a lo que diga el periodismo de vos?
-Veo, leo y escucho. La mayoría de los que estamos en este
medio nos metemos en las redes sociales, leemos al periodismo, leemos lo que
dicen los hinchas. El que te dice que no, no sé..., dejame dudar.
-¿Qué te produce que siempre te pregunten por aquel penal
ante River?
-Pasaron tres o cuatro años de eso, ya ni sé. Son jugadas
desafortunadas del fútbol. No le presto más atención. Volver siempre al tema
del penal, sinceramente, me aburrió. Le dieron demasiada trascendencia. Pero
bueno, eso es parte del argentinismo. El argentino busca el 'error de' en vez
de la 'virtud de'. Nos gusta ver cómo tropieza el otro. Estamos esperando que
el otro caiga para tener razón.
-¿El fútbol argentino está enfermo?
-Hoy la gente va a la cancha a sacarse la bronca de la
semana. Bronca que nace por los malos manejos que aceptamos en el día a día. En
vez de mirar el partido se descargan puteando a un jugador, o al réferi, o a
todos. Es vergonzoso que nosotros, y cuando digo nosotros no sólo hablo de los
jugadores sino de toda la sociedad, aceptemos que alguien haga eso, bajo la
excusa de que es parte del folklore. Es incoherente.
-Ahora visitan a Boca, ¿va a ser especial para vos volver a
la Bombonera?
-Sí, seguramente sea especial.
-¿Cómo creés que te van a recibir?
-No lo sé, aunque imagino que bien. Durante estos últimos
dos años me he cruzado con varios hinchas de Boca y siempre hubo una buena
relación.
-Independiente, en cinco meses, pasó de ser un equipo
anodino a uno con carácter y buen juego. ¿Qué sucedió?
-Es difícil de explicar, yo no estaba antes. Pero pude
hablar con algunos de mis compañeros y ellos me dijeron que el cambio es
evidente. Lo que sí está claro es que hace cinco meses era una utopía pensar en
este Independiente, que a esta altura del campeonato podía estar en los
primeros puestos y con posibilidades matemáticas de pelear por el título. Así y
todo, el objetivo fue y sigue siendo el de conseguir un lugar en la Copa
Libertadores.
-¿Cómo es Holan?
-Es un DT muy capacitado. A Ariel lo criticaron mucho cuando
llegó por ser de otro palo, por venir del hockey. Pero esas críticas reflejan
una realidad de nuestro país: en la Argentina tenemos ese prejuicio de
desacreditar al que viene de otro sector, como si fuera un enemigo. Decimos:
?éste no sirve porque no es del fútbol, aquel no puede opinar porque nunca pisó
un vestuario, éstos no pueden hablar de política porque no son políticos'. Es
un pensamiento bastante cerrado, diría yo.
-¿Qué te parece la aplicación de la tecnología al deporte?
Holan la emplea muy a menudo.
-Te ayudan a rozar la perfección. El uso de la tecnología te
permite trabajar todo el tiempo sobre los errores, y de manera inmediata. La
imagen del dron, por ejemplo, es prácticamente excelente.
-¿Hay optimismo? ¿Puede ser ésta la semilla de algo
importante?
-Ojalá. Es la idea. Hay un grupo excelente. Pero vamos de a
poco.
Fuente Cancha Llena

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