Por Marcos J. Villalobo
Fotos de Eduardo Giménez y Archivo El Gráfico
En diciembre de 1973, tres años antes de debutar en la
Primera de Argentinos Juniors, un Maradona aún desconocido deslumbró en
Embalse, provincia de Córdoba, en los Juegos Nacionales Evita. Un periodista de
El Gráfico recorrió las instalaciones donde se levantaban los populares hoteles
de la Unidad Turística (UTE) y dialogó con los testigos para recrear aquellos
primeros pasos del Diez, con fotos inéditas y únicas de nuestro archivo.
El extraño de pelo largo: mirando a cámara
El verde abunda. Pinos frondosos, malezas, escombros
revueltos, una cancha de rugby… Turistas que pasan caminando rumbo al lago, con
el añejo hotel de fondo. Un auto rojo toma la curva de la calle de tierra y
frena cerca de donde hace unos años había un complejo deportivo. Los visitantes
se quedan mirando y, a los segundos, uno le dice al otro: “Detrás de aquellos
pinos, ¿ves? Allá atrás jugó el Diego”. Y “el Diego” no es otro que Diego
Armando Maradona.
En el valle de Calamuchita, Córdoba, se encuentra la bella
localidad de Embalse. Un pueblo con cerca de diez mil habitantes conocido por
múltiples factores, fundamentalmente por sus paisajes serranos y sus populares
y solidarios hoteles de la Unidad Turística (UTE). Pero también porque en la
década del 70 comenzó a albergar una leyenda que pronto se hizo realidad. Desde
hace más de 40 años, en la zona hay una telaraña de anécdotas que tienen como
protagonista a un nene al que le decían Pelusa, y que hacía estragos con la
pelota. Ese infante con el tiempo se convirtió en el hombre más famoso del
mundo por su extraordinaria capacidad para jugar al fútbol. Y en ese pueblo
serrano, varios de sus habitantes cuentan orgullosos que Maradona expuso sus
primeros pincelazos de magia bajo el cielo embalseño.
Pero claro, el paso del tiempo fue cobijando el anecdotario
popular de la región con cientos de narraciones verídicas y otras exageradas,
siempre emocionantes. Los hechos se mezclan con la fantasía y de esa forma, con
el correr de los años, el paso de Maradona por las finales de los Juegos
Nacionales Evita de 1973 en Embalse se ha transformado en una historia llena de
condimentos y sabores propios de las que el Diez fue armando a lo largo de su
vida.
En ese marco, en El Gráfico intentamos unir los retazos de
los testimonios orales que se han contado en las márgenes del lago cordobés.
Una telaraña invisible que fue tejiendo, con el andar de los días, su propia
realidad.
“En las instalaciones de los Hoteles de la Unidad Turística,
siempre les contamos a los visitantes que Maradona de niño se hospedó acá, que
jugó los Torneos Evita y que no pudo salir campeón. A los turistas les
interesa. Y preguntan. Pero por mi edad, yo no puedo contar más. Desde que soy
niño escucho historias de cuando Maradona jugó en Embalse, pero muchas son
mentiritas o exageraciones. Todos dicen que lo vieron, pero no creo que hayan
sido tantos”, relata Penano, un profesor de educación física de 35 años que trabaja
en el complejo hotelero. Al mismo tiempo, Cacho Carballo, locutor de la zona,
agrega en la misma sintonía:
“Todos en Embalse cuentan que lo vieron, pero
habría hecho falta el Maracaná si hubiera sido cierto”. Lo dice entre risas, al
tiempo que acota: “De los que se puede comprobar, quienes vieron a Diego de
niño coinciden en que era muy humilde y que muchos acá le pagaban la Coca”. Lo
de la gaseosa es algo que se repite en los testimonios. Concuerdan en que era
común verlo con la botellita en la mano después de cada partido. Algunos se
adjudican haberle regalado una. Otros afirman que era Jorge Cyterszpiler quien
andaba con él y, apenas terminaba los partidos, le acercaba el refresco.
Maradona se conmueve por el llanto de Alberto Pacheco, de
Corrientes, que había perdido contra Entre Ríos.
MAGIA EN LAS SIERRAS
Maradona llegó a Embalse el 17 de diciembre de 1973 para
participar en el retorno de los Juegos Nacionales Evita, que era una competencia
multidisciplinaria patrocinada por el gobierno nacional y que habían sido
interrumpidos 1949. Con la recuperación de la democracia, regresaron estos
torneos y se celebraron en un coqueto complejo deportivo que Embalse tenía en
las instalaciones del parque hotelero. Y aparece la palabra “tenía” y la
nostalgia aturde a los lugareños al hacer referencia a aquel espacio otrora
esplendoroso.
Hoteles rebosantes de gente, llenos de vida, lejos de lo
que, lamentablemente, se observa por estos días. Más allá de que Embalse sigue
siendo un punto clave del turismo argentino, la Unidad Turística parece
olvidada por las autoridades nacionales desde hace unos cuantos años.
Pelusa, como se lo llamaba en esa época, jugaba para Los
Cebollitas dirigidos por Francis Cornejo. Era Argentinos Juniors y jugaba en la
categoría Infantil. ¡Toda una sensación!
José Pérez es un respetado comunicador social de la zona,
palabra autorizada a la hora de reseñar las gestas deportivas de la región.
Detallistas en sus comentarios radiales, Pérez repasa: “Cuando asumió el
gobierno peronista en 1973 con el Doctor Cámpora, en el lugar donde se hizo el
complejo deportivo del Hotel N° 1 de la Unidad Turística había un bosque. Yo
mismo vi cuando arrancaron los árboles e hicieron un complejo que tenía pista
de atletismo, canchas de tenis, un círculo para lanzamiento de martillo, y la
cancha de fútbol. Allí es donde se desarrolló el Campeonato Evita 1973, que es
aquel en el que jugó Maradona y perdió la final con los chicos de Santiago del
Estero. A todos nos recomendaban ir a ver a un nene de Capital que jugaba muy
bien. También estuvo por esos días Norberto Yácono, que fue parte de La Máquina
de River, observando el torneo”.
La planilla oficial del Campeonato Evita (extraída del libro
de Guillermo Blanco).
En el centro comercial embalseño está la panadería que
atiende Graciela junto a Angel Roberto Torres, ambos amantes del fútbol.
Durante muchos años, Torres fue entrenador de distintas categorías de Fitz
Simon, club del pueblo. En aquella época, el Negro, como le dicen, trabajaba en
la carnicería de los hoteles y, como fiel fanático de este deporte, fue a ver
los partidos del torneo Evita. Y no solo vio a ese chiquilín con la 10 en la
espalda. “¡Yo lo tuve en los brazos a Maradona! ¿Cómo? Fui a ver esos partidos,
no es que fui a ver a Maradona. Fui porque me gusta el fútbol, pero ahí me
encontré con ese chico. Una bestia como jugaba. Tenía unas zapatillas, creo que
Flecha. Uno de esos partidos salió lesionado. Le dolía el pie y no podía caminar.
Me ofrecí a ayudar, lo alcé y lo acompañé hasta un colectivo. Nunca me voy a
olvidar del pie. Era distinto, tenía el empeine alto... Me acuerdo de los
chicos de Pinto también. Jugaban bien, eh... Pero ver a Maradona… No se podía
creer lo que jugaba. En esa época, yo tenía 20 años, era impresionante lo que
estaban los hoteles, llenos los siete. Yo en esa época era empleado de Pedro
Marchetta”, recuerda Torres.
En ese marco, al rememorar aquella época, al Negro Haedo le
brillan los ojos. Habla con este cronista, y en sus manos tiene fotos de la
década del 70, en blanco y negro. Busca. Cree tener unas con las delegaciones
de los Juegos Evita de 1973, pero no encuentra lo que quiere. “Los hoteles
estaban a pleno, todos llenos de turistas. Durante ese torneo, era mozo del
hotel número 2. Estaba con Mario Vivas y el Negro Brizuela. Terminaba el
servicio militar y fui a los hoteles a trabajar. Me tocó atender a los
chiquitos santiagueños, que le ganaron a Los Cebollitas porteños”, rememora
Haedo, personaje del pueblo, que siempre tiene una anécdota para contar, como
aseguran los lugareños. Pero él quiere mantener su reputación y afirma: “Debo
decir la verdad: a Maradona no lo recuerdo bien. Sí a los santiagueños. Tenían
a tres que la rompían. Eran unos Maradonas, no sé si alguno llegó. Un equipazo,
eh. Eran todos humildes, se portaban bien en las mesas. Muy educados. Cuando
ganaron, todos los felicitábamos”.
MEJOR QUE PELÉ
“Con Los Cebollitas perdimos la final del Campeonato
Nacional, en Río Tercero, Córdoba. Nos ganó un equipo de Pinto, Santiago del
Estero, dirigido por un señor llamado Elías Ganem. Su hijo, César, me vio tan
amargado, que se me acercó y me dijo: ‘No llorés, hermano, si vos vas a ser el
mejor jugador del mundo...’. Todos creen que me regaló su medalla de campeón,
pero nada que ver: se la quedó él y bien ganada que la tenía”, supo narrar
Maradona en su libro Yo soy el Diego de la gente.
Un par de observaciones. Primero, el torneo se jugó en
Embalse, que queda a 36 kilómetros de la ciudad de Río Tercero. Una confusión
muy común. Segundo: ese partido con los chicos de Pinto no fue la final. Fue la
semifinal.
En Embalse se jugaban las finales, Los Cebollitas de
Argentinos Juniors habían ganado en Capital Federal, tras vencer a varios
equipos, el derecho a participar de esta instancia. Ya en tierras cordobesas,
golearon por 6-0 a Chaco y 4-1 a Río Negro. Pero en la memoria colectiva está
la semifinal ante Club Social Pinto, de Santiago del Estero.
En las canchas donde jugó Diego, quedó un campito y canchas
de rugby.
Ese partido del 20 de diciembre de 1973 disputado en la
cancha del Hotel N° 1 fue apasionante, según recuerdan todos quienes afirman
haberlo presenciado. Lo cierto es que los santiagueños arrancaron ganando,
luego los dirigidos por Francis Cornejo lo dieron vuelta y sobre el final del
juego, los de Pinto lo empataron. Fue 2-2, en consecuencia, se tuvo que definir
por penales. Y el arquerito Julio Cancina le atajó un penal al Pelusa. Pero no
fue el único de su equipo que falló, y los santiagueños dieron el batacazo.
“En la previa nadie confiaba en nosotros. Todos decían que
los de Capital iban a ganar, eran favoritos. Y dimos el golpe. Es un orgullo
para mí haber jugado ese partido. Pero no fue la final, fue en semifinales. La
final la jugamos ante Santa Fe. Pero ese partido lo festejamos como si ahí
hubiésemos salido campeones. También recuerdo que Maradona, cuando terminó el
partido, lloraba y lloraba. Con mi amigo, que estábamos todos los días juntos,
fuimos a saludarlo y él, César Ganem, lo abrazó y le dijo: ‘No llores, vos vas
a ser el mejor del mundo y vas a ganar muchas cosas más’. Un periodista lo
escuchó y la anécdota se popularizó. En la foto de los festejos, nosotros dos
no aparecemos. Estábamos con Maradona”, le narra a El Gráfico, desde Pinto,
Mario Romano, hoy docente de una escuela rural santiagueña, que jugó aquel
legendario partido de fútbol. “En el comedor, nos daban siempre naranja de
postre. Me acuerdo de eso. Ese partido fue a la tarde, y al otro día a la
mañana jugamos la final con Santa Fe. Pero todos nos hablaban del que le
habíamos ganado a Capital, porque traían un récord de no sé cuántos partidos
sin perder. Fue un partido muy lindo y muy tenso. Ellos tenían mucho la pelota,
y nosotros hacíamos tres o cuatro toques, y al arco...”, rememora Romano.
El periodista que escuchó esa frase fue Jorge Omar Galliano
Núñez, que con sus 17 años cubría el evento para LV26 radio Río Tercero. Aquel
joven cronista, hoy un experimentado narrador de eventos locales y nacionales,
rememora con firmeza: “Los Cebollitas de Buenos Aires alistaron ese día a
Altamirano, Lucero, Magliolo, Domenech, Chammah, Márquez, Díaz, Dalla Buona,
Duré, Maradona y Delgado”. Repite la formación casi de memoria. Y relata: “Todo
el mundo cree que perdieron la final, y no. Fue la semifinal. El partido salió
2-2 y, por penales, ganaron los chicos de Pinto por 3-1. Cuando terminó, los
nenes de Pinto festejaban. No lo podían creer. Y veo que Maradona, que era el
que sobresalía, lloraba. Estaba cerca de donde yo estaba y veo que se le acerca
un nene. ‘No llorés, vos vas a ser mejor que Pelé’, le dijo. Lo recuerdo bien
claro, escuché cuando se lo dijo. Ese nene era César Ganem, que hoy es director
del hospital de Pinto”.
DUDAS Y CERTEZAS
Pedro Marchetta narró en la edición de noviembre de El
Gráfico: “A Diego lo conocí cuanto fue a jugar los Evita a Embalse. Yo tenía
los hoteles 2, 4 y 7, y viene un amigo, el Cabezón Sala, y me dice: ‘Hay un
negro que juega un 10, no sabés lo que es, andá a verlo’. Año 1973. Lleno de
gente estaba, mamita querida lo que era Diego. Le dije al dueño de mi empresa:
‘Vos que tenés mucha plata, hay que comprar a este pibe’. Recuerdo haber ido a
hablar con el padre, con don Diego, a ofrecerle 8 millones de pesos, pero quiso
seguir en Argentinos porque ahí estaba Francis Cornejo’”. En su reciente libro
El Negro, el ex técnico, que incluso dirigió al desaparecido club Santa Isabel
de Embalse, agregó: “Al año siguiente vino y salió campeón (…) vos te parabas
en el Polideportivo y donde veías una cancha rodeada de gente era porque ahí
estaba Maradona (...) tenía todo lo que tiene que tener un jugador de fútbol:
virtudes, impronta... ¡Un genio!”.
¿Al año siguiente volvió a Embalse? Esa es una gran nebulosa
que hay en la historia sobre Maradona en las sierras cordobesas. En el libro
Juegos Evita, de Guillermo Blanco, el periodista narra intimidades de la
historia de Los Cebollitas de Argentinos Juniors y de Pinto, y de cómo Goyo
Carrizo une a ambos equipos; pero también escribe que en 1974 Maradona obtuvo
su primer título al vencer a Misiones en la final por 3-0 y que ese partido fue
en el complejo que el año anterior habían perdido ante Santiago del Estero.
Cuando Maradona visitó Río Tercero, en agosto de 2014, recordó: “Cuando me
dijeron que mis vacaciones pasaban por Río Tercero, con mis 53 años, volví a
tener 11, como cuando llegué a jugar a Embalse. En el primer año perdimos la
final contra Santiago del Estero, pero al otro año volvimos y salimos campeones
de los juegos Evita”. Incluso, Marchetta en su libro también habla del 74. Sin
embargo, no hay registros en Embalse que certifiquen que Diego haya estado ese
año por Calamuchita.
Estos vaivenes de recuerdos se dan porque la memoria es
frágil e incluso ilusoria. El periodista riotercerense Jorge Omar Galliano, al
igual que José Pérez, afirma que en 1974 Maradona fue campeón en la ciudad de
Córdoba. Todos los testimonios recogidos para esta crónica hablan de 1973.
No obstante, en esas narraciones, se entremezclan algunas
imágenes. Muchos dicen que vieron al Pelusa en el Polideportivo de Embalse, que
es un complejo gigante cercano al lago, donde se han realizado múltiples
eventos. Y estas célebres instalaciones se inauguraron... en 1974. ¿Confusión o
realidad? Parte del mito de la visita de Diego a Embalse...
¿Y dónde se alojó Maradona? Esa es una pregunta que tampoco
nadie puede responder. El parque estatal de Embalse tiene siete hoteles, y
aunque este cronista preguntó a varias personas que trabajaron durante esa
época y en la actualidad, no encontró certezas. Hay dudas sobre si se alojó en
el Hotel 3 o en el 5. Y allí se abre una puerta increíble, ya que si fuera este
último tendría un valor de mayor melancolía. El motivo es que el Hotel 5 está
destruido. Ese edificio fue desmantelado en 1980 y quedó en estado de abandono.
Una pena que los embalseños aún sienten, y por eso no quieren ni pensar que su
visitante más ilustre se haya hospedado allí. Aunque las historias tomarían
nuevos caminos.
El gorrito y el equipo de gimnasia, Diego no dejaba nada
tirado.
Eduardo Luchini, jefe de atención al turista de la UTE,
contó: “Maradona vino con Los Cebollitas al Torneo Evita. No fue en Río Tercero
como él cuenta en su libro. Fue acá, en Embalse. Y los partidos se jugaron en
la vieja cancha del Hotel 1, donde ahora hay una de rugby. Recuerdo que a todos
nos recomendaban ir a ver un negrito que tenía la 10 de Argentinos Juniors y
era una barbaridad. Me acuerdo del partido con los santiagueños. Justo ese año,
1973, empecé a trabajar acá, en los hoteles. Y estando en el Hotel 6, donde
había como un gran depósito de elementos deportivos, conseguimos camisetas para
los chicos santiagueños, que habían tenido un problema. Bueno, me acuerdo del
partido, y si mi memoria no me falla, con Maradona jugaba Domenech. Los
Cebollitas los tenían locos a los santiagueños, pero sobre el final, uno de
ellos les clavó un zapatazo, creo que de mitad de cancha. Y se fueron a los
penales, y les ganaron a los de Argentinos. Después salieron campeones. Pero
ese negrito flaquito, que después fue Maradona, era tremendo. Mucha gente iba a
ver al 10. Muchos aún dicen que lo vieron en el Polideportivo. Y no, fue en la
cancha del Hotel 1, donde también había canchas de básquet, y ahora está todo
destrozado. Había tribunas de madera. Mi viejo hacía el sonido del evento y después
le dieron una medalla. No puedo recordar, pasó mucho tiempo, dónde se alojaron
Los Cebollitas, si fue en Hotel 3 o en el 5...”.
Por su parte, una empleada del área de administración
sostuvo: “Los papeles de esa época ya no están. No hay nada digitalizado. Se ha
perdido. Dicen algunos que Maradona estuvo en el 5, pero hoy es incomprobable”.
Fines de 1973, Diego recién cumplía 13 años. Todos entienden
que vieron a un niño que deslumbraba con la pelota... El verano en las sierras
cordobesas estaba instalándose, el inminente genio del fútbol mundial todavía
no era el eminente futbolista... Tres años después, un miércoles de octubre,
frente a Talleres, un adolescente Maradona se presentaba ante el gran público.
A partir de allí sus infinitas historias se hicieron conocidas; pero en Embalse
expresan orgullosos las anécdotas del Diego desconocido. El aroma a peperina se
mezcla con la nostalgia, y una pelota llega picando hasta el auto rojo de los
dos visitantes frente a esos pinos, donde allá atrás el Pelusa hacía magia con
la redonda.
El Diego de los Evita
Nota publicada en la edición de marzo de 2017 de El Gráfico
Fuente El Gráfico
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