Por Adrián Maladesky y Sergio Danishewsky
Un sueño hecho realidad. Holan, fanático del Rojo, cuenta
que siempre quiso ser técnico de fútbol. Empezó como videoanalista. En el
hockey trabajó más de 20 años.
-¿Qué tiene de bueno y qué tiene de malo que el técnico sea
tan fanático de Independiente?
-No se puede ser hipócrita: nosotros nacemos con
una pelota y una camiseta en un país futbolero como el nuestro y el club de mis
amores es Independiente. Poder lograr a esta altura de mi vida hacer coincidir
al corazón con la razón es algo maravilloso, inolvidable y es la experiencia
más movilizante de toda mi vida. Pero mi primer amor es con mi profesión. Hace
más de 40 años que soy entrenador, genérico, no importa de qué deporte. Me
siento entrenador, todos los días que me levanto pienso como entrenador y
cuando me acuesto pienso como entrenador. Y si me muero y vuelvo a nacer sería
de vuelta de entrenador. Además, siempre que dirigí, en el hockey o en el fútbol,
fui hincha del club que me estaba dando la oportunidad laboral.
-¿Y qué tiene
de negativo?
-Nada, nada.
Ariel Holan, 56 años. Padre de dos hijas y abuelo, habla con
ganas y convicción. Más allá del invicto de 12 partidos (seis triunfos y seis
empates) que lo deja a uno del récord de arranque de Miguel Brindisi (sus 13
primeros encuentros en 1994), de la actualidad del equipo y de la respuesta del
hincha, se lo nota enamorado de una idea. Una idea que no quiere callar.
-¿Te
encontraste con muchos prejuicios por venir del hockey?
-No directamente. Pero
más allá de sentir una discriminación o no lo que veo es una falta de debate,
el que deberíamos darnos los que queremos progresar en esta profesión. El
debate de la tecnología, el conocimiento de todos a partir del intercambio, de
lo que podamos compartir, como se hace en el rugby, el hockey, el básquetbol o
en el vóleibol.
-Se habla mucho del murmullo de la platea de Independiente.
¿Cuánto hay de mito en eso? ¿Se puede trabajar en un fútbol tan impaciente?
-Es
que el fútbol no es un deporte serio porque se cree en las soluciones mágicas,
en los resultados espasmódicos, y eso le hace mucho daño porque no hay
proyectos. Y al no haber proyectos las instituciones entran en crisis, pagan
más entrenadores por año, tiene déficits operativos, se acumulan futbolistas
por las dudas para que no triunfen en otro lado. Es todo un sistema que hay que
debatir. Pero lo primero que hay que desmitificar es que si gano soy un crack y
si pierdo soy un idiota, eso no es un proyecto deportivo.
-¿Sentís que esa
impaciencia puede tener plazos?
-No me puedo eternizar como técnico de
Independiente si no logro resultados, pero tampoco se puede pretender que
alguien en seis meses haga una revolución. Este es el debate que hay que instalar
y no si uso drones o si tengo un carro de golf con tecnología. El fútbol así
como está termina con clubes fundidos, con muchos futbolistas frustrados y con
entrenadores que se tienen que transformar en magos.
-¿Qué sentís que
conseguiste hasta acá en el club?
-Voy a datos de la realidad: Independiente
hizo un ahorro presupuestario muy grande este semestre. Tenemos un plantel muy
justo porque sólo se podían hacer dos incorporaciones. Y por otro lado
Independiente se capitalizó enormemente. En el mercado de junio, si quisiera
hacerlo, puede vender por más de 40 millones de dólares. Además, ya conseguimos
dos de los objetivos que nos habiamos trazado. El primero era ganar partidos
importantes, y lo hicimos en Rosario, en Córdoba, el clásico... Hemos vuelto a
poner a Independiente como un equipo muy competitivo que puede perder, empatar
o ganar. Y estamos peleando la clasificación a la Copa Libertadores, tratando
de pasar de fase en la Copa Sudamericana y pasamos de ronda en la Copa
Argentina. Pero pensar que vamos a salir campeones en este semestre está más
vinculado a la magia... no sería razonable.
-¿Cuál es la decisión que tomaste
de la que estás más orgulloso?
-Haber hecho coincidir el corazón con la razón.
Por lo que yo siento por Independiente, quiero que cuando entren a un campo de
juego mis futbolistas sientan al club como lo sentimos todos. Si hay
futbolistas que por el motivo que fuere consideran que su carrera tiene que
tomar otro rumbo, tienen que irse. La primera condición es querer vestir la camiseta
de nuestro club, que es muy gloriosa a nivel nacional e internacional.
-Se nota
un cambio en el convencimiento de muchos jugadores. ¿Cómo se consigue eso?
-Lo
que yo hice fue armar un grupo que consideraba que iba a estar en consonancia
con esa idea, pero el gran mérito es de ellos de llevarlo a la práctica. El
compromiso, la actitud y la intensidad salió de los futbolistas y no de mí. Por
eso a mí me da un tremendo orgullo y me emociona ver cómo se brindan más allá
de un resultado. Porque para mí el resultado es ese: poner en cancha un equipo
que brinde eso. Y me da motivos de admiración, agradecimiento y de orgullo de
ser su entrenador.
-La mira parece puesta en volver a la Copa Libertadores.
¿Ese es el gran objetivo?
-Yo creo que el primer objetivo para este semestre es
terminar una gran evaluación del plantel. Hay chicos que teníamos que
recuperar, hay chicos jóvenes que se incorporaron al plantel y había que ver
cómo toleraban las cargas de un equipo de Primera, y también teníamos
incorporaciones que había que ver cómo se adaptaban al equipo. Ojalá podamos
sostener esta base porque va a ser muy importante para el futuro. Había que
tener un equipo muy competitivo que empezara a ganar partidos importantes. Eso
trae un nivel de competencia que te acerca a resultados que van más allá de
ganar un partido, de ahí viene la clasificación a las copas... Todo ese terreno
es el que tiene que preparar Independiente para que en un futuro no muy lejano
pueda levantar una copa.
-¿Y después de Independiente, qué?
-Crecer en mi
profesión y disfrutar de esto que es una bendición de Dios, que me puso en este
lugar. Para mí, con el nacimiento de mis hijas y de mi nieto, es lo más lindo
que me pasó en la vida.
Fuente Clarín
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